Tres amigas…tres deseos secretos…tres oportunidades para hacerlos
realidad.
Son tres amigas inseparables que se deleitan compartiendo sus
aventuras y secretos.
Pero su última apuesta será la más arriesgada de todas: cada una
debe acostarse con cualquier hombre que las otras dos escojan para ella… y
luego relatar todos y cada uno de los jugosos detalles.
SALVAJE BELLA
Capitulo con lemon
Adaptación de Krizia
Novela Wild,Wicked, &Wanton de Jaci Burton
Bella
Swan se paró ante la puerta de la oficina del doctor Edward Cullen y levantó la
mano para llamar, pero se detuvo.
De acuerdo, pedazo de tonta. Te ha llamado a su despacho por algún
motivo. Si vas a convertirte en una veterinaria decente, tienes que dejar de temblar
cada vez que alguno de los jefes quiera verte.
Debería
haber tenido un orgasmo aquella mañana. Ahora estaba hecha un manojo de
nervios. Bueno, ella siempre era un manojo de nervios, pero hoy más que de
costumbre.
La
culpa era de su ex marido. Si Mike no
hubiera sido tan mentiroso, falso e hijo de puta, ella podría ser una mujer
saciada y feliz. En cambio, se estaba embarcando en su primer trabajo, muerta
de miedo y permanentemente excitada porque no tenía ningún hombre en su vida,
ninguno a la vista, ni tiempo para tenerlo, y sin ganas de volver a repetir los
errores que había cometido en el pasado. Por desgracia, su instinto sexual no
entendía la parte de nada de hombres. Su libido quería un hombre como fuera.
Cosa
que no iba a conseguir. Ahora mismo tenía que centrarse en su carrera
profesional, no en el sexo. Y carrera
significaba concentrarse en de qué
quería Edward hablar con ella.
Era
la época de las evaluaciones de fin de semestre. Tal vez ése era el motivo por
el que quería verla. Los dos semestres pasados en el Hospital Veterinario
Cullen habían estado cerca de ser condenadamente perfectos. El Hospital
Veterinario Cullen era uno de los mejores de la península de Olympic. Demonios,
de no tener la ambición de abrir su propia clínica después de la graduación, le
encantaría trabajar allí permanentemente.
Anticiparse
a los acontecimientos era muy mala idea. Por lo que sabía, en cuanto entrara en
su oficina, Edward le diría que no tenía futuro alguno como veterinaria.
Deja de ser una cría, Bella. ¿Es
que aquella mañana se había dejado el amor propio en casa? Si sus amigas, Rose
y Alice, fueran capaces de escuchar sus pensamientos, la abofetearían.
Eso
era lo que necesitaba ahora mismo: una buena bofetada de sus dos mejores
amigas, las cuales eran expertas en alimentarle el ego cuando necesitaba un
empujón. Y desde luego, en aquel momento lo necesitaba. O bien, una ligera
patada en el culo, por lo menos.
¡Llama a la maldita puerta! Llamó
suavemente.
—Entre
—dijo Edward.
Entró
y cerró la puerta a su espalda. Edward estaba al teléfono y le indicó por señas
una de las sillas que había ante su escritorio. Ella se deslizó en ella y,
cuando Edward se volvió de lado, admiró su perfil. Tenía el pelo de un color
entre cobre y bronce, lo llevaba un poco largo y se le rizaba en las puntas;
era espeso, deseaba tocarlo y recorrer con los dedos la brillante y suave
espesura. Era alto, de aproximadamente un metro noventa, calculó. No demasiado
corpulento, más bien atlético, todo músculo. Vestía vaqueros y un polo que
revelaba sus torneados pectorales y sus brazos. Siempre relajado, informal y
sonriente. Y con una piel extremadamente pálida.
Tal
vez se tumbaba desnudo junto a la piscina y se esforzaba por embellecer su ya
de por sí maravilloso cuerpo. Su sexo palpitó. Genial, Bella.
Es una buena idea eso de fantasear mientras estás sentada en el despacho del
jefe. Igual podrías deslizar tus manos entre las piernas y empezar a
masturbarte ahora mismo. Seguro que él no se da cuenta. Ugh.
¿Tu carrera profesional, recuerdas? Hombres no. Y definitivamente,
no éste.
