Descubrir que la muerte gusta de ti, siempre será peligroso. Aceptar ser su
confidente, puede ser peor. Porque la verdad de las novelas, usualmente, no es
como se cuenta en el papel.
Elise, enamorada de la vida y deslumbrada
por quien menos debía, descubrirá su propia historia en los ojos transparentes
que la encontraron sin buscarla.
Oportunidades y elecciones. Recuerdos y
miedos. Ambos, Muerte y Elise, revivirán lo que no creyeron pudiera darse. El
cambio de las decisiones, no quiere decir que todo saldrá bien esta vez.
No hay finales felices, sólo finales, que a veces… Pueden continuar
eternamente.
ANDARES
Original de Sissy
Al parecer las vitaminas y suplementos que le habían dado
en el hospital no estaban funcionando. Otra vez, el aseo de su casa la había
dejado exhausta. Le habían encontrado una anemia y ordenado un montón de nuevos
estudios, pero no había regresado por los resultados. Odiaba los hospitales. No
soportaba si quiera el aroma que colgaba de todas las paredes de ellos. Sí, aceptó,
había adelgazado mucho los últimos meses, pero eso podía controlarse poniendo
mejor atención a su dieta… Ella no se iba a parar de nuevo ahí por nada del
mundo.
Luego de terminar comer y reposar un rato, se metió a la
ducha largo tiempo, y al salir; se sorprendió a sí misma eligiendo lencería
sexy. Rió por lo bajo mientras se la ponía y se rociaba el perfume. No era que
esperara que alguien más la fuese a ver, pero saberse guapa por dentro era un
placer secreto que la hacía sentir bien.
Mientras se arreglaba, se puso a pensar en Edward y lo
peculiar que era en su encanto. ¡Sí que era muy especial!, sin duda alguna él
hubiera estado fuera de su liga si lo hubiese conocido en su propio ambiente;
pero viviendo él como lo hacía ahora, era definitivamente, otra historia…
-¿Y qué esperas tú
de éste encuentro Elise?- Se preguntó a sí misma, mientras se daba los
últimos toques de maquillaje. -Edward
está de paso, siempre está de paso… Te lo dijo él mismo; y según tú, también
estas ansiando volar… Esto no va a llegar a ningún lado… A menos que… Bueno… Te
hagas tan amiga de él; que no le pese esperarte a que puedas acompañarlo en
alguna travesía… Al menos por un tiempo, mientras aprendes las mañas del oficio…-
Se rió de buena gana al imaginarse en
algún lugar lejano, recostada a su lado, tomando el sol en una playa hermosa y
exótica. -¡Seguro Elise!- dijo con
sorna, -Primero, conócelo mejor y deja de
soñar. El que te sientas como hipnotizada cada vez que estás a su lado, no
quiere decir nada más allá de que el tipo exuda feromonas, justo de tu marca
preferida…- Y soltó la última carcajada, feliz.
Ella llegó sólo un poco tarde pero él ya estaba ahí,
esperándola. Edward se puso de pie para recibirla y luego de saludarla con esas
manos heladas suyas, le ayudó con la silla. Esos gestos inesperados, propios de
un caballero de antaño, la tomaron por sorpresa agradablemente; y los valoró
mucho al estar casi extintos en los hombres jóvenes de hoy. Posiblemente era
cosa de la educación de élite, que seguramente él había tenido, pensó.
En realidad, Edward, a pesar de su conducta atenta; había
estado a punto de no presentarse a la cita. Pasó demasiadas horas debatiendo
consigo mismo y, bueno, con el fantasma en su mente; sobre si asistir o no a la
misma. Bella no le había ofrecido ninguna respuesta, simplemente le había acompañado
escuchando todos sus alegatos sobre lo mal que estaba en acercarse tanto a un
humano como lo había hecho con Elise, y por más que la inquirió por un poco de
guía al respecto; ella sólo lo miró con la misma expresión de frustración que
él seguro portaba en esos momentos.
-¿Por qué volviste amor? ¿Quieres condenarme de nuevo a
través de ella? ¿Aún necesitas que pague por mi daño?
Obviamente, el rostro de delicada estructura y grandes
ojos chocolate, no contestó; y sólo se llenó de tristeza.
