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sábado, 5 de octubre de 2013

Salvaje, Perversa y Atrevida -Cap 1


Tres amigas…tres deseos secretos…tres oportunidades para hacerlos realidad.
Son tres amigas inseparables que se deleitan compartiendo sus aventuras y secretos.

Pero su última apuesta será la más arriesgada de todas: cada una debe acostarse con cualquier hombre que las otras dos escojan para ella… y luego relatar todos y cada uno de los jugosos detalles.

SALVAJE  BELLA
Capitulo con lemon


Adaptación de Krizia
 Novela Wild,Wicked, &Wanton de Jaci Burton 

Bella Swan se paró ante la puerta de la oficina del doctor Edward Cullen y levantó la mano para llamar, pero se detuvo.

De acuerdo, pedazo de tonta. Te ha llamado a su despacho por algún motivo. Si vas a convertirte en una veterinaria decente, tienes que dejar de temblar cada vez que alguno de los jefes quiera verte.

Debería haber tenido un orgasmo aquella mañana. Ahora estaba hecha un manojo de nervios. Bueno, ella siempre era un manojo de nervios, pero hoy más que de costumbre.

La culpa era de su ex marido. Si Mike  no hubiera sido tan mentiroso, falso e hijo de puta, ella podría ser una mujer saciada y feliz. En cambio, se estaba embarcando en su primer trabajo, muerta de miedo y permanentemente excitada porque no tenía ningún hombre en su vida, ninguno a la vista, ni tiempo para tenerlo, y sin ganas de volver a repetir los errores que había cometido en el pasado. Por desgracia, su instinto sexual no entendía la parte de nada de hombres. Su libido quería un hombre como fuera.

Cosa que no iba a conseguir. Ahora mismo tenía que centrarse en su carrera profesional, no en el sexo. Y carrera significaba concentrarse en de qué quería Edward hablar con ella.

Era la época de las evaluaciones de fin de semestre. Tal vez ése era el motivo por el que quería verla. Los dos semestres pasados en el Hospital Veterinario Cullen habían estado cerca de ser condenadamente perfectos. El Hospital Veterinario Cullen era uno de los mejores de la península de Olympic. Demonios, de no tener la ambición de abrir su propia clínica después de la graduación, le encantaría trabajar allí permanentemente.

Anticiparse a los acontecimientos era muy mala idea. Por lo que sabía, en cuanto entrara en su oficina, Edward le diría que no tenía futuro alguno como veterinaria.

Deja de ser una cría, Bella. ¿Es que aquella mañana se había dejado el amor propio en casa? Si sus amigas, Rose y Alice, fueran capaces de escuchar sus pensamientos, la abofetearían.

Eso era lo que necesitaba ahora mismo: una buena bofetada de sus dos mejores amigas, las cuales eran expertas en alimentarle el ego cuando necesitaba un empujón. Y desde luego, en aquel momento lo necesitaba. O bien, una ligera patada en el culo, por lo menos.

¡Llama a la maldita puerta! Llamó suavemente.

—Entre —dijo Edward.

Entró y cerró la puerta a su espalda. Edward estaba al teléfono y le indicó por señas una de las sillas que había ante su escritorio. Ella se deslizó en ella y, cuando Edward se volvió de lado, admiró su perfil. Tenía el pelo de un color entre cobre y bronce, lo llevaba un poco largo y se le rizaba en las puntas; era espeso, deseaba tocarlo y recorrer con los dedos la brillante y suave espesura. Era alto, de aproximadamente un metro noventa, calculó. No demasiado corpulento, más bien atlético, todo músculo. Vestía vaqueros y un polo que revelaba sus torneados pectorales y sus brazos. Siempre relajado, informal y sonriente. Y con una piel extremadamente pálida.

Tal vez se tumbaba desnudo junto a la piscina y se esforzaba por embellecer su ya de por sí maravilloso cuerpo. Su sexo palpitó. Genial, Bella.

Es una buena idea eso de fantasear mientras estás sentada en el despacho del jefe. Igual podrías deslizar tus manos entre las piernas y empezar a masturbarte ahora mismo. Seguro que él no se da cuenta. Ugh.
¿Tu carrera profesional, recuerdas? Hombres no. Y definitivamente, no éste.