Distrajo
su díscola mente recorriendo con la mirada el amplio despacho. La pared estaba cubierta
con cuadros de perros, gatos, lagartos y caballos. Detrás del escritorio había
un acuario rebosante de peces exóticos. Bella se quedó hipnotizada observando
los vistosos peces que brillaban entre el coral y las ondulantes plantas
marinas.
—Lo
siento. Gracias por esperar.
Ella
desvió su atención del hipnótico acuario, cruzó las manos en el regazo y lo
miró.
Él
le hizo un guiño, con una sonrisa tranquilizadora. Vale, o sea que sonreía.
Buena señal.
—No
importa.
—
¿No habrás empezado sin mí, verdad?
Bella
se giró a medias en su asiento. Jacob
Black, el socio de Edward, cruzó la entrada, cerró la puerta a su espalda y se
desplomó en la silla contigua a la suya.
Vestido
de manera tan informal como Edward, con vaqueros y un polo, Jacob sonrió de
oreja a oreja y se apartó un mechón de pelo castaño oscuro de la cara. Bella se
excitó ante su sonrisa. Al igual que le pasaba con Edward, Jacob siempre hacía
que le revoloteara el estómago, aunque su aspecto fuera totalmente distinto.
Edward era un compendio de altura, oscuridad y belleza; Jacob irradiaba encanto
juvenil. Con algo menos de uno ochenta de estatura, Jacob era puro músculo, con
el cuerpo de un guerrero y aún así, uno de los hombres más amables que ella
había conocido en su vida.
Y bromeaba continuamente, haciéndola reír
tanto, que acababa doblada sobre el mostrador con lágrimas en la cara.
—Bella,
tu periodo de prácticas está a punto de acabar —dijo Edward, capturando su atención.
—Lo
sé. —Tuvo una momentánea sensación de pérdida. Aquel lugar le gustaba, iba a echarlo
de menos cuando se fuera.
—Y
hemos decidido que deberíamos celebrarlo —añadió Jacob—. Después de todo, somos
tu última parada antes de la graduación, ¿verdad?
—Sí.
La última parada. ¿Celebrarlo?
—Sí.
Ya sabes. ¿Una especie de fiesta? —Jacob enarcó una ceja.
—Oh,
no es necesario. Ambos habéis sido maravillosos. —El rubor le subió por el
cuello y ascendió hacia su cara cuando ambos clavaron en ella la vista y luego
se miraron entre sí.
—Claro
que lo es. Pensábamos hacerlo este fin de semana, en el club —dijo Edward,
mirando a Jacob.
Jacob
asintió.
—Gran
idea.
—
¿Eh? — ¿De qué estaban hablando?—. ¿Qué club?
—El
Forks Centre Club, por supuesto —respondió Jacob—. Celebraremos una gran fiesta
con motivo de tu inminente graduación. Invitaremos a todos los empleados.
Puedes traer a unas cuantas amigas.
Bella
sacudió la cabeza, horrorizada ante la idea de cualquier obsequio, sobre todo
por parte de aquellos dos hombres.
—No
creo, pero gracias —Rose y Alice iban a reírse mucho a su costa. No iban a
permitir que lo olvidara. ¿Divertirse con dos de los solteros más solicitados
de Forks? ¡Oh, Dios, sólo de pensarlo…!
—No
seas ridícula. Insistimos. De todos modos queríamos, eh, salir contigo —dijo
Edward.
Bella
clavó la mirada en la suya, convencida de no haber oído bien la última frase.
—
¿Salir conmigo?
—Eso
sí que es sutileza, imbécil —dijo Jacob, fulminando a Edward con la mirada—.
Deja que te lo explique Bella. Tanto Edward como yo estamos… interesados en ti.
—Interesados.
—Sabía que parecía el eco, pero francamente, no acababa de entender lo que
intentaban decir. Bueno, lo entendía, pero no se lo creía. Ni por un maldito
segundo.
—
¿Y decías que yo no era sutil? —Edward miró a Jacob poniendo los ojos en
blanco.
—Bueno,
no es un tema fácil, ¿verdad? —replicó Jacob.
Bella
había entrado en un universo alternativo. Tenía que ser eso, porque su vida
real nunca había sido así.
