Tres amigas…tres deseos secretos…tres oportunidades para hacerlos realidad.
Son tres amigas inseparables que se deleitan compartiendo sus aventuras y secretos.
Pero su última apuesta será la más arriesgada de todas: cada una debe acostarse con cualquier hombre que las otras dos escojan para ella… y luego relatar todos y cada uno de los jugosos detalles.
Capítulo 6
Solo mayores de 18
Adaptacion de Krizia Cullen
Edward
dejó su copa y se acercó a ella, con una media sonrisa que le hizo tambalearse.
Jacob le apretó la mano. ¿Un signo de confianza? Era eso, ¿verdad?
—
¿Estás segura? —preguntó Jacob.
—Sí
—susurró ella. En ese momento era lo único que era capaz de decir.
Edward se puso a su otro lado y presionó los
labios contra su cuello, en el lugar donde latía el pulso. Tembló cuando lo
lamió.
—
¿Estás húmeda, Bella? —murmuró contra su cuello.
Ella
asintió; la respiración se le atascó en la garganta.
—Bien.
Quiero tu coño empapado y goteando por tus piernas.
Jacob
le besó la palma de su mano.
—Me
pones duro sólo con mirarte y ver cómo responde tu cuerpo. —Se acercó un paso más,
trazando un sendero de fuego en la parte interior del brazo con las yemas de
los dedos—. La forma en que te estremeces cuando te tocan, la rapidez con la
que se te dilatan las pupilas.
Le
pasó un brazo por la cintura, posando los dedos justo encima de su trasero.
Ella deseó que le quitara el vestido y sumergiera los dedos en su interior. Sin
embargo, no se movió.
—
¿Cuánto tiempo hace que no te han follado? —preguntó Jacob.
—Varios
años.
—No
simplemente follar. Un buen polvo —añadió Edward. Ella se volvió hacia él,
deseando zambullirse en la oscuridad de sus ojos.
—Nunca.
Él
asintió.
—Eso
me parecía. Eso va a cambiar esta noche.
Unos
espasmos de deseo salvaje ondularon por su vientre; las palabras de Edward
prometían más de lo que había esperado nunca.
Jacob
movió la mano hacia arriba, entreteniéndose en rozar la piel desnuda de la
espalda.
Bella
miró su cara y luego la de Edward, cautivada por su compenetración, como si
supieran instintivamente qué hacer.
—Ya
habéis hecho esto antes —dijo al entenderlo.
—Sí
—confirmó Jacob, mirándola—. ¿Te molesta?
—No.
—Y lo cierto era que no le molestaba. Probablemente debería, pero aquella noche
no le importaba.
—No
se trata de un hábito, Bella —añadió Jacob—. Sólo han sido un par de veces. Nos
conocemos desde hace muchos años.
Bella
se volvió a medias para quedar frente a él.
—No
me importa lo que hicierais antes de esta noche. Lo único que quiero es que
ambos me folléis. Y que lo hagáis bien.
Jacob
deslizó sus dedos por debajo de los tirantes del vestido y se los deslizó por
los brazos, dejándolos caer hasta los codos. Edward se puso detrás de ella,
acoplando el cuerpo a su espalda.
Agarró
la parte superior del vestido y se la bajó, dejándola desnuda hasta la cintura;
luego le desabrochó el sujetador y lo tiró a un lado.
Su
ex-marido nunca se había entretenido en mirarla o en quitarle la ropa. Jamás
hubo una exposición lenta de su piel, ni otro interés por su parte que tenerla
desnuda y penetrarla lo más rápidamente posible. Ella había odiado su
desinterés, como si el resto de ella careciera de importancia. Su único
objetivo había sido su coño.
Aquella
revelación, que llegaba con retraso, la hizo jadear. Edward descansó las manos
sobre sus hombros, y las deslizó sobre su carne. Jacob la miró fijamente, como
si estuviera memorizando cada centímetro de su piel, como si quisiera saborear
cada segundo y aprendérsela de memoria.
Notó
que enrojecía; los pezones se le endurecieron bajo su escrutinio. No tenía un
cuerpo perfecto. Tenía treinta y las
cosas no estaban en donde solían estar. No hacía ejercicio ni estaba en buena
forma. Aún así, aquellos hombres hacían que se sintiera hermosa.