Distrajo su díscola mente recorriendo con la mirada el amplio despacho. La pared estaba cubierta con cuadros de perros, gatos, lagartos y caballos. Detrás del escritorio había un acuario rebosante de peces exóticos. Bella se quedó hipnotizada observando los vistosos peces que brillaban entre el coral y las ondulantes plantas marinas.
—Lo siento. Gracias por esperar.

Ella desvió su atención del hipnótico acuario, cruzó las manos en el regazo y lo miró.

Él le hizo un guiño, con una sonrisa tranquilizadora. Vale, o sea que sonreía. Buena señal.

—No importa.

— ¿No habrás empezado sin mí, verdad?

Bella se giró a medias en su asiento.  Jacob Black, el socio de Edward, cruzó la entrada, cerró la puerta a su espalda y se desplomó en la silla contigua a la suya.
Vestido de manera tan informal como Edward, con vaqueros y un polo, Jacob sonrió de oreja a oreja y se apartó un mechón de pelo castaño oscuro de la cara. Bella se excitó ante su sonrisa. Al igual que le pasaba con Edward, Jacob siempre hacía que le revoloteara el estómago, aunque su aspecto fuera totalmente distinto. Edward era un compendio de altura, oscuridad y belleza; Jacob irradiaba encanto juvenil. Con algo menos de uno ochenta de estatura, Jacob era puro músculo, con el cuerpo de un guerrero y aún así, uno de los hombres más amables que ella había conocido en su vida.

 Y bromeaba continuamente, haciéndola reír tanto, que acababa doblada sobre el mostrador con lágrimas en la cara.

—Bella, tu periodo de prácticas está a punto de acabar —dijo Edward, capturando su atención.

—Lo sé. —Tuvo una momentánea sensación de pérdida. Aquel lugar le gustaba, iba a echarlo de menos cuando se fuera.

—Y hemos decidido que deberíamos celebrarlo —añadió Jacob—. Después de todo, somos tu última parada antes de la graduación, ¿verdad?

—Sí. La última parada. ¿Celebrarlo?

—Sí. Ya sabes. ¿Una especie de fiesta? —Jacob enarcó una ceja.

—Oh, no es necesario. Ambos habéis sido maravillosos. —El rubor le subió por el cuello y ascendió hacia su cara cuando ambos clavaron en ella la vista y luego se miraron entre sí.

—Claro que lo es. Pensábamos hacerlo este fin de semana, en el club —dijo Edward, mirando a Jacob.
Jacob asintió.

—Gran idea.

— ¿Eh? — ¿De qué estaban hablando?—. ¿Qué club?

—El Forks Centre Club, por supuesto —respondió Jacob—. Celebraremos una gran fiesta con motivo de tu inminente graduación. Invitaremos a todos los empleados. Puedes traer a unas cuantas amigas.
Bella sacudió la cabeza, horrorizada ante la idea de cualquier obsequio, sobre todo por parte de aquellos dos hombres.

—No creo, pero gracias —Rose y Alice iban a reírse mucho a su costa. No iban a permitir que lo olvidara. ¿Divertirse con dos de los solteros más solicitados de Forks? ¡Oh, Dios, sólo de pensarlo…!

—No seas ridícula. Insistimos. De todos modos queríamos, eh, salir contigo —dijo Edward.

Bella clavó la mirada en la suya, convencida de no haber oído bien la última frase.

— ¿Salir conmigo?

—Eso sí que es sutileza, imbécil —dijo Jacob, fulminando a Edward con la mirada—. Deja que te lo explique Bella. Tanto Edward como yo estamos… interesados en ti.

—Interesados. —Sabía que parecía el eco, pero francamente, no acababa de entender lo que intentaban decir. Bueno, lo entendía, pero no se lo creía. Ni por un maldito segundo.

— ¿Y decías que yo no era sutil? —Edward miró a Jacob poniendo los ojos en blanco.

—Bueno, no es un tema fácil, ¿verdad? —replicó Jacob.

Bella había entrado en un universo alternativo. Tenía que ser eso, porque su vida real nunca había sido así.

