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sábado, 29 de octubre de 2011

Mi Secreto- Capitulo 15


Decisiones… La toma de ellas o la falta de las mismas algunas veces está por encima de nosotros. Pero estar perdidos puede llevar a encontrar lo que menos se espera… Así fue para mí, yo huía por falta de determinación sobre un asunto que tenía más de tres años sin poder cerrar; él, él huía de todo para evitar ser la persona que todos esperaban debía ser. A veces, el azar, puede tomar por nosotros la decisión más inconveniente, pero también la más memorable. Mis recuerdos ya viejos hacían constancia de ello.






PERDIDA DE TIEMPO



Capitulo escrito por Sissy

Entraba a mi auto para dirigirme a la playa a ejercitarme cuando por el retrovisor miré un lujoso automóvil con identificaciones de la Summit Entertainment pasar calle arriba y en su interior, me pareció reconocer su melena a través de los cristales entintados. El corazón me saltó en el pecho al comprender lo que pasaba. Se iba.

De inmediato me puse como loca, pensé en lanzarle el coche, para que no se marchara huyendo como cobarde; ¿acaso había si quiera pensado en despedirse de mí?; no, simplemente iba a desaparecer. ¿Qué podía hacer yo si él me ignoraba? ¿Y si llamaba para preguntarle qué estaba sucediendo? ¿Y si no me contestaba? Con las manos trabadas sobre el volante quería casi gritar, la realidad era que si él había pedido al estudio que lo recogieran era porque estaba verdaderamente arrepentido de lo que había pasado entre nosotros y no quería que le estorbara más, así que buscarlo sería una idiotez de mi parte.

Como bañada por un balde de agua fría, mis manos se dirigieron casi por sí mismas sobre la ignición y la palanca de velocidades, dí marcha en reversa y no quise mirar más, de hecho me alegré de que Robert no se despidiera de mí. ¿Qué me podría decir? ¿“Hasta luego, fue genial conocerte… Gracias por los encantadores días y que tengas una buena vida...”? No. No quería oír eso.

A pesar de estar cansada y mal dormida, corrí como furiosa por la playa apenas llegué ahí; en mi mente gritaba insultos y palabras de desprecio para él y para mí misma. Una y otra vez me recordé cuánto me había prometido un par de días antes tomar las cosas como fueran y no tener remordimientos posteriores, pero me había mentido en grande, yo no era así y ahora estaba pagando la factura por creerme tan fuerte y tan especial que hasta Robert Pattinson podría querer algo conmigo más allá de unas cuantas bromas y un acostón. ¡Idiota! ¡Estúpida!

Debí haber corrido por mucho tiempo porque las piernas me temblaban tanto que sentía me iba a caer en cualquier momento y de plano me desplomé sobre el pasto cerca del stand de bebidas y tuve que poner la cabeza entre las rodillas para recuperarme de las nauseas de agotamiento. El sol estaba ya tan alto que me arrastré hacia la sombra del stand mientras me arrepentía de mi exceso al pensar que aún tendría que regresar al auto a pie. Aún con débil, pedí un refresco revitalizante y tras 15 silenciosos minutos, emprendí el camino de regreso hasta el coche.

Conforme me acercaba a casa me iba sintiendo aturdida de tanto pensar. A ratos me parecía que me portaba como una adolescente dramática y otras molesta, ridícula y absurda.

De mala gana entré y saludé con un monosílabo a la Señora Juanita que hacía el aseo mientras subía las escaleras; me encerré en la ducha y cuando el agua tibia tocó mi piel, poco a poco se fueron destensando no sólo mis dolidos músculos, sino mi corazón y lloré. Lloré durante todo el rato. Lloré por mí, por mis ilusiones; lloré por Robert, por recordarlo no sólo en mi piel, sino en mi corazón; lloré por Imanol, por haberme roto la misma alma y querer pegar sus pedazos buscando mi amor; lloré por todo lo que tenía y lo que no tenía y al final, ya sólo lloré sin pensar más. Cuando el agua comenzó a salir fría mucho tiempo después, paré de llorar pero me sentía agotada y entumida de adentro hacia fuera; me envolví en mi bata y me encerré en la pieza para tumbarme en la cama; aquella imposibilidad de sentir no me permitió darme cuenta cuando me quedé dormida en silencio.