Bella
rodeó el escritorio y se agachó ante ella, cogiéndole la mano entre las suyas.
Sin embargo, en esta ocasión no había instrumental, frascos de vacunas, ni
carpetas de archivo entre ellos. Únicamente piel. Cálida piel. Los dedos de
ella descansaban sobre su muñeca, percibiendo el latido rítmico y normal de su
pulso. Lo cual era más de lo que podía decir del suyo propio, que iba a toda
velocidad cada vez que respiraba. El cuerpo de él era como una manta caliente.
Volvió a respirar, cosa que no sirvió de nada, porque él olía como si acabara
de salir de la ducha. Limpio y fresco. Dios, ¿qué tipo de jabón utilizaba ese
hombre? Seguro que era una especie de afrodisíaco. Eau de Tortura a las
Mujeres.
Estás fatal, Bella. De
modo que parecía como si no hubiera tenido sexo desde hacía cuatrocientos años.
¿Y qué? Bueno, quizá fueran dos. Dos años. Dos malditos años. Tenía treinta y
tres. Era joven sexualmente, y en ese momento debería estar disfrutando del
mejor sexo de su vida. En vez de eso, estaba hundida hasta el cuello para
terminar su periodo de prácticas en la escuela veterinaria, y la única
liberación que obtenía, procedía de la que se proporcionaba a sí misma con el
vibrador.
Patético.
—Bella,
estoy seguro de que has notado que Jacob y yo estamos interesados en ti.
De
acuerdo, definitivamente estaba teniendo una especie de insólito sueño, estando
despierta.
—Eh,
no.
Edward
levantó una ceja.
—
¿No?
Y
ahora estaba avergonzada por ser tan despistada. ¿Estaban los dos interesados
en ella?
¡Por
Dios bendito! ¿Dónde había estado el último año? Oh, claro que la provocaban y bromeaban
con ella. Eran atractivos, agradables, maravillosos y olían bien, y a ella le
gustaría desabrocharles los pantalones, agarrar sus pollas y… ¡Oh, Dios! ¿A
dónde iba con esas ideas, en cualquier caso?
Por
la forma en que Edward la miraba en ese instante, con los ojos oscuros,
comprendió que llevaba varios meses prestándole mucha atención. Desvió la vista
hacia Jacob y vio en sus cálidos ojos la misma mirada inquisitiva. Sin embargo,
no era una mirada profesional de indiferencia. Era pasión. Deseo.
Mucho más que un ¡Eh! Trabajas aquí y creemos
que vas a ser una gran veterinaria. Era más bien algo como: ¡Eh! Cariño, nos
encantaría desnudarte.
Mierda.
Aquello normalmente estaba bastante fuera de su alcance.
—Lo
siento Bella. Te estamos poniendo nerviosa —dijo Edward. Se levantó y se
apartó, dándole espacio.
—No,
no lo estáis haciendo. De verdad. —Bueno, sí. Pero era una incomodidad
agradable.
La
deseaban dos hombres. ¡Guau!
—Realmente
no tenías ni idea —dijo Jacob.
—No.
No la tenía. Por Dios, creo que esto es muy embarazoso, pero no, no lo sabía —
¿Podía
ser más ingenua? Una fea cualidad. Se apartó el pelo de la cara con los dedos,
intentando no ruborizarse. La única persona con quien se había acostado era con
Mike, y llevaba sin ligar desde el instituto. Hacía casi diez años. Le faltaba
práctica.
—De
acuerdo, en vista de que Edward ha llevado esto tan condenadamente mal,
empecemos desde el principio —Jacob se puso de pie y levantó a Bella de su
asiento, sin soltarle las manos—. Bella,
durante el último año, Edward y yo hemos llegado a conocerte muy bien, tanto
profesional como personalmente. No sólo eres una veterinaria competente, sino
además afectuosa, encantadora, maravillosa y con sentido del humor, de modo que
nos encontramos con un terrible dilema. Al principio no quisimos acercarnos a
ti durante tu periodo de prácticas, porque habría sido poco profesional.
Ahora que ya has terminado, no existe ningún
conflicto ético, de modo que nos pareció que podíamos preguntarte si te
gustaría… mierda, no lo estoy haciendo mejor que Edward. Esto parece una
maldita entrevista de trabajo.