Bella rodeó el escritorio y se agachó ante ella, cogiéndole la mano entre las suyas. Sin embargo, en esta ocasión no había instrumental, frascos de vacunas, ni carpetas de archivo entre ellos. Únicamente piel. Cálida piel. Los dedos de ella descansaban sobre su muñeca, percibiendo el latido rítmico y normal de su pulso. Lo cual era más de lo que podía decir del suyo propio, que iba a toda velocidad cada vez que respiraba. El cuerpo de él era como una manta caliente. Volvió a respirar, cosa que no sirvió de nada, porque él olía como si acabara de salir de la ducha. Limpio y fresco. Dios, ¿qué tipo de jabón utilizaba ese hombre? Seguro que era una especie de afrodisíaco. Eau de Tortura a las Mujeres.

Estás fatal, Bella. De modo que parecía como si no hubiera tenido sexo desde hacía cuatrocientos años. ¿Y qué? Bueno, quizá fueran dos. Dos años. Dos malditos años. Tenía treinta y tres. Era joven sexualmente, y en ese momento debería estar disfrutando del mejor sexo de su vida. En vez de eso, estaba hundida hasta el cuello para terminar su periodo de prácticas en la escuela veterinaria, y la única liberación que obtenía, procedía de la que se proporcionaba a sí misma con el vibrador.

Patético.

—Bella, estoy seguro de que has notado que Jacob y yo estamos interesados en ti.
De acuerdo, definitivamente estaba teniendo una especie de insólito sueño, estando despierta.

—Eh, no.

Edward levantó una ceja.

— ¿No?

Y ahora estaba avergonzada por ser tan despistada. ¿Estaban los dos interesados en ella?

¡Por Dios bendito! ¿Dónde había estado el último año? Oh, claro que la provocaban y bromeaban con ella. Eran atractivos, agradables, maravillosos y olían bien, y a ella le gustaría desabrocharles los pantalones, agarrar sus pollas y… ¡Oh, Dios! ¿A dónde iba con esas ideas, en cualquier caso?

Por la forma en que Edward la miraba en ese instante, con los ojos oscuros, comprendió que llevaba varios meses prestándole mucha atención. Desvió la vista hacia Jacob y vio en sus cálidos ojos la misma mirada inquisitiva. Sin embargo, no era una mirada profesional de indiferencia. Era pasión. Deseo.

 Mucho más que un ¡Eh! Trabajas aquí y creemos que vas a ser una gran veterinaria. Era más bien algo como: ¡Eh! Cariño, nos encantaría desnudarte.
Mierda. Aquello normalmente estaba bastante fuera de su alcance.

—Lo siento Bella. Te estamos poniendo nerviosa —dijo Edward. Se levantó y se apartó, dándole espacio.

—No, no lo estáis haciendo. De verdad. —Bueno, sí. Pero era una incomodidad agradable.

La deseaban dos hombres. ¡Guau!

—Realmente no tenías ni idea —dijo Jacob.

—No. No la tenía. Por Dios, creo que esto es muy embarazoso, pero no, no lo sabía —
¿Podía ser más ingenua? Una fea cualidad. Se apartó el pelo de la cara con los dedos, intentando no ruborizarse. La única persona con quien se había acostado era con Mike, y llevaba sin ligar desde el instituto. Hacía casi diez años. Le faltaba práctica.
—De acuerdo, en vista de que Edward ha llevado esto tan condenadamente mal, empecemos desde el principio —Jacob se puso de pie y levantó a Bella de su asiento, sin soltarle las manos—.  Bella, durante el último año, Edward y yo hemos llegado a conocerte muy bien, tanto profesional como personalmente. No sólo eres una veterinaria competente, sino además afectuosa, encantadora, maravillosa y con sentido del humor, de modo que nos encontramos con un terrible dilema. Al principio no quisimos acercarnos a ti durante tu periodo de prácticas, porque habría sido poco profesional.

 Ahora que ya has terminado, no existe ningún conflicto ético, de modo que nos pareció que podíamos preguntarte si te gustaría… mierda, no lo estoy haciendo mejor que Edward. Esto parece una maldita entrevista de trabajo.

Ella contuvo una sonrisa ante su evidente incomodidad. De acuerdo, admitámoslo, aquello era divertido.
— ¿Un dilema?