—Estás
jodidamente buena, Bella —declaró Jacob, en respuesta a sus pensamientos no expresados.
Edward
ahuecó sus pechos, rozándole el pelo con la barbilla.
—Me
he pasado el último año masturbándome, pensando en ti.
Ella
giró la cabeza para mirarlo.
—
¿Sí?
Él
la miró con una ancha sonrisa.
—
¡Oh, sí! Me corría pensando en todas las formas en las que deseaba follarte.
Ella
no se podía creer que le estuviera diciendo aquello. Que tuviera fantasías
sobre ella.
Que
se masturbara pensando en ella.
—Lámele
los pezones y succiónaselos, Jacob —dijo Edward, y Bella volvió su atención a
Jacob.
Edward
le sostuvo los pechos, y Jacob se inclinó hacia ellos. Bella contuvo el aliento
cuando los labios de éste último se cerraron alrededor de un pezón, chupando el
hinchado brote con su lengua caliente y mojada. Estuvieron a punto de
doblársele las rodillas; su coño levantó el vuelo ante la sensación. Se mordió
el labio al tiempo que se estremecía y gemía.
Su
boca era muy suave, y verlo haciéndole aquello era algo increíble. El sexo con
Mike siempre fue a oscuras. Y desde luego, los juegos preliminares no estaban
en su ámbito de conocimientos. Una cosa más en la que Jacob y Edward no se
parecían para nada a Mike Tenían una sexualidad tan fuerte y potente que no
existía comparación posible. Su ex marido era un imbécil.
Y
ella se había perdido años de sexo colosal.
Arqueó
la espalda, deseosa de que él se metiera más su pezón en la boca. Jacob se puso
de rodillas, agarrando ambos pechos con las manos y lamiendo primero un pezón y
luego el otro.
—Estás
temblando, Bella —dijo Edward—. Me parece que tienes unos pezones muy sensibles.
¿Se te moja más el sexo cuando Jacob los chupa?
—Sí.
Extendió
la mano por detrás de ella y le levantó el vestido; su mano sobre la piel
desnuda de sus nalgas casi la hizo desplomarse en el suelo, pero él le rodeó la
cintura con un brazo, negándose a dejarla caer.
—Mmm,
que piel tan lisa y suave. Y esas medias y ese liguero, tan seductor. ¿Te has
vestido para seducirnos a Jacob y a mí esta noche, Bella?
—Sí.
—
¿Has fantaseado con nosotros?
—Sí.
—Jacob,
quítale las bragas.
Jacob
la miró a la cara y luego metió las manos bajo su vestido, deslizándolas entre
sus muslos hasta llegar a las tiras del tanga. Le bajó las bragas por las
piernas y ella levantó los pies para quitárselas.
—Percibo
tu olor —dijo Jacob—. Es como miel dulce y almizclada, Bella. Me pone condenadamente
cachondo. —Frotó las bragas con el pulgar—. Y éstas están empapadas.
Ella
no iba a ser capaz de permanecer mucho más tiempo de pie. De no ser porque
Edward la estaba sujetando, se habría derrumbado. No era capaz de soportar
tanta excitación, aquellas abrumadoras sensaciones. Y de momento, sólo estaban
jugando. La parte seria ni siquiera había dado comienzo todavía. Tenía el
corazón desbocado, su respiración era rápida y jadeante, y no había forma de
que pudiera pronunciar una sola frase coherente.
—Lo
estás haciendo bien, nena —dijo Edward en respuesta a sus pensamientos
ocultos—. Sabemos que ésta es una experiencia nueva para ti. Tú solamente
relájate y deja que nos ocupemos de ti.
¿Qué
se ocuparan de ella? Si aquello se ponía más caliente, iba a desmayarse y a
perderse toda la experiencia.
—
¿Has conocido alguna vez a una mujer como Bella, Edward? —Preguntó Jacob—.
Pareces dulce e inocente, pero en tu interior arde el fuego, Bella. Una llama
que espera una chispa para prender.
—Sólo
necesitas que nosotros la encendamos —respondió Edward, acariciándole las
nalgas y deslizando la mano entre ellas.