Desperté cuando oí a mi hermano tocar a mi puerta y prometí estar con él en un poco más para sentarnos a comer. La cabeza me dolía seguramente por dormirme con el cabello húmedo y enredado en la toalla y además sentía los ojos hinchados. Me eché encima algo de ropa sin fijarme y apenas si hablé con Arturo durante el rato que compartimos; cuando me preguntó tratando de animarme si iba a salir de nuevo con Thomas lo miré inexpresiva y mascullé un “no”. Mi hermano encarnó una ceja intuitivamente y no tocó más el tema; el resto del tiempo estuvo él tratando de llenar el silencio con anécdotas familiares y preguntas sobre la vida en casa, lo cuál agradecí. Sólo al final, cuando guardábamos los trastes lavados, me abrazó de repente y con un suave beso en la frente me dijo simplemente: “Ánimo pequeña”.

Mi alma tembló de emoción y le devolví el abrazo bien apretado mientras le agradecía. Una hora más tarde partió hacia su consultorio y yo me quedé otra vez sola en casa con mis pensamientos.

Medité de nuevo en lo dicho la noche anterior y quise analizar hasta la última posibilidad de las palabras dichas. Tenía al menos que concederle que había sido honesto, cosa que pocos hombres en las circunstancias lo eran y me pareció que, a pesar de haberse acostado conmigo, era un tipo decente al sentirse mal por su infidelidad. Yo siempre había sabido de su relación y sus sentimientos hacia Kristen y no debí engañarme con espejismos, había sido mi culpa tanto como la de él; había dejado que se borraran los límites de lo que se llama amistad y le había permitido tener más de mí de lo que yo solía con cualquiera. La verdad era que, a pesar de mis veintisiete años, no había tenido a muchos hombres en la intimidad y no sabía manejar algo como lo que había vivido con Rob. Traté de hablarme a mí misma y hacerme entender que estaba bien y que en realidad él no me había usado, porque la rara era yo, la anticuada era yo, y yo era quien estaba haciendo un drama gigantesco para con el chico…. “El Chico…”, si Robert era cinco años menor que yo y las relaciones casuales seguro eran de lo más normal para alguien de su edad… Y aún así, procuraba ser fiel… Más de lo que yo estaba haciendo por Imanol… Lo cuál hizo que me remordiera la conciencia aún más.

Con todo ése diálogo y embrollo en mi cabeza caminé mil veces por toda la casa hasta que anocheció y mi hermano estuvo de vuelta una vez más. Ésta vez procuré ser más amena durante la cena y devolverle el cariño con que me había tratado, aún así, más tarde ésa noche, mi cama sola se sentía helada.

Al apagar mi alarma la siguiente mañana mi mente miró con desdén al reloj y dictó, “martes, insípido martes…”. Me levanté para acompañar a Artie al desayuno y desearle buen día en pijama, con calma me preparé para salir a correr por la playa, que a fin de cuentas me hacía mucho bien y me ayudaba a alivianar el espíritu de verdad.

Salí tarde del fraccionamiento y no pude evitar mirar calle abajo hacia el departamento donde había estado Rob con tristeza, mi corazón dolió de nuevo y le extrañé terriblemente al tener tantos recuerdos de él, y no sólo del maravilloso sábado; sino de nuestra camaradería y cariños.

De nuevo corrí de más, pero ésta vez el ejercicio me sentó al ánimo y al terminar me sentí más tranquila con todo lo que había pensado el día anterior. Aún así, cuando regresaba a casa añoré desesperadamente a todo él.

Apenas entraba a casa cuando la señora Juanita se me acercó.

-Señorita Nina, vino un joven a buscarla.

Torcí el gesto sorprendida al oír eso, ya que no lo esperaba e imaginé un montón de cosas antes de que ella pudiera seguir hablando. Detuve mi mente en seco para poder escucharla.

-¿Sí? ¿Qué quería?

-¡Qué muchacho más guapo, Señorita Nin! Hasta se parecía al actor ése de las películas de Twilight… Traía una maleta y…

Yo sólo rodé lo ojos al oírla y la interrumpí sin pensar.

-¿Y? ¿Vino a despedirse sabiendo que no estaría en casa, verdad?

-¡Ah! ¿Qué? No. Vino a pedir le regalará detergente y suavizante y cuando le dije que no estaba usted, me preguntó por una lavandería por aquí cerca porque iba a pié.

¿¡Qué, qué¡? Pestañeé varias veces para procesar lo que había oído. ¿Robert no se había ido?

-¿A dónde lo mandó?,-dije mientras apretaba el llavero en la mano llena de emoción-.

-¡Ah, si! Le dije de una que había una como a dos paradas del bus que sale a cuatro cuadras de aquí.