—Sí. Ambos queremos salir contigo.

Ella no pudo evitarlo. Se le curvaron los labios.

— ¿Y eso es un dilema? —Notó que la antigua vena coqueta, tanto tiempo inactiva, volvía a la vida. Estaba oxidada por falta de uso, pero allí seguía estando.

—Muy grande —añadió Edward, poniéndose junto a Jacob para coger una de sus manos—.

Siento que te hayamos pillado por sorpresa con esto. Pensábamos que lo sabías.

Un ligero estremecimiento de placer le recorrió la espalda al comprender que estaba en medio de dos hombres increíblemente sexys. Podía llegar a acostumbrarse a aquello fácilmente.

—Me parece que estaba centrada en el trabajo y no prestaba atención. —Pero estaba condenadamente segura de que ahora la estaba prestando. Y disfrutando cada segundo de tener a Edward y a Jacob mirándola como si quisieran comérsela viva. Se le encendió todo el cuerpo, pero en esta ocasión no se trataba de vergüenza. El calor la quemaba desde dentro. Se le humedecieron las bragas y se le endurecieron los pezones hasta el punto de que le entraron ganas de bajar la vista para ver si se notaban a través de la ropa.

—Demasiado trabajo y poca diversión —dijo Edward, guiñando un ojo—. En los últimos años te has dejado el culo trabajando. Es hora de divertirse un poco. Deja que Jacob y yo salgamos contigo este fin de semana. Desde que nos dimos cuenta de que ambos estábamos interesados en ti, y que ninguno estaba dispuesto a apartarse, decidimos que saldríamos los dos contigo y dejaríamos que decidieras tú.
— ¿Decidir? —Los miró a los dos y tragó saliva, sin querer pensar en lo que conllevaba esa palabra.

—Bueno, decidir no es exactamente la palabra —corrigió Jacob—. Edward es un asno. No hay que tomar ninguna decisión. Sólo vamos a divertirnos. Te llevaremos a cenar al club, asistirán todos los empleados, y tú puedes traer a tus amigas para sentirte completamente segura.

Bailaremos y brindaremos por tu inminente graduación con una botella de champán. O con dos.

Luego, si estás interesada en cualquiera de los dos, o incluso en ambos… bueno, nos iremos de allí —terminó con un guiño.

¡Mierda! ¿Podría hacer aquello? ¿Salir con dos hombres? ¿Al mismo tiempo? Estaba empezando a dolerle la cabeza. Todo estaba sucediendo demasiado rápido. Aquella misma mañana su mayor preocupación era llegar a casa para poder dar de comer a su gato, hacer la compra en el supermercado, y llegar a tiempo para ver su programa de televisión preferido, antes de tener que empezar con sus obligaciones. Así de emocionante era su vida.

Esto era ligeramente superior a lo que estaba acostumbrada. Necesitaba a Rose y a Alice, y las necesitaba ahora. Se imponía una reunión.

—Tengo que pensar en todo esto —dijo, paseando la mirada de uno a otro.
En realidad no quería hacerlo. Quería lanzarse ahora mismo sobre ellos, antes de que cambiaran de idea. Sin embargo, antes tenía que hablar con Rose y Alice, y conseguir su asesoramiento. La única persona con la que había tenido citas era Mike. No podía decirse que fuera una experta en eso.

—Hazlo —dijo Edward—. Nada de presiones. Dios, de verdad que lo siento, Bella. Hemos llevado muy mal todo esto.

Ella se levantó y, a pesar del deseo de acabar con la conversación con un tono profesional, no pudo evitar la sonrisa de sus labios.
—La verdad es que creo que ambos habéis hecho un trabajo muy bueno para alegrarme el día. Es muy posible que todo el año. Gracias.

—Oh, Bella. Una cosa más —dijo Edward.
Ella se detuvo.
— ¿Sí?
El sacó un archivo de su escritorio y se lo dio.

—Quiero que mañana hagas tú la esterilización de Jackson.

Ella sonrió de oreja a oreja y aceptó el archivo.

—De acuerdo.

—Vas a ser una magnífica veterinaria, Bella.