Ella
no pudo evitarlo. Hacía mucho tiempo que un hombre no le acariciaba el sexo.
Cuando
notó la mano de Edward allí, lanzó un gemido tembloroso.
—Shh,
está bien. —Movió la mano contra ella. Estaba empapada, sabía que le estaba mojando
la mano, pero no era capaz de detener las sensaciones ni la respuesta de su
cuerpo. Y no quería hacerlo. Deseaba moverse sin parar contra su mano.
—Por
favor, por favor, tócame.
—Oh,
voy a tocarte, Bella. Por todas partes. Toda la noche.
Ella
cerró los ojos y se entregó a la sensación de sus dedos explorando su
palpitante sexo, introduciéndole primero un dedo y luego dos. Notó las
pulsaciones de su vagina al envolverlo, las dulces contracciones de placer ante
la invasión.
¡Oh,
era tan bueno sentir de nuevo el contacto humano sobre su cuerpo! No se había
dado cuenta de lo sola y aislada que había estado en los últimos años, lo mucho
que había acabado por depender de sus propias caricias.
¡Cuánto echaba de menos la mano de un hombre
en su piel! En su interior, abriéndose paso lentamente, el dulce asalto de su
esencia se derramó a modo de respuesta.
Se
movió contra la mano de él, acercándose y retirándose, encontrando un ritmo que
la llevara a la liberación. Estaba tan perdida en su propio mundo de auto
placer, que casi se olvidó de que no estaba sola.
Llevaba
mucho tiempo sola. Demasiado.
—Bella,
mírame.
La
voz de Jacob, debajo de ella, le llegó a través de la neblina de éxtasis. Levantó
las pestañas, bajó la mirada, y lo vio de rodillas, preparado entre sus
piernas.
—Sepáralas
para mí.
Ella
las separó, estremeciéndose. Edward le introdujo los dedos más profundamente y
ella lanzó un jadeo.
Jacob
se apoyó y colocó la boca sobre su clítoris, capturando la envoltura entre los
dientes, lamiendo los pliegues hasta capturar la diminuta perla que estalló de
placer.
—
¡Ahh, oh, Dios! —gritó ella, clavando las uñas en el brazo de Edward, mientras
observaba la lengua de Jacob bañándola con lengüetazos apasionados e
implacables, en tanto los dedos de Edward la penetraban con un ritmo constante.
No podía soportarlo. Era demasiado pronto, pero no pudo contenerse. Llegó al
límite en cuestión de segundos, tensándose y arqueando la espalda, estremeciéndose
en un orgasmo salvaje que parecía haber salido de ninguna parte y que la pilló
desprevenida. Edward la sostuvo, impulsando los dedos a través de los músculos
apretados de su vagina y continuó moviéndolos hasta que ella volvió a llegar al
límite.
Pero
cuando los sacó, ella estuvo a punto de llorar por la sensación de vacío. Jacob
se incorporó y ella se sintió abandonada y sola, medio desnuda, sintiéndose
increíblemente vulnerable.
Aunque
no duró mucho tiempo. La boca de Jacob salió al encuentro de la suya con una intensidad
que la sorprendió. Donde antes había sido pausado y amable, ahora era enérgico
y lleno de una pasión que igualaba la suya. Llevó la mano hacia su pelo y la
hundió en la maraña de mechones, echándole la cabeza hacia atrás y arrasando su
boca con los embates implacables de su lengua. Ella fue a su encuentro con
impaciencia, tanteando los botones de su camisa, desesperada por sentir su piel
contra la suya.
Oyó
un susurro de ropa a su espalda y supuso que Edward se estaba desnudando. Ni
siquiera separó la boca de la de Jacob cuando Edward tiró de su vestido. Ahora
estaba poseída por el deseo, y lo único que quería era tener a esos dos hombres
dentro de ella, de cualquier forma posible. Los preliminares suaves y la
conversación amistosa habían terminado. Quería sus duras pollas dentro de ella
y las quería en ese momento.