Ella
contuvo una sonrisa ante su evidente incomodidad. De acuerdo, admitámoslo,
aquello era divertido.
—
¿Un dilema?
—Sí.
Ambos queremos salir contigo.
Ella
no pudo evitarlo. Se le curvaron los labios.
—
¿Y eso es un dilema? —Notó que la antigua vena coqueta, tanto tiempo inactiva,
volvía a la vida. Estaba oxidada por falta de uso, pero allí seguía estando.
—Muy
grande —añadió Edward, poniéndose junto a Jacob para coger una de sus manos—.
Siento
que te hayamos pillado por sorpresa con esto. Pensábamos que lo sabías.
Un
ligero estremecimiento de placer le recorrió la espalda al comprender que
estaba en medio de dos hombres increíblemente sexys. Podía llegar a
acostumbrarse a aquello fácilmente.
—Me
parece que estaba centrada en el trabajo y no prestaba atención. —Pero estaba condenadamente
segura de que ahora la estaba prestando. Y disfrutando cada segundo de tener a
Edward y a Jacob mirándola como si quisieran comérsela viva. Se le encendió
todo el cuerpo, pero en esta ocasión no se trataba de vergüenza. El calor la
quemaba desde dentro. Se le humedecieron las bragas y se le endurecieron los
pezones hasta el punto de que le entraron ganas de bajar la vista para ver si
se notaban a través de la ropa.
—Demasiado
trabajo y poca diversión —dijo Edward, guiñando un ojo—. En los últimos años te
has dejado el culo trabajando. Es hora de divertirse un poco. Deja que Jacob y
yo salgamos contigo este fin de semana. Desde que nos dimos cuenta de que ambos
estábamos interesados en ti, y que ninguno estaba dispuesto a apartarse,
decidimos que saldríamos los dos contigo y dejaríamos que decidieras tú.
—
¿Decidir? —Los miró a los dos y tragó saliva, sin querer pensar en lo que
conllevaba esa palabra.
—Bueno,
decidir no es exactamente la palabra —corrigió Jacob—. Edward es un asno. No
hay que tomar ninguna decisión. Sólo vamos a divertirnos. Te llevaremos a cenar
al club, asistirán todos los empleados, y tú puedes traer a tus amigas para
sentirte completamente segura.
Bailaremos
y brindaremos por tu inminente graduación con una botella de champán. O con
dos.
Luego,
si estás interesada en cualquiera de los dos, o incluso en ambos… bueno, nos
iremos de allí —terminó con un guiño.
¡Mierda!
¿Podría hacer aquello? ¿Salir con dos hombres? ¿Al mismo tiempo? Estaba empezando
a dolerle la cabeza. Todo estaba sucediendo demasiado rápido. Aquella misma mañana
su mayor preocupación era llegar a casa para poder dar de comer a su gato,
hacer la compra en el supermercado, y llegar a tiempo para ver su programa de
televisión preferido, antes de tener que empezar con sus obligaciones. Así de
emocionante era su vida.
Esto
era ligeramente superior a lo que estaba acostumbrada. Necesitaba a Rose y a
Alice, y las necesitaba ahora. Se imponía una reunión.
—Tengo
que pensar en todo esto —dijo, paseando la mirada de uno a otro.
En
realidad no quería hacerlo. Quería lanzarse ahora mismo sobre ellos, antes de
que cambiaran de idea. Sin embargo, antes tenía que hablar con Rose y Alice, y
conseguir su asesoramiento. La única persona con la que había tenido citas era
Mike. No podía decirse que fuera una experta en eso.
—Hazlo
—dijo Edward—. Nada de presiones. Dios, de verdad que lo siento, Bella. Hemos llevado
muy mal todo esto.
Ella
se levantó y, a pesar del deseo de acabar con la conversación con un tono
profesional, no pudo evitar la sonrisa de sus labios.
—La
verdad es que creo que ambos habéis hecho un trabajo muy bueno para alegrarme
el día. Es muy posible que todo el año. Gracias.
—Oh,
Bella. Una cosa más —dijo Edward.
Ella
se detuvo.
—
¿Sí?
El
sacó un archivo de su escritorio y se lo dio.
—Quiero
que mañana hagas tú la esterilización de Jackson.
Ella
sonrió de oreja a oreja y aceptó el archivo.