Casi le salto encima para que me explicara bien como llegar ahí manejando y unos momentos después ya estaba yo saliendo por el portón del fraccionamiento. Estaba tan feliz que contenerme no era una opción ante la posibilidad de verlo de nuevo; ¡ya vería yo que me inventaba cuando lo tuviera de frente!

Era ya el medio día y el tráfico de la zona empezaba a notarse mientras yo me concentraba en seguir las instrucciones para no perderme y esperaba pronto llegar ahí. Luego de casi unos veinte minutos me pareció ver la dichosa lavandería en la acera de enfrente y busqué con la mirada un espacio para estacionarme cerca.

Algo extraño ocurrió, apenas había cerrado la puerta con llave y miraba la calle para cruzar, cuando vi a Rob salir apresurado del local forcejeando por su maleta con un par de mujeres que le gritaban y reían como locas mientras que una más lo intentaba agarrar por el brazo desesperada.

Me quedé como congelada ante la imagen grotesca al otro lado de la calle y de repente levanté mi brazo para llamarle la atención mientras gritaba su nombre. Lo vi levantar su cabeza en mi dirección y mirarme angustiado para luego abrir la boca sorprendido; con un fuerte jalón tiró de su maleta y logrando zafarla de las mujeres corrió en mi dirección sin poner mucha atención al tráfico que le pitaba por su imprudencia. Yo abrí de inmediato los seguros y no me metí al auto hasta que él lo hizo con las mujeres pisándole los talones. Aferrado a su maleta y al tablero del auto volteó a verme aliviado mientras yo encendía el motor.

-No sabes cuanto me alegro de verte.

-Puedo imaginármelo.

Yo arranqué dejando atrás los golpeteos de las locas esas en mis ventanas y simplemente manejé hasta que sentí que estábamos lo suficientemente lejos.

-¿Cómo supiste que estaba ahí? Bueno, olvídalo, la señora del aseo, ¿no?

Yo asentí mirando nerviosa tratando de orientarme.

-Pensé que sería agradable un aventón de regreso, ella mencionó la maleta.

Él suspiró fastidiado.

-Si, sólo que ahora viene considerablemente más ligera; perdí casi la mitad de ella cuando ésas fanáticas empezaron a acosarme y tratar de quedarse con mi ropa… Ahora estarán satisfechas y repartiéndose el botín, supongo.

Lo miré sorprendida una vez más al darme cuenta lo molesto que podía ser la fama y lo terrible que actuamos algunas personas al respecto.

-Lamento que hayas perdido tus cosas, supongo que ahora vas a tener que reponerla, ¿verdad?

Me miró como a una loca por encima de la maleta.

-¿En serio crees que yo puedo andar por ahí en un centro comercial sin que pase algo similar? Hace mucho que no compro nada y por eso me quedé con toda la ropa de Edward que se ha usado hasta ahora. ¡Demonios! Había una camiseta ahí que adoraba… ¡Mmm! Creo que hasta perdí algo de ropa interior al salir corriendo.

Ahora fui yo quién lo miró extraño y algo divertida sin poder evitarlo.

-Oye, ¿acaso no has oído de los compradores personales? Supongo que tú podrías tener uno.

-Sí, pero no me gusta… En fin, en unos días más regreso a L.A. y ahí podré pedir ayuda…

-O… podrías intentar entrar no a un Mall, sino a una pequeña boutique y probar suerte.

-Si… Sabes, voy a odiar si mañana veo mi ropa de venta en E-Bay.

No pude evitar reírme ante lo ridículo y posible a la vez de la idea y él me miró molesto al principio para luego unírseme en la risa.

-Lo siento Rob, -dije tratando de contenerme- es que la imagen es hilarante… “Camiseta sucia de Robert Pattinson”. “Valor inicial, $100 dólares”.

-Supongo que mis boxers serán sólo objeto de deseo en un Blog.

Reí a carcajadas antes de contestarle.

-Espero que al menos tengan la decencia de lavarlos antes de enmarcarlos entre dos cristales y tu foto.

-¡Ewwww! ¡Eres peor que yo de sucia! -Dijo fingiendo estar asqueado y riendo burlón; luego ambos comenzamos a reímos sin control ante la imagen y llegamos hasta las lágrimas mientras manejaba sin rumbo. Finalmente exhalé lo última de una risa ahogada y me encogí de hombros preocupada al darme cuenta de repente de que no tenía idea dónde estábamos.

-Espera, -le miré angustiada- creo que nos perdimos.