Edward
se resistió al impulso de arrancar la ropa, pero Bella se lo estaba poniendo
muy difícil. El olor de ella impregnaba el aire a su alrededor y tenía la mano
empapada por su orgasmo. Se lamió los dedos. Sabía dulce y picante, y le hacía
desear enterrar la cara entre sus piernas hasta volver a oír sus suaves
gemidos.
Ella
se había corrido enseguida. Cuando se liberaba, se liberaba de verdad. A él se
le puso el pene dolorosamente rígido y a punto de explotar, sólo con escuchar
su gimoteo y de sentir su vagina contrayéndose alrededor de sus dedos.
Su
ex marido era un ser despreciable. Apostaría un millón de dólares a que la
había tratado como si fuera una mierda, todo el tiempo que estuvieron casados.
A ese tío habría que atarle las pelotas con una goma hasta que se le pudrieran
y se le cayeran.
¡Ah,
que le dieran por el culo a ese gilipollas insignificante! Ahora mismo la única
que importaba era Bella. Y conseguir estar dentro de ella de todas las formas
posibles. Se arrancó la camisa y se desabrochó los pantalones, dejándolos caer
al suelo y apartándolos de una patada. Se quedó desnudo rápidamente y tiró de
su vestido hacia abajo, lanzándolo sobre la pila formada por su ropa.
—
¡Maldición!
Liguero
y medias. No había nada que le excitara más. Había algo en una mujer
parcialmente vestida que hacía que se le estremecieran las pelotas.
Se arrodilló detrás de ella y le pasó las
manos desde los tobillos hasta los muslos, saboreando la sedosa sensación
contra las palmas de las manos y demorándose en el lugar donde el encaje se
unía con el enganche de las ligas. Aspiró la fragancia almizclada, metiendo la
mano entre sus piernas para capturar algo de la humedad que había allí. Podía
ver como goteaba, estaba condenadamente mojada, y se imaginaba lo fácil que le sería
deslizarse dentro de ella, introduciéndose hasta la empuñadura. Su pene dio una
sacudida, exigiéndoselo.
Se
levantó y miró a Jacob, quien acababa de terminar de desnudarse.
Estaba bien ser tan amigo de alguien. Alguien
en quien confiabas y conocías tan bien. Le indicó con la cabeza el sofá.
Jacob
asintió y sonrió.
Sí,
Jacob sabía hacia donde se dirigía Edward con eso.
—Bella,
quiero mi polla en tu coño.
Bella
se dio media vuelta. Su mirada entornada le indicó que estaba ausente,
embriagada por culpa de la pasión y la necesidad de experimentar completamente
todo aquello.
—Fóllame
—dijo ella, con el tono más áspero que había oído nunca.
Él
sabía que había un gato salvaje acechando bajo toda aquella inocencia. Apenas
sujeto y esperando tan sólo al hombre adecuado —hombres en este caso—, que le
permitieran salir de la jaula. Le encantaban las mujeres cuyas pasiones
igualaban a las suyas. Y Bella estaba teniendo su primera cata de esa clase de
pasión.
Sí,
su ex era un imbécil.
Ella
dirigió la mirada hacia su pene, abriendo mucho los ojos durante un segundo. Él
se agarró la polla y se la acarició para ella, permitiéndole ver lo que estaba
a punto de obtener. Ella tragó saliva, se lamió los labios y apartó la vista
para mirar a Jacob.
Jacob
se sentó en el sofá y la llamó por señas, envolviéndose el pene con la mano.
—Chúpame
la polla, Bella.
Edward
se acercó por detrás y le puso una mano en la mitad de la espalda, haciéndola
avanzar.
Ella
dobló la cintura y apoyó las manos sobre los muslos de Jacob, al tiempo que
separaba las piernas.
En
esta posición, Edward tenía una vista perfecta de su coño. Ella se lo había
depilado, los labios rosados e hinchados estaban húmedos e inflamados. El pene
dio una brusca sacudida ante la deliciosa visión, como si fuera un banquete
para su boca. Se agachó, inclinándose para pasarle la lengua lenta y
pausadamente, necesitando probarla.
Ambrosía
pura. Ella se estremeció y vertió más en su lengua. Oh sí, podía seguir lamiéndola
así hasta que se volviera a correr. La tentación de tomarla allí, entretenerse
entre sus piernas y succionar su coño hasta que suplicara por correrse, era
intensa. Pero en esta ocasión, quería que lo hiciera sobre su polla.
