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lunes, 2 de febrero de 2015

Dulce Rendicion - Capitulo 2


Un Asesinato sin resolver y muchas intrigas.
Bajo el engañosamente suave exterior, Bella Swan es una mujer que sabe exactamente lo que quiere. Un hombre fuerte que la tome sin preguntar, porque está dispuesta a darlo todo...

El policía de Dallas Edward Masen, está en una misión secreta: encontrar el hombre que mató a su compañero y llevarlo ante la justicia. Hasta ahora, ha encontrado un vínculo entre el asesino y Bella, y si Edward ha de acercarse a ella para atrapar al asesino, que así sea.

Una adaptación de Krizia a la novela de Maya Banks "Sweet Surrender"


CAPITULO 2

HOUSTON, TEXAS

Isabella Swan se acurrucó en el brazo inerte de John e intentó, e intentó muy fuerte que la decepción no se precipitase por ella.

Su amante era suave, desde la respiración que se oía en el cuarto, hasta al llevarla más cerca de su pecho. Su mano se rizó fue a su pelo, acariciando la parte posterior de su cuello.

Ella apretó su mejilla contra él y trató de relajarse. Intentando encontrar alguna medida de alegría después de sus relaciones sexuales.

— ¿Ha sido bueno para ti?—susurró él.

—Sí—ella mintió. Bueno, no era verdadero y era mentira. Ella las había tenido seguramente peores, y John era un amante considerado. Pero era muy pasivo.

Ella suspiró y rodó sobre su espalda mirando al techo. ¿Qué estaba mal con ella? ¿Por qué no podía encontrar la satisfacción? ¿Por qué tenía tanto miedo de empujar más?

—Bella, he estado pensando.

Ella volvió su cabeza a John. El pánico golpeó en el centro de su pecho. Seguramente nada bueno venía de un hombre que decía que había estado pensando. Los hombres simplemente no pensaban, y ciertamente no eran propensos a expresar sus pensamientos en conversaciones de almohada.

Él se movió hasta ponerse de lado mirándola.

—Yo también he estado pensando, John—dijo abruptamente. El levantó la ceja.

—Tú primero.

Ella se levantó sobre su codo y le miró nerviosamente hacia él, Su mente corrió para llegar a encontrar una forma coherente para poner en práctica lo que ella quería decirle.

— ¿Por qué no planeas nuestra cita de mañana por la noche? Puedes decidir donde me llevarías, donde cenar. Y tal vez después podríamos volver aquí y tú podrías… no sé, atarme, o hacer algo perverso. Básicamente todo lo que quieras hacer. Es tu elección…

Qué desastre. ¿Podría haberlo dicho más torpemente? Ella se mordía el labio mientras esperaba su respuesta.

Sus ojos se ensancharon. ¿Era de sorpresa o por entusiasmo?

—Uhm, no estoy seguro de seguirte—dijo él con inquietud. Definitivamente no entusiasmado.

—Quiero que te hagas cargo—dijo en voz baja. Él se sentó en la cama y se frotó lo cabeza.

—Bella, ¿por todos los santos de donde vino esto?

Sus mejillas ardían y ella tragó. Dios, ella se sentía estúpida. No hay nada mejor como enviar a un hombre corriendo en dirección contraria.

— ¿Estás infeliz del modo en cómo están las cosas? ¿Es eso lo que estás tratando de decirme?—le preguntó.

Ella pensó en mentirle y retroceder. Es lo que había hecho en su última relación. Y antes de esa. Pero eso no conducía a ninguna parte.

—Yo no diría infeliz. Exactamente…

—Entonces ¿cómo lo llamarías?—apuntó él.

—No estoy satisfecha—dijo en voz baja.

— ¿Quieres decir sexualmente?

Ella alzó la vista para ver que la miraba atentamente, con irritación calentando sus ojos.

—No. No se trata sólo de sexo, John. Si lo fuera, tal vez yo podría tratar con ello. Es más que eso. Quiero… yo quiero a un hombre que pueda tomar el mando. Que tome decisiones. Que se haga… con el control. Y no sólo en el dormitorio.

