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domingo, 14 de noviembre de 2010

Mi Secreto- Capitulo 3



Decisiones… La toma de ellas o la falta de las mismas algunas veces está por encima de nosotros. Pero estar perdidos puede llevar a encontrar lo que menos se espera… Así fue para mí, yo huía por falta de determinación sobre un asunto que tenía más de tres años sin poder cerrar; él, él huía de todo para evitar ser la persona que todos esperaban debía ser. A veces, el azar, puede tomar por nosotros la decisión más inconveniente, pero también la más memorable. Mis recuerdos ya viejos hacían constancia de ello.

¿EN SERIO?

Original de Sissy



Avanzamos hacia las tiendas dispuestos a perder el tiempo antes de llegar a nuestro hangar de salida; él bebía alegremente de su soda mientras charlábamos de lo absurdo y horrible de muchos de los souvenir que vendían como recuerdos “típicos” del país.

-Oye, Thom… ¿Estuviste de fiesta anoche?

Él me miró sin comprender, hasta que le señalé su refresco de cola…

-Bueno, es que un café extra-grande, dos cigarros y ahora una coca-cola, me parece que mantendrían despierto a cualquiera al menos hasta el medio día… -Solté una risita mientras él sonreía a su vez y se encogía de hombros-.

-Hum… -torció la mueca divertido- Eres observadora; lo que pasa es que los aeropuertos me ponen nervioso…

-¿Te da miedo volar?

-No, no es eso, a veces los aeropuertos son lugares muy locos y tienes que andar corriendo de aquí a allá… ¿No te ha pasado?

-Oh, si, bueno, tienes razón -le seguí la corriente, pero por dentro volví a sentir pena por él. ¡Qué locura debería ser su vida peleando por su privacidad hasta en los lugares más sosos!- En más de una ocasión he estado a punto de perder mi vuelo por repentinos cambios de puerta… Y cuando les reclamas a los encargados de mostrador, ¡todavía tienen el descaro de decirte es tu culpa por no fijarte en los monitores constantemente!

-Si… así es -contestó con voz queda-.

Se volteó de lado mientras reacomodaba su pequeña mochila sobre el hombro y me miró de abajo a arriba con desfachatez.

-Bueno, y si vamos a hablar de obviedades; eres muy alta para ser latina. Seguro mides cerca de los seis pies, ¿no? Creo que apenas te saco como tres o cuatro pulgadas… No es muy común que me suceda eso -se reacomodó los lentes sobre el puente de la nariz con un solo dedo ya que se le habían resbalado-.

-Oh, si; se que es inusual en muchas partes -Me encogí de hombros-. Me encanta mi estatura, pero viviendo aquí, tiene algunas desventajas -jalé mis pantalones claros hacia arriba para remarcar mi punto-.

-¿La ropa?

-Uh-hu, no es como en tu país, allá hay de todo…

Bufó alegremente…

-¡Y que lo digas! -Ambos sonreímos en acuerdo- Bueno, ¿y de dónde sale tu estatura?

-Herencia… Mis padres son altos, además, por ambos lados de la familia los abuelos vienen de Europa. Unos de España y otros de Bélgica… Yo le echo la culpa a eso.

Volvió a observarme con más detención, evaluándome evidentemente. Y por un momento casi me encojo de pánico; él se desenvolvía en un medio donde todos eran bellos naturalmente. Él mismo era más hermoso que varonil y yo sabía que no estaba a la altura de la gente con la que trataba siempre. Fue inevitable sonrojarme al sentirme tan insignificante a su lado.

Entonces emitió un veredicto que me dejó en shock.

-No salió nada mal esa mezcla -su gesto en los labios demostraba aprobación y ligereza al mismo tiempo-.