—De
acuerdo.
—Vas
a ser una magnífica veterinaria, Bella.
—Gracias
a vosotros dos. He disfrutado de verdad el tiempo que he estado aquí y he aprendido
mucho. Os habéis portado muy bien conmigo.
Antes
de seguir poniéndose en ridículo, se apresuró a salir del despacho.
Después de acabar con el trabajo
administrativo, salió disparada de allí y llamó a Rose y a Alice desde el
móvil, y quedó a comer con ellas al día siguiente.
Si
alguna vez había necesitado a sus dos mejores amigas, era ahora.
¡Demonios,
vaya día!
—Gran
jugada, estúpido —dijo Edward, observando el suave balanceo del trasero de
Bella, mientras ella caminaba hacia su coche. Se apartó de la ventana de su
despacho de mala gana y fulminó a Jacob con la mirada.
Jacob
se recostó contra la esquina del escritorio de Edward y cruzó los brazos.
—Sí,
y tú has sido don Suave.
—
¡Vete a la mierda!
Edward
lo miró con una sonrisa de oreja a oreja.
—De
acuerdo, ninguno de los dos lo hemos sabido llevar. De todas formas, no es un
tema fácil.
—Si
renunciaras, no tendríamos este problema.
—O
podrías hacerlo tú.
Pero
ninguno de los dos quería. Y ése era el problema al que se habían enfrentado
cuando se dieron cuenta de que ambos deseaban a Bella. No era la primera vez
que se veían en ese conflicto. Llevaban siendo amigos más de treinta años,
habían crecido y luchado juntos, compartido juguetes y peleado entre ellos. En
el instituto habían compartido chicas y, de vez en cuando, peleado por ellas,
pero por lo general renunciaban a la chica antes de que su amistad se resintiera.
Esta
vez era diferente.
Bella
era diferente.
A
Edward le encantaban las mujeres. Sobre todo le gustaba follárselas.
Quería follarse a Bella.
Después
de eso, ¿quién sabe? Pero Bella no le daba ni la hora sin el respeto que se
tiene por el jefe, y eso lo sacaba de sus casillas. Por lo general, las mujeres
se le lanzaban encima.
De
acuerdo, la indiferencia de ella hería un poco su ego. No tuvo más remedio que
reírse de sí mismo por eso. Puede que estuviera acostumbrado a la adoración.
Jacob siempre decía que él era el guapo, porque era alto, tenía el pelo
broncíneo, la piel blanca y los ojos azules, y además hacía bastante ejercicio
para que su cuerpo estuviera en buena forma. De modo que era atractivo, tenía
un cuerpo maravilloso y un carácter tranquilo, y tal vez utilizara esos
atributos de vez en cuando. Vale, los usaba mucho.
Jacob
lo llamaba «imán de coños». Aquello le divertía, pero maldita sea si no era
verdad. Por otra parte, pasado el tiempo, no sabía si lo que atraía a las
mujeres era su aspecto, su dinero o el considerable tamaño de su pene. Puede
que fuera una combinación de las tres cosas.
Extrañamente,
nada de eso parecía interesar en absoluto a Bella. Y ella llevaba el tiempo suficiente
en la clínica para haber escuchado los rumores. Sin embargo, desde que la
conocía, ella ni siquiera le había guiñado un ojo.
Tal
vez fuera por eso por lo que estaba interesado en ella. Jamás había tenido que
perseguir a una mujer con anterioridad.
—
¿En que estás pensando? —preguntó Jacob.
Edward
se encogió de hombros.
—En
ella.
—Lo
más probable es que la hayamos asustado. Sobre todo tú. A veces eres un poco…
excesivo, Edward.
—
¿Qué? ¿Te estás refiriendo a mi polla?
Jacob
resopló.
—Todavía
no se ha encontrado con el monstruo de Cullen, a menos que se la hayas estado
enseñando a escondidas.
Edward
miró a Jacob con exasperación y le lanzó un expediente.
—Exacto.
Lo sabes de sobra. Mantengo la búsqueda de mujeres fuera de la clínica. —Algo que
ambos acordaron hacer cuando montaron la sociedad. El negocio era el negocio.