—Y yo no soy ese hombre.

Ella retorció sus dedos, flexionándolos y apretándolos.

—No, no lo has sido.

Él maldijo en voz baja.

— ¿Quieres que cambie?

Ella le miró con tristeza.

—No. Eso no es justo. Para ti o para mí. Supongo… supongo que yo sólo esperaba que tal vez tú podrías ser ese hombre.

—Maldita sea, Bella, lo haces parecer como si estuvieras terminando entre nosotros. ¿Qué es eso? ¿Alguna fantasía que quieres que yo represente? Puedo hacer eso. Quieres decir si quieres que yo juegue ese papel, pero no ha sonado como si lo quisieras en una situación temporal.

Ella negó con la cabeza.

—No, no lo hago. Quiero, no, necesito esto. Y esta es la cosa. Ha había hombres que estarían más que dispuestos a pasar una noche jugando a ser el macho dominante, pero terminaba ahí. —Se inclinó hacia delante, dispuesto a entender. — ¿Tiene sentido?

Se frotó una mano sobre su cara y sus ojos con gesto cansado.

—Sí, tiene sentido.

Ella se estiró para tocarle y él se estremeció lejos de ella.

—No sé qué decir. ¿Estás enfadado?

Un sonido áspero escapó de sus labios cuando suspiró.

—No. Sí. Demonios, no sé. Siento que me dejaste caer un maldito yunque en mi cabeza.

Él extendió la mano y ahuecó su barbilla en ella. Le acarició el pulgar sobre la mejilla mientras la miraba fijamente a los ojos.

—Yo sabía…. Yo sabía que algo no estaba bien entre nosotros. No me esperaba esto, pero yo sabía que no eras tan feliz como podrías ser. O deberías ser. Quiero que seas feliz, Bella. Demonios, quiero ser feliz. Y creo que no lo hacemos el uno por el otro.

Él arqueó las comisuras de su boca en una mueca de sonrisa y ella se relajó.

—Tú no estabas satisfecho tampoco—acusó ella.

Su sonrisa se convirtió en una mueca triste.

—Creo que no te meterás en problemas por decir que no entonces.

Ella se dejó caer hacia atrás en la cama y dejó escapar una risita.

—No hacemos una buena pareja. Estando aquí desnudos después del sexo, rompiendo.
Se inclinó sobre ella, su expresión seria.

—Eres una mujer increíble, Bella. Yo había esperado más para nosotros, y admiro el coraje que tuviste para decirme lo que querías.

— ¿Así que no crees que soy una psicópata pervertida?

—No, pero quiero que me prometas que vas a tener cuidado. Hay muchos hombres ahí fuera que se aprovecharían del tipo de situación que tu quieres. Ellos no buscarían tu placer o tu mejor interés en el fondo.

—Gracias, John—dijo ella suavemente cuando alcanzó hasta tocarle la cara.

Él se inclinó y besó su mejilla antes de salir de la cama para vestirse.

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Bella se sentó detrás de su escritorio en Seguridad Swan e Hijos, mordisqueando distraídamente su lápiz. La oficina estaba tranquila hoy. Pop y los demás estaban en un posible trabajo con el chico nuevo, y ella se quedó sola para reflexionar. Nunca era bueno.

John la había dejado la noche anterior en vez de quedarse como el habitualmente lo haría. Pero ahora, al romper era una forma de empujar a un hombre de la cama. Ella podría consolarse con el hecho de que, al parecer, había estado tan insatisfecho como ella, por lo que ella dudaba que estuviera sufriendo por un corazón roto.

Ella, por otra parte, ella estaba de nuevo en camino de buscar un dom. Tal vez había sido demasiado sutil. Demasiado temerosa. Demasiado avergonzada de sus necesidades y deseos. Ciertamente, no era algo que ella jamás hubiera discutido con sus amigas, no es que ella hubiera tenido muchas. Probablemente votarían por echarla de la liga de mujeres por oír sólo lo que Bella esperaba de un hombre. La noche anterior había sido la primera vez que expresó sus deseos oscuros que flotaban en su cabeza. No es que ella hubiera entrado en detalles. Sólo la breve mención de esto había hecho que sus mejillas ardieran con la vergüenza.