Lo miré con los ojos demasiado abiertos con evidente incredulidad. Estuve a punto de golpearlo en el rostro para hacerlo entrar en razón, pero me abstuve. En la mente me vino el recuerdo de un chico que quería salir conmigo cuando el bachillerato; me había regalado una rosa y regañado por no saber aceptar un cumplido…

-“… ¡No se por qué las mujeres siempre se andan con un “gracias pero no es cierto” si les dicen que son guapas….! Simplemente acéptenlo y digan: “Gracias”…”-.

Miré hacia otro lado, luego a mis pies y finalmente a él antes de decirlo -Gracias-.

Él se encogió de hombros y me miró como si nada.

-Es la verdad. Eres guapa.

Quise que la tierra se abriera en ése mismo momento y me tragara completa. Simplemente no sabía como manejar un halago viniendo de él. No pude sostenerle la mirada ni hablar por los siguientes cinco minutos y el maldito rubor no se me bajaba del rostro. Casi creía que iba a empezar a sudar del agobio que sentía.

Empecé a odiar lo que yo juraba era condescendencia para conmigo; bien sabía que no había mucho más de especial en mi fisonomía aparte de mi sobresaliente estatura y mis grandes ojos marrones. Por lo demás, aunque me ejercitaba con frecuencia, simplemente no era ni gorda ni flaca, y gracias a mi metro ochenta, podía lucir la ropa en formas atractivas. Eso era todo. Hacía un tiempo que había dejado de tontear como todas las adolescentes al mirar revistas de moda y buscaba estar satisfecha con lo que era.

Aún así, justo en ése momento, me sentía más conciente que nunca de todos los que yo llamaba mis defectos.


La zona de Dutty Free ya casi estaba completamente abierta y los vendedores parecían más que ansiosos de atraer al interior a posibles compradores. Evadimos las licorerías y revistas, pero buscando hacer tiempo para recuperarme, le señalé el área de perfumería implicando que quería entrar. Obviamente él no me siguió al interior y me explicó prefería quedarse por fuera a seguir observando. Andando entre las rebuscadas botellas y cajas de diversas marcas, encontré mi perfume favorito, el cuál había empacado apenas esa mañana y aproveché para “refrescar” la esencia; ansiosa por recuperar algo de mi mellado valor en su aroma a madera de sándalo y de ricas flores que me recordaban a un oasis ya cerca del mar.
Fue entonces, cuando estaba yo pagando mis compras, que lo oí; varias mujeres empezaban a removerse con inquietud hacia las puertas del local, cuchicheando nerviosas…

-¡Es él! ¡Te lo juro que es él!

-¿Estas segura? ¡Dios mío! ¡Tiene que ser él! ¡Es tan alto y tan guapo!

- ¡Me lo como a besos y le arranco un mechón! ¡Y anda solito! ¡Sin guardaespaldas!

Poco a poco los susurros comenzaban a elevarse hasta convertirse en una serie de risas medio histéricas y me entró pánico. ¡No podía ser! ¡No ahora que él parecía tan relajado y seguro!

Una de las mujeres, empleada de la misma tienda en que yo estaba, tomó una loción y se acercó a él hasta el pasillo ofreciéndole mostrársela, cuando su objetivo real era asegurarse de las suposiciones que estallaban a mi alrededor. Más mujeres y algunos hombres de todas las edades comenzaban a darse cuenta ya del casi escándalo. En unos instantes ella regresó riendo con sus compañeras de trabajo.

-No lo se… Tiene los ojos cafés… Pero se parece bastante, no dijo la gran cosa para saber si sonaba a él.

Tenía que hacer algo, Rob iba y venía sabiendo que ya tenía mis compras listas en la mano y también comenzaba a notar el cambio en el ambiente. En cualquier momento podría entrar en pánico y ser cubierto por una masa de gente azuzándolo por autógrafos, fotos y besos.

De repente avancé en toda la llamativa extensión que me daba mi estatura y con gran aplomo crucé por en medio del grupo de excitadas mujeres mirándolas desde mi altura con una sonrisa entre burlona y divertida. Me acerqué a él, quién me recibió amable y sin más le solté la conversación en lo mejor que pude de mi muy escaso francés y en un volumen lo suficientemente audible para que lo captaran las personas a nuestro rededor.