La diversión quedaba para después del trabajo. Y eso les había dado buen
resultado durante los últimos diez años. Nada de pasatiempos personales en la
clínica. Nada de citas con las empleadas
y
absolutamente nada de follar en la clínica. Nada de enredarse con clientes,
jamás. Esa era una regla inamovible que ninguno de ellos había roto nunca, para
mayor disgusto de gran parte de la clientela femenina.
Por
supuesto, de vez en cuando perdían algún cliente por ese motivo, pero aquello
había ayudado a mantener su negocio y su amistad. Cuando una cliente quería de
ellos algo más que una relación profesional, se veían obligados a decir que no.
Pero
ahora deseaban a Bella. Los dos.
Y
Edward era bastante bueno para juzgar a las mujeres. Puede que Bella se hubiera
sorprendido, pero también estaba interesada. Había visto la llamarada de
interés en sus ojos cuando ambos hablaron de su deseo por ella. Y si alguien
necesitaba un hombre y un polvo verdaderamente bueno, era ella.
—
¿Crees que va a ser de uno en uno o un dos en uno? —preguntó Edward.
Jacob
se encogió de hombros.
—Puede
ser que ninguna de las dos formas. Aunque estaba interesada.
—
¿Tú qué prefieres que sea?
Jacob
se rió.
—La
quiero para mí, idiota.
—Bastardo
egoísta —dijo Edward, riéndose disimuladamente. Eran demasiado amigos para que
Edward se sintiera insultado—. No si puedo convencerla para que me escoja a mí
antes.
—Creo
que Bella elegirá lo que quiera. Y si nos quiere a los dos, dudo que cualquiera
de nosotros se queje de ello.
Jacob
tenía razón.
—Nunca
le hemos hecho ascos a un ménage. Sólo de pensarlo se me pone dura. De modo que
deja de hablar de ello antes de que tenga que andar por el vestíbulo con una
erección.
Edward
sacudió la cabeza y le mostró a Jacob un par de expedientes que había que
terminar, pero su mente permaneció con la mujer que había capturado la atención
de ambos.
Si
Bella estuviera de acuerdo, él se ocuparía de que lo pasara realmente bien
aquel fin de semana. Ya se imaginaba la fiesta en el club, preguntándose si
ella sería capaz de estar con los dos o si elegiría sólo a uno. Y si de verdad
escogía a uno, ¿a quién sería?
—Bueno,
ya veremos cómo va la cosa —dijo Jacob, entregándole a Edward los expedientes—.
Me
marcho a mi oficina.
—Yo
he terminado por hoy. Te veré mañana.
Jacob
se sentó en su escritorio para terminar el trabajo administrativo. Le gustaban
las noches, cuando todos se habían marchado. Normalmente se quedaba el último.
Edward siempre tenía alguna cita. O alguna amiga con derecho a roce, por lo
menos. No era frecuente que se fuera a casa sin una mujer.
Jacob
era más selectivo en aquella época. Y últimamente sus ojos estaban puestos en
Bella.
El
cambio se produjo desde el primer día que ella llego a la clínica.
Divorciado
de una endemoniada zorra vengativa, Jacob estaba convencido de que ninguna
mujer, y con eso quería decir ninguna, conseguiría hacer que la mirara dos
veces. Puede que para un polvo rápido sí, pero ¿para algo más?
Nunca más.
Aunque
a Bella la había mirado más de un par de veces. De acuerdo, quería tirársela.
¡Demonios,
claro que quería tirársela! De pie, tumbado, de lado, por delante, por detrás,
y de cualquiera de las maneras. Dios, se le levantaba sólo de pensar en las
formas en que quería montar a aquella mujer. Con su pelo castaño, largo hasta
por debajo de los hombros, sus ojos chocolate, su piel cremosa y su cuerpo
flexible, era un húmedo sueño andante. Sin embargo, también se encontró deseando
pasar su tiempo con Bella fuera del dormitorio. Era total y completamente
ingenua, y eso era lo que más lo cautivaba. No tenía ni idea de lo seductora
que era, no sabía ni lo más elemental sobre cómo utilizar su belleza y su
increíble cuerpo para tener a un hombre comiendo en la palma de su mano.
Inteligente, condenadamente divertida y además, ingenua. ¿Qué hombre no
desearía ponerse de rodillas y adorarla?