Pero esto tenía que terminarse. Ahora.

La sutileza no era su amigo. No iría a ninguna parte con los hombres con los que había estado implicada. La insinuación y la esperanza no era el camino. No, ella tendría que ser más activa. Más contundente. Si no dejaba claro lo que ella quería, entonces, ¿cómo podría esperar conseguirlo alguna vez?

El teléfono interrumpió su línea de pensamientos melancólicos, y ella lo levantó, agradecida por ello.

—Swan e Hijos—saludó ella.

—Hola cariño, soy mamá.

El corazón de Bella se desplomó. Una náusea comenzó a hincharse en su estómago, y ella tuvo que frenar la necesidad física de colgar de nuevo el teléfono. Dios, había pasado un año desde que había tenido noticias de su madre. Un año sin histerias, sin acciones de mártir, sin falsas excusas.

—Mamá—dijo con voz débil. — ¿Cómo estás?—Pregunta estúpida. Su madre nunca estaba bien. Siempre había una crisis.

—Tengo un problema, Bella. Necesito tu ayuda.

Bella cerró sus ojos y se mordió el labio. Por el receptor, ella oyó el sonido de coches pasando en una carretera. ¿Estaba su madre en una cabina telefónica? Lo más probable es que Reneé no se pudiera permitir un teléfono celular.

No preguntes, Bella. Ninguna pregunta. Tú no quieres saberlo de cualquier manera.

— ¿Bella, estás ahí?

—Estoy aquí—susurró Bella. Si sólo no hubiera contestado el teléfono.

—Necesito que me prestes un poco de dinero, pequeña. Sólo un poco para ayudarme hasta que consiga otro trabajo y un lugar para vivir.

Bella tragó de nuevo la dura decepción y cerró los ojos para acallar el aguijón de las lágrimas. Tan tonto como esperar que un día Reneé Martin consiguiera hacer algo bien, Bella se aferraba a ello, sin embargo.

¿Por qué no podría ella tener una madre? Una verdadera madre. Alguien no tan empeñado en meter la pata todo el tiempo, y que pudiera tener una verdadera relación con su hija.

—Bella, yo de verdad lo necesito esta vez, cielo. Te lo devolveré, por supuesto.

Por supuesto. Qué risa. La mano de Bella apretó el receptor del teléfono hasta que un dolor agudo subió por su brazo.

—No esta vez, mamá—dijo Bella, sorprendiéndose a sí misma por su negativa.

La pausa larga, silenciosa cayó sobre la línea, le dijo a Bella que su madre estaba sorprendida.

—Pero mi amor, necesito dinero para salir adelante.

La desesperación ribeteó en la voz de Reneé. Ella se hizo más fuerte.

—Yo te dije que te lo devolvería. Tengo que encontrar un lugar para vivir, comprar gasolina y alimentos. Tan pronto como esté instalada y encuentre otro trabajo, estaré bien.

—Eso es lo que dices cada vez—dijo Bella silenciosamente. —Sólo que esto nunca se termina. No puedo seguir ayudándote. Es tiempo de que tomes un poco de responsabilidad sobre ti misma.

Antes de que Reneé pudiera responder, Bella suavemente colgó el teléfono en el receptor. Sus manos temblaban cuando se apartó del escritorio.

— ¿Está todo bien?

Ella sacudió su cabeza cuando oyó la voz extraña. Apoyado en el marco de la puerta de su oficina había un hombre. Y no cualquier hombre. Llenaba la puerta entera.

— ¿P—puedo ayudarle?

Él se enderezó y caminó la distancia restante hasta su escritorio. Le tendió la mano a ella.
—Edward Masen. El chico nuevo.