—Gracias a vosotros dos. He disfrutado de verdad el tiempo que he estado aquí y he aprendido mucho. Os habéis portado muy bien conmigo.

Antes de seguir poniéndose en ridículo, se apresuró a salir del despacho.

 Después de acabar con el trabajo administrativo, salió disparada de allí y llamó a Rose y a Alice desde el móvil, y quedó a comer con ellas al día siguiente.

Si alguna vez había necesitado a sus dos mejores amigas, era ahora.
¡Demonios, vaya día!

—Gran jugada, estúpido —dijo Edward, observando el suave balanceo del trasero de Bella, mientras ella caminaba hacia su coche. Se apartó de la ventana de su despacho de mala gana y fulminó a Jacob con la mirada.

Jacob se recostó contra la esquina del escritorio de Edward y cruzó los brazos.

—Sí, y tú has sido don Suave.

— ¡Vete a la mierda!

Edward lo miró con una sonrisa de oreja a oreja.

—De acuerdo, ninguno de los dos lo hemos sabido llevar. De todas formas, no es un tema fácil.

—Si renunciaras, no tendríamos este problema.

—O podrías hacerlo tú.
Pero ninguno de los dos quería. Y ése era el problema al que se habían enfrentado cuando se dieron cuenta de que ambos deseaban a Bella. No era la primera vez que se veían en ese conflicto. Llevaban siendo amigos más de treinta años, habían crecido y luchado juntos, compartido juguetes y peleado entre ellos. En el instituto habían compartido chicas y, de vez en cuando, peleado por ellas, pero por lo general renunciaban a la chica antes de que su amistad se resintiera.

Esta vez era diferente.

Bella era diferente.

A Edward le encantaban las mujeres. Sobre todo le gustaba follárselas.

 Quería follarse a Bella.

Después de eso, ¿quién sabe? Pero Bella no le daba ni la hora sin el respeto que se tiene por el jefe, y eso lo sacaba de sus casillas. Por lo general, las mujeres se le lanzaban encima.

De acuerdo, la indiferencia de ella hería un poco su ego. No tuvo más remedio que reírse de sí mismo por eso. Puede que estuviera acostumbrado a la adoración. Jacob siempre decía que él era el guapo, porque era alto, tenía el pelo broncíneo, la piel blanca y los ojos azules, y además hacía bastante ejercicio para que su cuerpo estuviera en buena forma. De modo que era atractivo, tenía un cuerpo maravilloso y un carácter tranquilo, y tal vez utilizara esos atributos de vez en cuando. Vale, los usaba mucho.

Jacob lo llamaba «imán de coños». Aquello le divertía, pero maldita sea si no era verdad. Por otra parte, pasado el tiempo, no sabía si lo que atraía a las mujeres era su aspecto, su dinero o el considerable tamaño de su pene. Puede que fuera una combinación de las tres cosas.

Extrañamente, nada de eso parecía interesar en absoluto a Bella. Y ella llevaba el tiempo suficiente en la clínica para haber escuchado los rumores. Sin embargo, desde que la conocía, ella ni siquiera le había guiñado un ojo.
Tal vez fuera por eso por lo que estaba interesado en ella. Jamás había tenido que perseguir a una mujer con anterioridad.

— ¿En que estás pensando? —preguntó Jacob.

Edward se encogió de hombros.

—En ella.
—Lo más probable es que la hayamos asustado. Sobre todo tú. A veces eres un poco… excesivo, Edward.

— ¿Qué? ¿Te estás refiriendo a mi polla?

Jacob resopló.

—Todavía no se ha encontrado con el monstruo de Cullen, a menos que se la hayas estado enseñando a escondidas.

Edward miró a Jacob con exasperación y le lanzó un expediente.

—Exacto. Lo sabes de sobra. Mantengo la búsqueda de mujeres fuera de la clínica. —Algo que ambos acordaron hacer cuando montaron la sociedad. El negocio era el negocio. La diversión quedaba para después del trabajo. Y eso les había dado buen resultado durante los últimos diez años. Nada de pasatiempos personales en la clínica. Nada de citas con las empleadas
y absolutamente nada de follar en la clínica. Nada de enredarse con clientes, jamás. Esa era una regla inamovible que ninguno de ellos había roto nunca, para mayor disgusto de gran parte de la clientela femenina.