Excepto
que Edward sólo deseaba follársela. Vale, a lo mejor Edward quería algo más, le
concedería eso a su mejor amigo. Aunque Edward era el ardiente dios del sexo, y
Jacob quien utilizaba el encanto y la persuasión para llevarse a las mujeres a
la cama. Primero se hacía amigo de ellas. Edward sólo usaba su sex-appeal. Eran completamente
distintos en su forma de acercarse a las mujeres y puede que ése fuera uno de
los motivos por los que nunca habían ido detrás de la misma mujer con
anterioridad. Tal vez era por eso por lo que seguían siendo amigos. Sin
embargo, Jacob suponía que iban a competir por Bella, o quizá la compartieran,
lo que ofrecía un abanico de posibilidades.
Si
ella estuviera de acuerdo en la fiesta del sábado por la noche, aquel fin de
semana podría ser realmente interesante.
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Chicas aquí esta por fin la adaptación de Krizia en esta novela Wild,Wicked, &Wanton deJaci Burton, nos abrimos a nuevas corrientes en los fanfic, es importante conocerlo todo y esto definitivamente vale la pena.
Bueno chikas a disfrutar.
12 comentarios:
wow!!! me kede con la boca abierta... jajaj krizia esta buenisimo y mega emocionante, k va a decidir bella?? yo me voy por la opcion de ambos, bueno creo k yo si la escojeria jajaja... esta buenisima y bastante hot... pero me pico desde un principio, anciosa por leer mas espero no tades mucho en publicar el siguiente capitulo :D
me gusto, esta interesante! ansié un `poco del romanticismo de Edward y se me hizo un poco raro verlo asi pero tambien me gustó verlo de otra forma!! sea cual sea siempre será mi edward!!! saluudos y espero por el siguiente capitulo :)
Se que me tarde para dejar mi comentario pero he estado muy ocupada con la tesis y las pasantias!!! Un gran primer capitulo como todas las historias que se publican aqui siempre dejan a uno queriendo saber mas!!!! es muy comico esta bella se parece a la de la saga tan despistada como siempre! Saludos para todas.
Woooooooowww muy buen capitulo muy ardiente pero entretenido creo que esta historia nos hará fantasear muchísimo, pobre Bella si que tiene una difícil decisión o mejor dicho que suertudota al tener a dos tremendos hombres como estos detrás de ella, me encanto sin duda que este Edward promete mucho y ni que decir de Jacob será genial ver como se va desarrollando la historia..... Gracias por publicarla... Besos a Krizia y a ti Coka por subirla
waooo si que sera intensa esta historia, bueno al menos el primer capitulo así lo pareció... gracias Krizia y claro también gracias a Coka por permitir su publicidad en el blog.... super intrigada, a quien escogerá Bella?
JO...! KRIZIA!
Ja ja ja!
Mira que no había comentado porque voy llegando de mis vacaciones y lo primero que hice fue leer lo tuyo para poder comentarte antes de reportarme con las chicas.
Me has dejado de buff.....! Estaba riéndome en la silla con la boca abierta al leer los pensamientos sucios de todos los personajes y no pude parar hasta terminar. De verdad, me va a pasar igual que a las demás muriendo de ansias por las actualizaciones, eh!
Yo me quedaría con Edward, porque no se puede ser tan asno y hueco por siempre, verdad? JA!
Un beso y nos seguimos leyendo.
Sissy
Gracias a todas las chicas de Forks por sus amables comentarios.
Os cuento un poco. Cuando leí este libro me imagine estos personajes, lo encontré divertido y me puse manos a la obra. Con la ayuda de Coka aquí esta el resultado. Espero que lo lean y no se decepcionen. Ya que la historia no tiene nada que ver con Crepúsculo. Besos a todas....
Muy bueno como todo. Me dejan con ganas de masss. Bsss
Muy bueno como todo. Me dejan con ganas de masss. Bsss
Esta Requetebueno, no aguanto las ganas de leer el próximo capitulo. Supeeer!!!!!!!
Amiga estoy alucinada, menuda forma de empezar, jajajaj espero con mucha impaciencia el siguiente capítulo, Coka no nos hagas esperar mucho.
Omg esta increíble
Aunque nunca imagine a edward comportarse tan caliente y sensual
Pero de todos modos quedo increíble
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