Su boca formo una O. Ella deslizó su mano en la de él y en vez de sacudirla, él se limitó a agarrarla y la apretó suavemente.

—Soy Bella Swan.

Él sonrió, y sus ojos verdes brillaban en ella.

—Lo sé.

Ella dejó escapar un suspiro.

—Por supuesto, tú lo sabes. Soy la única mujer que trabaja aquí, así que no podría ser nadie más.

— ¿Interrumpo algo?—preguntó mientras dejaba su mano y hacía gestos hacia el teléfono. —Parecías disgustada.

Ella sacudió la cabeza y siguió mirándole. Oh Dios, era un tipo intimidante.

—No fue nada. ¿Había algo que quisieras?

El teléfono sonó, y ella se puso de pie en un salto. La náusea en su estómago volvió como una venganza. Probablemente era su madre. Ella siguió mirando el teléfono, poco dispuesta a contestarlo, no queriendo lidiar con una madre sobreexcitada que la manipulaba a cada instante.

Una mano grande cubrió el receptor y lo levantó.

—Swan—dijo Edward. Hubo una larga pausa y miró a Bella, con esa mirada ardiente. —Lo siento, pero ella salió un momento. ¿Puedo cogerle el mensaje?

Por favor, por favor, no dejes un mensaje. Ella no podía tener ahora una perorata histérica de su madre. No con un completo desconocido.

Edward colgó el teléfono.

—Gracias—dijo en voz baja.

—No hay problema. ¿Estás bien? Tengo la impresión de que definitivamente no querías hablar con quien quiera que estuvieras hablando al teléfono antes.

Ella se estremeció mientras él seguía mirándola con esos ojos verdes intensos.

—Estoy bien. De verdad. Ahora, ¿había algo que querías?—le preguntó ella otra vez.

Las comisuras de su boca se torcieron en una sonrisa divertida.

— ¿Estás tratando de deshacerte de mí?

Ella se ruborizó.

—Lo siento, por supuesto que no. Estoy contenta de estar contigo. He oído mucho acerca de ti. ¿Ya te has instalado? No te he visto en la oficina.

Cállate, Bella. Ella quiso dejar caer su cabeza sobre el escritorio. Parecía que tenía una cabeza hueca totalmente.

Él aclaró su garganta.

—También estoy contento de encontrarme contigo. También he oído mucho de ti, a Charlie y Jacob. Me he mudado a un buen apartamento, y esta es la primera vez que estoy en la oficina.

Sus ojos brillaban mientras seguía mirándola con una sonrisa. Hermosos ojos también. Verde profundo y rico. Llevaba el pelo corto, de punta ligeramente en la parte superior. Probablemente no tenía más que frotar una toalla sobre él, y pasar el peine en una dirección, y quedaría así.

— ¿Podría tener la esperanza que me enseñaras mi oficina?

Ella parpadeó y se apartó de la lenta lectura que estaba haciendo de sus atributos. Se puso de pie, golpeando su rodilla contra la mesa. El dolor se disparó por el muslo, y ella hizo una mueca.

Él arqueó una ceja, pero no dijo nada. Ella abrió el cajón superior del escritorio y rebuscó unos segundos antes de sacar un juego de llaves.

—Estas son las llaves de tu oficina y del edificio. Estoy segura de que Charlie te ha dado los códigos de seguridad, pero si no es así, te los anotaré.

Ella las empujó hacia él, y su mano se cerró alrededor de la suya una vez más. Un hormigueo caliente pasó a través de su piel cuando su pulgar rozó sus nudillos. Ella tiró de su mano hacia atrás y caminó alrededor del escritorio hacia la puerta. Cuando llegó al pasillo, ella se volvió hacia atrás para ver si la seguía mirando. Estaba bastante segura de que le había estado echando un vistazo a su culo, pero tan pronto como se había girado, él tiró de su mirada hacia arriba.

—Si me sigues, te mostraré tu oficina.