Se
colocó entre sus nalgas, recreándose un momento para pasarle la mano por la
curva de las caderas, disfrutando de la postura y de la inclinación de su
cuerpo. Tanteó entre los labios de su vagina, sintiendo que su calor lo
llamaba.
Era
grande, y lo sabía, de modo que a pesar de las ganas de sumergirse en ella con
un rápido empujón, se tomó su tiempo, introduciéndose despacio y mirándola para
apreciar su reacción. Ella se quedó inmóvil y clavó las uñas en los muslos de
Jacob, con los labios a menos de un centímetro de su pene.
¡Cristo,
que apretada estaba! Podría asegurar que llevaba algún tiempo sin ser usada. Su
coño lo aprisionó como un torno, comprimiendo y pulsando. Era una condenada
suerte que tuviera un buen control, de lo contrario se hubiera corrido en ese
instante. Su vagina era como estar en el cielo, y él deseaba permanecer allí un
rato. Y los sonidos que hacía —unos suaves gemidos y quejidos, mientras él se
abría camino—, eran suficientes para volver loco a cualquiera.
Había
tenido su cuota de mujeres con el correr de los años, pero Bella era algo
especial.
Y
aquello le sorprendía muchísimo. Porque Edward jamás pensó que las mujeres
fueran especiales. Una mujer estaba bien para joder y nada más. No cabía duda
de que Bella tenía un buen polvo, pero en aquella mujer había mucho más que un
revolcón de una noche.
Basta de pensar. Pensar
sólo llevaba a la emoción y la emoción sólo desembocaba en el compromiso, el
cual era un terreno desconocido e indeseado.
Una
vez que ella se hubo acostumbrado a su tamaño, cuando notó que su flujo se
vertía sobre él y que su cuerpo lo aceptaba con facilidad, empujó con fuerza y
se introdujo del todo, recibiendo su grito de sorpresa con satisfacción. Le
había hecho un poco de daño, pero a ella le gustaba eso. Lo percibía en sus
gemidos jadeantes, en la forma en la que su flujo se vertía sobre sus pelotas y
por el modo en que se echaba hacia atrás contra su polla.
Bienvenida al Monstruo de Cullen, Bella.
A
Bella le parecía haber sido empalada por un monstruo. Un monstruo del tamaño de
una polla en su coño. No podía respirar, mientras el pene de Edward palpitaba
dentro de ella, llenándola.
Hacía
un tiempo condenadamente largo que no sentía una polla en su interior. Al menos
una de verdad. Decididamente existía una diferencia palpable entre un hombre de
carne y hueso y un vibrador. El calor se fue incrementando dentro de ella y él
se movió. ¡Dios, como se movió contra ella! Dolía, pero cuando le rozó el punto
G con su considerable pene, la sensación fue endemoniadamente buena.
Y
justo delante de sus ojos estaba la otra polla. La de Jacob, quien la excitaba
al verlo observar como la follaba Edward, con una expresión hambrienta en los
ojos, acariciándose su propio pene, y esperando a que ella lo tomara en su
boca. La deseaba con tanta urgencia que se estaba tocando a sí mismo con
anticipación.
Ella
también estaba hambrienta. Quería probarlo. La oportunidad de tener dos pollas
al mismo tiempo, de disfrutar de dos hombres. Se inclinó y permitió que Jacob
dirigiera la cabeza de su polla hacia sus labios, y sacó la lengua para probar
la crema que asomaba en la punta.
—Salado
—dijo con una voz demasiado baja y seductora para ser la suya. Se lamió los labios,
satisfecha.
Jacob
inclinó la barbilla hacia su pecho y ladeó la cabeza, con una mirada semi
cerrada, increíblemente excitante. ¿Quién hubiera dicho que excitar a un hombre
podía resultarle tan estimulante? No es que ella tuviera una gran experiencia.
Se detuvo, esperando a que él introdujera la polla en su boca.
Sin
embargo, no lo hizo. En vez de eso, esperó a que fuera ella quien lo hiciera,
dejando el control en sus manos. ¡Oh, a ella le gustó esa parte!