-“Ya está. Le he comprado un perfume a tu pequeña prima Paulín. No vuelvo a confiarme de que tienes todo listo la siguiente vez. ¡Eres terrible Thomas! Anda que el avión a Barcelona sale en dos horas y aún falta la tía Sofía…”

Lo miré con desesperación esperando me siguiera la corriente sin preguntar. A su vez, él miró brevemente por encima de mí al grupo que escuchaba atento y su cara cambió a un poco de sorpresa que controló de inmediato antes de contestar en el mismo y más pulido acento que yo.

Confiando en nuestra apariencia y cabellos algo claros, teníamos que hacerles creer que éramos un par de europeos y que estaban equivocados.

-“Okay, gracias. ¡Anda que la tía es más fácil que Paulín, algo saldrá…! Pero vamos a comer antes, ¿no? Tantas horas de vuelo no me cayeron nada bien la otra vez...”

Me tomó por el hombro levemente para guiarme en otra dirección, lejos de las tiendas, siguiendo la charada. Caminamos al menos seis hangares en silencio a partir de ése “casi desastre”, él más rápido que yo, que simplemente trataba de seguirle el paso lo más cercano posible.
Sabía que de un momento a otro se desharía de mí, aterrorizado de todo lo que habíamos compartido en la última hora y fracción. Estaba segura que mis promesas de respeto le sonarían falsas y me odiaría por haberle mentido.

De repente, giró enfilándose hacia un rincón que parecía sin vuelo asignado y de escasa ocupación. Yo le imité sintiéndome peor a cada paso. Cuando llegamos a un lugar que le pareció seguro, se sentó en el piso con los pies plantados en el piso y me hizo un gesto para que le siguiera.

Me senté cerca de él, a su costado izquierdo y simplemente esperé. No habló de inmediato, por el contrario; sacó su arrugada cajetilla y de ella un nuevo cigarro, lo encendió y le dio una prolongada bocanada… todo esto sin mirarme. Yo me contemplaba las manos, ansiosa, con mis piernas casi cruzadas una sobre la otra y recargada en el muro, como él. Entonces, se agachó un poco y con la mano libre se revolvió varias veces el cabello otra vez en su manía nerviosa.

-¿Desde hace cuánto te diste cuenta quién era yo? -Dijo aún sin cambiar su pose y aún sin volverse a mí.

Yo me retorcía las manos estresada y tampoco me atrevía a mirarlo, de hecho, agradecí que mi largo cabello lacio se me hubiera resbalado por encima del hombro a mechones y me protegiera un poco de su duro juicio.

-Hace rato ya…

-¿Cuánto? -Me miró de pronto y sin expresión en el rostro, aunque su boca recta implicaba dureza y decepción.

-¿Importa mucho? -Le miré entonces ansiosa- Cuando lo hice, decidí que si no querías ser reconocido, te lo iba a conceder. No tienes por qué preocuparte, no soy una loca que espera aprovecharse de ti.

-¿Ah, sí? -Su voz era sarcástica y seca a la vez. Entonces me señaló al rostro con la misma mano que sostenía su cigarrillo- Y entonces, ¿por qué no me detuviste? ¿Por qué me dejaste hablar y hablar como idiota de mis cosas? ¡Son mis asuntos! ¡No le incumben a nadie más!

Su tono poco a poco fue cambiando a evidente enojo acusatorio y entonces yo también me enojé. ¡Qué diablos estaba implicando! ¿Qué yo le había sacado a tortura sus cosas? ¿Acaso lo había forzado a quedarse conmigo todo éste tiempo? Estaba paranoico y no me iba a dejar maltratar por culpa de ello.

-¡Óyeme bien! -le contesté en un enojado susurro para evitar llamar la atención-, para empezar; tú me buscaste a mí, tú empezaste a hablar de tu chica sin que nadie te lo pidiera… ¡y tú también escuchaste mis problemas sin vergüenza alguna! Pudiste haberte marchado en el instante que hubieras querido y en vez de ello hasta me pediste te acompañara hasta la salida de tu vuelo.