Busqué el modo de orillarme y paré el auto sintiéndome bastante nerviosa.

-Busca alguna señal, yo tengo GPS en mi Blackberry.

Mientras buscaba con la vista algún letrero mi estómago hizo un estrepitoso ruido ya que el jugo y el mordisco de pan que había ingerido ya hacía un rato evidentemente no habían sido suficientes para toda la actividad que había hecho. Mis mejillas se sonrojaron hasta el punto que sentí las orejas calientes de vergüenza y lo miré espantada. Robert soltó una carcajada al mirarme y atacó sin piedad.

-Supongo que a tu estómago no le importa estar perdidos, ¿verdad? ¡Qué desconsiderado de su parte!

Yo reí nerviosa.

-Lo lamento, es que corrí demasiado hoy y bueno…

-Tú y tu ejercicio… Si perdí mi ropa es por tu culpa… -lo miré intrigada-. Sí, no me mires con cara de inocencia; si tuve que lavar ropa antes de tiempo es por que no contaba con intentar quedar bien con alguien y sudar hasta el punto de no poder reusar casi todo lo que traía conmigo.

Reí divertida ante su comentario y me tranquilicé un poco.

-Anda, -me dijo- que nos paramos por ahí a comprar algo para ti y luego nos regresamos, ¿ok?

Ante los amenazantes ruidos de mis tripas acepté su propuesta y con ayuda del dichoso dispositivo en su teléfono dimos con una tienda de conveniencia en el camino y compré algo rápidamente mientras él esperaba en el auto por ser ya la hora del almuerzo y haber demasiada gente en todos lados.

Nos bajamos en un pequeño parque y nos sentamos a conversar mientras comía mi sándwich; fue entonces que los nervios volvieron y se hizo un silencio incómodo hasta que él lo rompió.

-Bueno Nin, de nuevo, gracias por aparecer tan oportunamente en la lavandería, pero, sin querer sonar malagradecido, ¿por qué fuiste por mí?

Yo engullí un bocado de mi sándwich y aproveché para rápidamente pensar si hablaba con sinceridad o de nuevo daba una excusa falsa.

-Bueno, si en verdad quieres saberlo… Yo pensaba que te habías ido.

Me miró sorprendido.

-Sí, es que ayer te vi irte en un auto de la compañía.

-¿Cómo?

-Yo estaba en mi auto y te vi por el retrovisor cuando salían del fraccionamiento.

Él hizo un gesto elocuente con la cabeza como buscando comprender.

-¡Oh! Sí. Hice un viaje de ida y vuelta a Los Ángeles ayer; le hicieron unas modificaciones al guión y tenía que recogerlas personalmente. Tú sabes… Después de la fuga de “Midnight Sun” han sido muy precavidos para todo eso.

De repente me sentí como una tonta; todo el día anterior había estado deprimida pensando que yo no valía ni siquiera un “adiós” y resultaba que sólo había sido una histérica mal pensada.

-¡¿Creíste que me iría sin despedirme de ti?! -Me miró incrédulo- Por favor, no soy tan mal educado.

-Bueno, es que, después de nuestra última charla… Podría ser… En realidad no sé bien como eres para ése tipo de cosas.

-Oye Nin, no soy un patán y si crees que aún necesitas más disculpas de mi parte por lo que pasó… Bueno, pues aquí estoy.

Aquello era ridículo, ¿me estaba pidiendo perdón? De verdad, no podía ser…

-No, calma Robert. Sí, agradezco esa disculpa pero calma. Si te fui a buscar fue porque a mi me pareció que el hecho de que fueras a mi casa a buscar “detergente y suavizante” no era más que un pretexto, ¿no?

Le miré inquisitiva y él se removió un nervioso pero luego elevó el rostro y me sostuvo la mirada.

-Si… Tienes razón. Quería verte, saber como estabas…

Me conmoví al oírlo, pero tampoco quise volver a alocarme por nada, ya estaba bueno de ser una niñita.

-Pues por eso te fui a buscar.

-Y tú... bueno, ¿entonces, estamos bien? - Me miró esperanzado-.

Lo miré en blanco y de repente me sorprendí al darme cuenta de mis propios sentimientos al oírme contestar con sinceridad.

-Sí, Rob, estamos bien.

Le bajó la mirada de nuevo un instante y sonrió suavemente mientras exhalaba.

-Me alegro, porque, la verdad, te extrañé. -Aún con la cabeza gacha me miró y sonrió coqueto e inocentón-.