Por supuesto, de vez en cuando perdían algún cliente por ese motivo, pero aquello había ayudado a mantener su negocio y su amistad. Cuando una cliente quería de ellos algo más que una relación profesional, se veían obligados a decir que no.

Pero ahora deseaban a Bella. Los dos.

Y Edward era bastante bueno para juzgar a las mujeres. Puede que Bella se hubiera sorprendido, pero también estaba interesada. Había visto la llamarada de interés en sus ojos cuando ambos hablaron de su deseo por ella. Y si alguien necesitaba un hombre y un polvo verdaderamente bueno, era ella.

— ¿Crees que va a ser de uno en uno o un dos en uno? —preguntó Edward.
Jacob se encogió de hombros.

—Puede ser que ninguna de las dos formas. Aunque estaba interesada.
— ¿Tú qué prefieres que sea?
Jacob se rió.

—La quiero para mí, idiota.

—Bastardo egoísta —dijo Edward, riéndose disimuladamente. Eran demasiado amigos para que Edward se sintiera insultado—. No si puedo convencerla para que me escoja a mí antes.

—Creo que Bella elegirá lo que quiera. Y si nos quiere a los dos, dudo que cualquiera de nosotros se queje de ello.

Jacob tenía razón.

—Nunca le hemos hecho ascos a un ménage. Sólo de pensarlo se me pone dura. De modo que deja de hablar de ello antes de que tenga que andar por el vestíbulo con una erección.

Edward sacudió la cabeza y le mostró a Jacob un par de expedientes que había que terminar, pero su mente permaneció con la mujer que había capturado la atención de ambos.

Si Bella estuviera de acuerdo, él se ocuparía de que lo pasara realmente bien aquel fin de semana. Ya se imaginaba la fiesta en el club, preguntándose si ella sería capaz de estar con los dos o si elegiría sólo a uno. Y si de verdad escogía a uno, ¿a quién sería?

—Bueno, ya veremos cómo va la cosa —dijo Jacob, entregándole a Edward los expedientes—.

Me marcho a mi oficina.

—Yo he terminado por hoy. Te veré mañana.

Jacob se sentó en su escritorio para terminar el trabajo administrativo. Le gustaban las noches, cuando todos se habían marchado. Normalmente se quedaba el último. Edward siempre tenía alguna cita. O alguna amiga con derecho a roce, por lo menos. No era frecuente que se fuera a casa sin una mujer.

Jacob era más selectivo en aquella época. Y últimamente sus ojos estaban puestos en Bella.

El cambio se produjo desde el primer día que ella llego a la clínica.

Divorciado de una endemoniada zorra vengativa, Jacob estaba convencido de que ninguna mujer, y con eso quería decir ninguna, conseguiría hacer que la mirara dos veces. Puede que para un polvo rápido sí, pero ¿para algo más?

 Nunca más.

Aunque a Bella la había mirado más de un par de veces. De acuerdo, quería tirársela.

¡Demonios, claro que quería tirársela! De pie, tumbado, de lado, por delante, por detrás, y de cualquiera de las maneras. Dios, se le levantaba sólo de pensar en las formas en que quería montar a aquella mujer. Con su pelo castaño, largo hasta por debajo de los hombros, sus ojos chocolate, su piel cremosa y su cuerpo flexible, era un húmedo sueño andante. Sin embargo, también se encontró deseando pasar su tiempo con Bella fuera del dormitorio. Era total y completamente ingenua, y eso era lo que más lo cautivaba. No tenía ni idea de lo seductora que era, no sabía ni lo más elemental sobre cómo utilizar su belleza y su increíble cuerpo para tener a un hombre comiendo en la palma de su mano. Inteligente, condenadamente divertida y además, ingenua. ¿Qué hombre no desearía ponerse de rodillas y adorarla?