Él también me contestó en el mismo tono y se quitó los inútiles lentes para mirarme con más fuerza.

-¡Aún así! ¡Pudiste decir algo!
-¡Óyeme “Thomas”! ¡Tu no has sido en éste rato más que una agradable y segura compañía para pasar el rato! Si yo hubiera querido sacarle provecho a esto ya me hubiera portado como una chiflada y te hubiera sacado una foto para que la gente me creyera te conocí. ¿Acaso, con tu experiencia con tantas personas que sólo buscan explotar a otros no sabes ya reconocer quién es sincero y quién no?

Me gruñó molestó y volteó violentamente el rostro hacia el frente, por el siguiente minuto no me volvió a hablar y se dedicó a fumar en silencio en un gesto de lejanía. Yo le contemplé por unos segundos y me sentí desilusionada. Si él quería odiarme, no había nada que yo pudiera hacer en ése momento para cambiar su sentir. Volví a contemplar mis manos encorvada hacia el frente y me dediqué a jugar con mis uñas sin más pensamientos, sólo sintiéndome muy incómoda.

Los minutos pasaban y él seguía mudo, a veces le miraba de reojo por entre mi pelo, pero no había cambio alguno en su postura, si acaso, era evidente que estaba pensando un mar de cosas en lo que daba fumadas esporádicas a su cada vez más consumido tabaco. Yo ya no me sentía nada a gusto en ésa posición y creía que él simplemente ya no me iba a dirigir más la palabra. ¿Entonces, a qué me estaba yo quedando ahí, sentada como una idiota suplicante? Sentí lástima no sólo por él, sino por como había terminado todo el encuentro y pensé que lo mejor sería levantarme y dejarlo solo. Metí la mano al bolsillo de mi pantalón y saqué una banda elástica para recogerme el pelo rápidamente. Él sólo me miró aún en silencio. Entonces, me incorporé hacia delante y me levanté, sacudiéndome sin pensarlo la parte de atrás de mi pantalón. Le miré desde mi altura.

-Que tengas buen viaje “Thom”. Adiós.

No me contestó y sólo exhaló el humo que tenía en la garganta hacia un lado. Levanté las cejas en un pequeño gesto de tristeza pero no dije más y buscando los letreros empecé a caminar en dirección de la puerta tres, que era la mía.

Había avanzado al menos diez metros cuando detrás de mí, él se movió rápido, tomando sus lentes y poniéndolos de nuevo sobre la nariz. Se incorporó con el cigarro entre los labios y con prisa se ajustaba la mochila al hombro a la par que daba zancadas. En breve me dio alcance y me tomó con algo de fuerza por el brazo para detenerme. Me giré hacia él sorprendida, cerrando la mano en un puño, pero Rob no me soltó y sólo se sacó el cigarro de la boca para aplastarlo con el zapato en el piso.

-¿Qué? -le dije sonando molesta por su agarre aferrado; una reacción ya natural motivada instintivamente por viejos recuerdos-.

-Gracias… -Dijo quedamente mirándome a los ojos.

Su mano cayó al costado para entonces, mientras yo me sentía rígida por la sorpresa.

-Tengo que aceptar que me dejaste sentirme un chico normal todo éste tiempo y que cuando todo se pudo ir al caño, me salvaste… Gracias por ello… -Ya no había rastro del falso acento americano en su voz-.

Pestañeé varias veces buscando reconectar mi mente con mi habla, por que su breve y sincera frase me había noqueado.
-Nin… Disculpa mi paranoia, no puedes tener idea de lo agotador que es mi vida… Hace mucho que ya no me siento dueño de mi vida… Soy como un mono en la vitrina del parque… Todo mundo espera que yo salga y les haga caravanas y me vuelven loco… -Su vista se fue al suelo algo avergonzado ante mí- De verdad, por un rato, contigo, todo fue perfecto. Gracias por tu gentileza.