Se apartó de donde se había apoyado en el extremo de su escritorio y comenzó a ir hacia ella. Ella se giró y camino tres puertas abajo, a la oficina vacía, que había sido adjudicada para él.

Ella abrió la puerta, pero no entró en el interior. Ella hizo gestos con la mano.

—Aquí la tienes. Si necesitas algo, avísame.

—Lo haré—dijo él en voz baja mientras caminaba hacia ella.

Edward sintió su mirada, sabía que ella le miraba cuando se movió dentro de la puerta.

Ellos habían tomado nota de su aspecto. Cuando Mick le había dado detalles de Bella Swan, Edward no había esperado que fuera tan hermosa. O con un aspecto tan inocente.

—Uhm, regresaré a mi oficina ahora. Mira a tu alrededor. Y si necesitas algo, solo grita.

Se volvió para ver su oficina mientras se iba ella por el pasillo. El sacudió la cabeza y sonrió para sus adentros. Él la ponía nerviosa. Había estado en el borde desde que él entro en la oficina. Después de que estuvo seguro que ella se había ido, se giró para cerrar la puerta y tomó su teléfono celular para llamar a Mick.

—Finalmente me reuní con Bella Swan—dijo tan pronto como Mick contestó.

— ¿Y?

—No es como yo esperaba—admitió Edward.

— ¿Qué quieres decir?

Edward se detuvo y conjuró la imagen de ella sentada en su oficina, su rostro una máscara de malestar. Su angustia le molestaba más de lo que quería admitir.

—Ella es joven. Bastante. Parece agradable. De aspecto saludable. Según Charlie ella es muy inteligente y de buen corazón.

Él oyó el suspiro de Mick de impaciencia.

— ¿Has llegado a algo con las escuchas telefónicas? ¿Sabes si ha llamado su madre?

—Yo sólo conseguí el acceso a la oficina hoy. Aprovecharé a pinchar su teléfono aquí y en su piso tan pronto como pueda conseguir hacerlo. Y creo que su madre puede haber llamado hoy.

La respiración de Mick se aceleró, haciéndose eco en la línea telefónica.

— ¿Estás seguro? ¿Qué dijo?

—No tengo ni idea. Entré cuando ella estaba al teléfono, y ella dijo muy poco. Pero ella estaba visiblemente molesta. Colgó en un punto de la conversación, y cuando el teléfono volvió a sonar, se negó a responder. Lo cogí, y una mujer preguntó por ella, pero rechazó dejar un mensaje cuando le dije que Bella no estaba disponible.

— ¿Por qué diablos no la pasaste con Bella?—preguntó Mick con exasperación.

—Porque ella no lo habría hecho—dijo Edward. —Se paciente, Mick. Llegaré al fondo de esto. Te lo prometo. Dame un par de días para obtener las llaves de su piso. Estos tipos no se sientan con los brazos cruzados. Voy a tener que tener cuidado.

—Avísame cuando averigües algo—dijo Mick.

—Lo haré.

Colgó, y Edward metió el teléfono en el bolsillo. Se quedó allí un momento, reflexionando lo que tenía que hacer. Para su sorpresa, un sentimiento de culpa le atormentaba. Le mordía su culo como un pit bull.

A él le gustaba Charlie. Le gustaba el trabajo, aunque lo obtuviera bajo falsos pretextos. Encajaba bien con el equipo de Charlie. Jacob, Jasper y Emmett eran de su edad, y tenían mucho en común. Por primera vez, se preguntó si volvería a la fuerza policial, y si realmente era lo que él quería. No sería lo mismo sin Alex.

Alex.

La única palabra que se filtró a través de su mente y le trajo una oleada de dolor, que él había tratado de bloquear desde el funeral, pero últimamente no había tenido éxito. Edward cerró los ojos. La idea del asesino de Alex por ahí. Libre. Evadiendo a la justicia. Edward había visto a los suficientes chicos malos ganar en el barrio de mierda, en el que lamentablemente él había crecido. Él no iba a dejar que sucediera de nuevo. Esta vez era personal.