Antes
nunca había jugado. Aquella era su oportunidad. Volvió a pasarle la lengua,
entreteniéndose en saborear la suave y aterciopelada textura de la punta
satinada, permitiendo que la saliva humedeciera la polla para luego poder acariciarla
con la mano. Rodeó la cabeza del pene con los labios, succionándolo con
cuidado.
Jacob
gimió e impulsó hacia arriba las caderas, introduciéndole la polla.
Edward,
a su espalda, se movía con deliberada lentitud, deslizándose ahora dentro y
ahora fuera y haciendo que le resultara fácil concentrar sus esfuerzos en
chupar el pene de Jacob. Ser el receptáculo de un placer tan asombroso al mismo
tiempo que se lo proporcionaba a otra persona, era demasiado para asimilarlo de
una sola vez. Sin embargo estaba decidida a memorizar cada embate, cada sabor y
cada textura. A grabarlo a fuego en su memoria para no olvidar jamás esta noche
tan especial.
Porque
esa mujer salvaje que estaba siendo follada y que a la vez chupaba la polla de
un hombre, no era la verdadera Bella Swan. Era una fantasía, un sueño, e iba a
disfrutar de cada momento mágico de aquella fantasía mientras durara.
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Chikas espero que nadie que no sea mayor de 18 años lea este fic, porque es de alto contenido erótico, ahora por ahí se leen cosas peores, pero debo ser fiel al texto de esta adaptación y decirles que una vez que terminen, tal como yo se den una ducha MUY FRIA...jejeje...
8 comentarios:
:o omg!!! si coka creo k si necesito un baño de agua fria jajaja... que fuerte capitulo.. dios de solo imaginarme en esa situación... que envidia jajaja krizia excelente la historia y ni que decir de este capitulo esta mega ultra hot!!! pero me encanto... mira que tener a esos 2 bombones para mi sólita uf!! k no aria jajaja
con ansiasa de leer el proximo que esta noche pinta para largo... x k creo k apenas van empezando :)
gracias krizia por presentarnos tu historia que esta buenísima y gracias coka por publicar
saludos
maty
Sí mañana se acaba el mundo por una inundación, es tu culpa Krizia. Esto está tan caliente que seguro derrite la casquetes polares! Ja ja ja!
Abrazos amiga.
Wooooowww súper candente a punto de sufrir una combustión y para colmo estoy solita jejejeje sin duda necesitare mas de una ducha bien fría jajajaja.
Excelente adaptación Krizzia y como dice Matty esto apenas comienza así que me imagino que se pondrá mucho mejor...
Por lo pronto a la ducha en lo que esperamos el sig. Capítulo porque estos tres apenas iniciaron y la noche es larga y creo que ellos son capaces de seguirle por la mañana.
Gracias Krizia y Coka.
Besitos
UFFFFFFF QUE CALOR!!!1 NO SOLAMENTE UNA DUCHA FRIA CREO QUE MUCHAS AQUI QUE LEEMOS TU FICS VAMOS NECESITAR, JAJAJAAA POR DIOS KRIZIA NOS QUIERES MATAR QUE BUENA ESTA HISTORIA POR FAVOR NO DEMORES EN PUBLICAR EL PROXIMO CAPITULO!!!!! DAMARIS LA VENEZOLANA
OMG!!!!! me muero de solo leer esto por Dios, que buen capitulo, no me imagino que haran en el siguiente capitulo, y es que apenas estan empezando.... jum que envidia..... me muero por leer el siguiente...
gracias chicas por tanto talento.
gracias Krizia por regalarnos esta capitulo tan hot!!!!! estuvo buenisimo!!!! muero por leer el siguiente! besos desde Argentina!
Bueno, bueno y bueno...si ponemos un termómetro se rompe de tanto calor que desprende este capitulo.De veras que estuvo estupendo con esos dos hombres tan maravillosos.Una vez mas felicidades por el fic que esta genial.Besos a todas.Maria del Mar desde España
Lectura fogosa es lo que es, y tienen mucha razón aqui con tanto termometro o casquetes polares!!! Se puede gozar al leer!
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