Excepto que Edward sólo deseaba follársela. Vale, a lo mejor Edward quería algo más, le concedería eso a su mejor amigo. Aunque Edward era el ardiente dios del sexo, y Jacob quien utilizaba el encanto y la persuasión para llevarse a las mujeres a la cama. Primero se hacía amigo de ellas. Edward sólo usaba su sex-appeal. Eran completamente distintos en su forma de acercarse a las mujeres y puede que ése fuera uno de los motivos por los que nunca habían ido detrás de la misma mujer con anterioridad. Tal vez era por eso por lo que seguían siendo amigos. Sin embargo, Jacob suponía que iban a competir por Bella, o quizá la compartieran, lo que ofrecía un abanico de posibilidades.


Si ella estuviera de acuerdo en la fiesta del sábado por la noche, aquel fin de semana podría ser realmente interesante.
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Chicas aquí esta por fin la adaptación de Krizia en esta novela Wild,Wicked, &Wanton deJaci Burton, nos abrimos a nuevas corrientes en los fanfic, es importante conocerlo todo y esto definitivamente vale la pena.
Bueno chikas a disfrutar.

12 comentarios:

maty dijo...

wow!!! me kede con la boca abierta... jajaj krizia esta buenisimo y mega emocionante, k va a decidir bella?? yo me voy por la opcion de ambos, bueno creo k yo si la escojeria jajaja... esta buenisima y bastante hot... pero me pico desde un principio, anciosa por leer mas espero no tades mucho en publicar el siguiente capitulo :D

Pammie dijo...

me gusto, esta interesante! ansié un `poco del romanticismo de Edward y se me hizo un poco raro verlo asi pero tambien me gustó verlo de otra forma!! sea cual sea siempre será mi edward!!! saluudos y espero por el siguiente capitulo :)

María Veronica dijo...

Se que me tarde para dejar mi comentario pero he estado muy ocupada con la tesis y las pasantias!!! Un gran primer capitulo como todas las historias que se publican aqui siempre dejan a uno queriendo saber mas!!!! es muy comico esta bella se parece a la de la saga tan despistada como siempre! Saludos para todas.

Bell.mary dijo...

Woooooooowww muy buen capitulo muy ardiente pero entretenido creo que esta historia nos hará fantasear muchísimo, pobre Bella si que tiene una difícil decisión o mejor dicho que suertudota al tener a dos tremendos hombres como estos detrás de ella, me encanto sin duda que este Edward promete mucho y ni que decir de Jacob será genial ver como se va desarrollando la historia..... Gracias por publicarla... Besos a Krizia y a ti Coka por subirla

Unknown dijo...

waooo si que sera intensa esta historia, bueno al menos el primer capitulo así lo pareció... gracias Krizia y claro también gracias a Coka por permitir su publicidad en el blog.... super intrigada, a quien escogerá Bella?

Sissy dijo...

JO...! KRIZIA!
Ja ja ja!
Mira que no había comentado porque voy llegando de mis vacaciones y lo primero que hice fue leer lo tuyo para poder comentarte antes de reportarme con las chicas.
Me has dejado de buff.....! Estaba riéndome en la silla con la boca abierta al leer los pensamientos sucios de todos los personajes y no pude parar hasta terminar. De verdad, me va a pasar igual que a las demás muriendo de ansias por las actualizaciones, eh!
Yo me quedaría con Edward, porque no se puede ser tan asno y hueco por siempre, verdad? JA!
Un beso y nos seguimos leyendo.
Sissy

Unknown dijo...

Gracias a todas las chicas de Forks por sus amables comentarios.
Os cuento un poco. Cuando leí este libro me imagine estos personajes, lo encontré divertido y me puse manos a la obra. Con la ayuda de Coka aquí esta el resultado. Espero que lo lean y no se decepcionen. Ya que la historia no tiene nada que ver con Crepúsculo. Besos a todas....

Vane dijo...

Muy bueno como todo. Me dejan con ganas de masss. Bsss

Vane dijo...

Muy bueno como todo. Me dejan con ganas de masss. Bsss

Monica Patricia dijo...

Esta Requetebueno, no aguanto las ganas de leer el próximo capitulo. Supeeer!!!!!!!

Anónimo dijo...

Amiga estoy alucinada, menuda forma de empezar, jajajaj espero con mucha impaciencia el siguiente capítulo, Coka no nos hagas esperar mucho.

Anónimo dijo...

Omg esta increíble
Aunque nunca imagine a edward comportarse tan caliente y sensual
Pero de todos modos quedo increíble