Los sentimientos de humildad se me agolparon en la garganta y se me subieron hasta la comisura de los labios, sonriendo tristemente.

-Por nada. Me alegra haberte ayudado por un rato… Y por favor, créeme, todo lo que “Thom” me contó; fue sólo entre él y yo. Estas a salvo conmigo… -Mis manos, con las palmas ahora abiertas hacia él, mostraban un vacío que no ocultaba nada-.

De pronto, una sonrisa brillante se le extendió por el rostro a Rob en claridad de ideas y me jaló hacia él por el hombro en un abrazo fraternal.

-Dime, Nin… -Y con su gran y traviesa sonrisa torcida contagiándome, ambos dimos unos cuantos pasos en dirección de la puerta tres- ¿Te gustaría mejorar tus boletos y viajar en primera clase conmigo?

Mis ojos se hicieron aún más grandes mientras le contestaba atragantada.

-¡¿En serio?!




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Espero les haya gustado, ¿les gustaría seguirnos en silencio y seguir presenciando el inicio de ésta inusual amistad?
Gracias por sus comentarios.
Sissy

11 comentarios:

Fafi dijo...

Huuuppiiiii!!!!
Soy primera!!!
Me encanto el capi!!!..Quiero leer más..Jeejej.
Tienes una gran amiga Sissy, Coka es una persona incleible..
Gracias por todo Coka, espero nos podamos volver a comunicar.
Saludos desde Uruguay..:)
Bss.

Anónimo dijo...

ME ENCANTA!!! CLARO QUE SI!!!
HA ESTADO GENIAL ESTE CAPI... POBRECITO.... POR LOS PELOS LO APLASTAN ENTRE TODAS.... LO QUE ME GUSTA DE ESTE FIC ES QUE NOS PODRIA PASAR A CUALQUIERA.... GRACIAS!!

COKI CULLEN ESPAÑA

Yess de Withlock dijo...

Sissy!!; vaya cada vez me dejas mas impactada, es hermoso como escribes, cada capitulo me deja deseosa de leer mas y mas, adoro, amo, este capi, tienes mucho talento, sigue escribiendo, y muchas gracias por pasarte a mi blog.. ya sabes ahi estoy para lo que se te ofrezca, hablamos pronto..
Besos..
Te quiere Yess..
PD: Saludos cokita linda hermosa.

Lisy dijo...

Sissy heres extraordinaria!!!!
Saludos desde Los Angeles Ca.
con carino deLISY

Anónimo dijo...

Que emocionante, publica mas seguido

SissyTheAngel dijo...

¡Muchas gracias a todas por sus comentarios!
En verdad es toda una aventura cada vez que Coka postea uno de los capítulos de mi cuento porque siempre estoy nerviosa de ver las reacciones de quienes lo leen.
Todas ustedes que dejan una notita con sus emociones para con cada capítulo, me animan a seguir.

Y si, Coka es genial.


Saludos: Sissy

Nad S dijo...

Genial capítulo, me encantó!!!

Saludos

Bell.mary dijo...

Me encanto el capitulo, pero sobre todo como describes la vida de Rob que pobrecito a de ser muy frustante tener que esconderte para poder tener una vida normal...
sigue adelante es una historia buenisima....
saludos y besitos.

angela dijo...

super inusuall..!! io quieroo tener una amistadd con mi Rob.. jaja xD que super historia.. toy enganchadisimaa

healcar dijo...

ME ENCANTA!!!!!! Sissy y Coka tiene talento de verdad que las felicito y gracias por escribir sigan porfa me hacen soñar

Unknown dijo...

Hola, solo queria presentarme y decir que comence a leer esta historia en luna nueva meyer y estana solo hasta el capitulo 3 y despues encontre que habia una continuacion aqui y bueno aca estoy continuando con esto que tengo que decir que me encanto desde el primer capitulo asi que nada voy a terminar de leer y a comentar. Gracias