-Me parece muy bien, porque me lo merezco.

Él comenzó a reír socarronamente.

-¡Ah! Pero hazme un favor Robert. No hagas más intentos porque te aplaste una turba de fans enloquecidas, ¿okay? Eso de salvarte ya se está volviendo algo monótono…

Reí esperando aligerar la tensión y me sentí mejor. Él también lo hizo y miró al cielo mientras levantaba una mano.

-Prometido. Y si algo me pasa sin poder evitarlo te dejo a ti toda mi ropa sucia como regalo por las molestias causadas para que las vendas por E-Bay y te compres algo lindo.

Solté una carcajada ante lo bobo de su comentario y él se rió conmigo, satisfecho de su propio chiste.

Terminé mi lunch y nos levantamos de ahí aún riendo. De repente Rob hizo un intento para abrazarme que me tomó por sorpresa y me sacudí sin poder evitarlo, pero al mirarlo me topé con su sonrisa burlona mientras él hacía como que me olfateaba.

-Ewww… Alguien por aquí necesita bañarse y no soy yo… Y eso que tengo fama de sucio.

Cerré los ojos con los labios apretados mortificada, sí, era cierto, aún traía la ropa deportiva y olía fatal a sudor.

-Anda, bonito, -le espeté- no molestes o te devuelvo a la lavandería.

Robert rió con más gansa aún y se lanzó sobre mí para darme un abrazo por el costado y pegarme a su lado.

-¡Nah! Si eres tan adorable que aún así, apestosa y todo, te podría dar un beso, -fingió olisquearme un poco más- aunque pensándolo bien… - Y soltó una carcajada mientras yo lo empujaba con un codazo.

-¡Eres imposible Robert Pattinson!

-Pero de todas formas te encanto, ¿verdad?

-¡Vanidoso!

Se rió estrepitosamente y no pude más que unírmele. Así, de nuevo amigos, volvimos al auto para dirigirnos a casa.
_________________________________

Mmmm… ¿De verdad alguien querría comprar su ropa sucia?

¡Ja ja ja! Me muero de risa si eso algún día le pasa de verdad.



Cariños: Sissy

8 comentarios:

LISY dijo...

Yo si la compraria especialmente... ....su camisa azul , Ja ja ja, y su olor estaria en su ropa, sobre todo en la interior ja ja ja.

Pobre Rob, no puede salir por miedo a la gente. Mujeres ataconas! ni viendolo asustado y con el panico en la mirada, dejan en paz al chamaco.

Sissy, que buen capitulo nos has dado, esta divertido de verdad!

Besos y abrazos,

LISY

Anónimo dijo...

Jajajaja que capitulo tan divertido!! Me encanta esta historia y que bueno que ya esten bien! Ya veremos que pasa! Felicidades por tu trabajo! Saludos
Ma. Veronica

Sissy dijo...

Je je je... Creo que a veces tengo un sentido del humor un poco raro. ¡Ah, pero cómo me divierto...!

Yo creo que también me gustaría comprar alguna pieza suya y guardarla sólo para mi... ¡Estoy re-loca! ¡Noooo! Si los hombres con sonrisa de niño travieso como él y de risa contagiosa, son mi perdición; ¡y para colmo, a éste le conocí interpretando a Edward...! ¡Uff!

Un beso chicas,y ya estoy muy nerviosa pensando qué van a opinar del siguiente capi cuando se publique... :S

Y como siempre, un enorme agradecimiento a ti, mi Coka, por empujarme a contar la historia y encima, darme hogar en tu casa para ello. Te quiero amiga.

Cariños: Sissy

nydia dijo...

jajajaja dios que sentido del humor me e reido como nunca,me encanta ,lo haces genial nena,sigue asi....Besos....Cuidate...

Bell.mary dijo...

Que capitulo tan divertido y la verdad yo creo que si tambien compraria algo de su ropa como dijo Lisy yo amo su camisa azul.........
me gusto mucho que al final siguieron siendo tan amigos y llevandose tan bien como siempre, pobre siempre tiene que aguatar a las fans que no lo dejan ni respirar........
Besos Sissy para ti y para tu beba, cuidate mucho.

Axavenus dijo...

Sisy,

Precioso el capítulo, ahhh (miles de suspiros) en que quedara todo esto... increible...

Besos!

Axavenus

Anónimo dijo...

buenoooo jajajaj siguelaaaa..att:violett

healcar dijo...

que lindo este capitulo, yo si compraba su ropa sucia o no principalmente la chaqueta jajajajaja.