—Uh, ¿Edward?

Alzó la vista para ver a Bella en la puerta de su oficina. Su mirada parpadeó abajo por sus largas piernas enfundadas en unos ajustados vaqueros. El jersey de cuello de cisne se ajustaba a sus curvas en los lugares correctos. Él se movió incómodo en su silla, y apartó las imágenes de su cuerpo de su mente.

— ¿Qué pasa?—preguntó, con la esperanza de parecer bastante despreocupado.

—Charlie ha llamado. El, Jacob, Emmett y Jasper van a ir a comer y quieren que tu vayas a almorzar con ellos en Cattleman’s.

Edward metió la mano en su bolsillo, tomando sus llaves.

—Gracias. Me dirigiré allí ahora. ¿Quieres que te traiga algo cuando vuelva?

Ella sacudió la cabeza y miró al otro lado, con las mejillas teñidas de color rosa. Dios, se veía tan suave y femenina. Él estaba medio tentado de coger con su mano un mechón de su pelo largo y castaño. Ver si era tan suave como parecía. Tan sedoso como su piel debía ser.

Se obligó a apartar la mirada, pero entonces la oyó salir de la oficina, y levantó la mirada para ver su bien formado culo balancearse por el pasillo.

Se sentía atraído por ella. Diablos, ¿qué hombre con sangre en las venas no lo estaría? Pero se había equivocado en tantas maneras diferentes que ni siquiera podía contarlas. Ella seguro como el infierno que no era una muchacha para jugar con ella. No, ella llevaba escrito que había que tener cuidado con ella, y él no estaba en una posición de entrar en ese tipo de situación. Él la asustaría de todos modos.


Con una sacudida de cabeza, tiró las llaves de una mano a la otra y se dirigió a su camioneta. Tendría que encontrar un momento más tarde cuando todos los demás se fueran de las oficinas para poder pinchar la línea principal. Si hubiera sido la madre de Bella quien llamó hoy, obviamente no había conseguido lo que ella quería. Y significaría que volvería a llamar.

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krizia nuevamente nos deja en ascuas con esta infartante historia, uf, uf me como hasta las uñas, uyyyyyyyy.......

4 comentarios:

maty dijo...

el capitulo buenisimo, el primer encuentro y el flechazo a los 2 jijiji ese primer contacto siempre es importante, y este fue real aun que muchas personas digan que cuando conoses a otra persona te fijas en sus ojos en su sonrisa, etc. nos es sierto siempre inspeccionas que tan bueno esta jajaja y estos a primera vista y ya empiezan con pensamientos pecaminosos jajaja y el rompimiento de la relacion de bella me gusto, pienso que antes de que empiesen los malos tratos, los engaños, etc. deves expresar que no estas agusto con algo y si tiene arreglo bien y si no cada quien por su lado y felices todos :d

La historia pinta que estara buenisima, ya quiero leer que mas pasara entre este par, gracias krizia por la adaptacion y gracias coka por publicar

saludos
maty

Bell.mary dijo...

Hola Krizia un nuevo capitulo de esta historia que pinta muy bien, interesante, diferente sin duda disfrutaremos con ella.

Por fin se dio el encuentro y al parecer un flechazo entre Edward y Bella creo que estos dos no tardaran en pasar a ser algo mas se nota que hay química, solo habrá que esperar para ver como se desarrolla.
La madre de Bella intrigante su relación y la forma de ser, creo que ella sera la que cause problemas esta vez.
Muy interesante la historia habrá que estar al pendiente de las actualizaciones.

Gracia Krizia por la adaptación y mil gracias Coka por publicarla.
Besos

Laura dijo...

Ahhh me gusta como va la historia ya se conocieron q bien. ..veremos como va xq ya Edward siente un interés x ella y Bella también...gracias x el capitulo!

Anónimo dijo...

Esta historia realmente es intrigante. Que pasara entre estos dos? Ya que Bella esta soltera y libre a ver como se da la historia entre ellos. Besitos desde España.Maria del Mar