-Está bien… Si así lo quieres amada. Sé que debo sufrir
por siempre por haberte herido y mentido como lo hice, pero… ¿Y ella? ¿Qué debo
hacer con ella?
Bella Swan, la única criatura que lo había amado con la
vida misma, lo miró una última vez, antes de desaparecer calladamente entre la
neblina de su pensamiento.
Si su corazón no estuviera roto y muerto, seguramente
estaría aturdido de tristeza y compulsión para cuando estrechó la mano de la
niña humana, creyó él; pero aún así le sonrió a Elise. Había decidido que si
tenía que pasar por todo de nuevo, para poder comprender el por qué Bella había
regresado, lo haría.
El depredador se interpuso entre ellos al inicio de esa
reunión. Elise actuaba nerviosa y su conversación era cortada, perdiendo
continuamente el rumbo de sus pensamientos cada vez que se enganchaba en los
penetrantes ojos de él; y Edward,
consciente del qué estaba sucediendo, se esforzó para mantenerlo a raya
tratando de ayudar a Elise a recuperar su cálida y amigable personalidad. De
otro modo, jamás iba a descubrir la respuesta que estaba buscando ahí.
-Elise, ¿no te gustaría dar una caminata? La noche es muy
agradable.
Quizá si ambos se ponían en marcha, la actividad física
les ayudaría a esquivar el problema en la comunicación esa noche, pensó él; y
le sonrió lo más cordial que pudo, tratando de no deslumbrarla.
Elise accedió a la idea de buena gana y luego de que él,
una vez más, pagara por la cuenta; se dieron a la marcha sin rumbo fijo.
Efectivamente, el tener los estímulos sensoriales
activados, permitió a Elise relajarse y ser de nuevo ella; logrando una plática
interesante y alegre, distrayendo de tal modo a Edward de sus recuerdos, que le
sirvió como un bálsamo a su veloz y saturada mente. Aún así, no pudo dejar de reflexionar
en lo diferente que eran el uno del otro. Él, estaba ensombrecido por la muerte
y Elise estaba llena de vida.
Ella era uno de esos esporádicos humanos que en verdad
eran felices y agradecidos por todo lo que tenían y, que además, soñaban. Hacía
mucho que no se topaba con personas como ella…
No, torció el labio en su diálogo interno. Más bien, él
había elegido alejarse de todo muchas décadas después de la muerte de Bella; cuando
sus bisnietos fueron ya mayores y habían formado sus propias familias. El
nombre Swan, había desaparecido más de cien años atrás junto a su amada, pero su
amor por ella, permanecía igual. Sólo que ya no tenía caso rondar por el lugar
donde su historia con Bella había existido.
Y así fue, que desapareció. Migró hacia el viejo mundo y
rompió con todo. El amanecer del siglo veinte y su belicosidad, le mostró un
modo de subsistir a través de la locura humana. Uno, que traicionaba todo lo
que Carlile le había enseñado. Uno, que lo alejaba del dolor de la ausencia, al
concentrarse en aliviar el de otros.
Durante las dos primeras grandes guerras se había avocado
a dar respuesta a las súplicas de los agónicos que clamaban por el fin, cuando
éste era demasiado lento para presentarse. Edward, se miraba a sí mismo como un
Ángel de la Muerte, que les socorría
donde otros no podían; otorgándolo caritativamente.
En medio de tanto conflicto, nunca fue descubierto y sus
necesidades de sed, pasaron desapercibidas también.
Cierto. Algunas veces, algunos de de sus… necesitados; intuyeron quién era él y le
miraron con temor, cuestionándole por lo que seguía después; pero Edward jamás
pudo ofrecerles más consuelo que el de asegurarles el fin del sufrimiento,
porque también desconocía que había más
allá. Y, sabiente de esos miedos compartidos, siempre intentó ser gentil con ellos,
en la responsabilidad que se había autoimpuesto.
Las cosas cambiaron, cuando el mundo no entendió que la
guerra era una aberración.
A pesar de que los grandes conflictos terminaron en
rendiciones y pactos de paz, siempre hubo un país, en algún continente donde la
batalla estallaba. Religión, política, etnia… Todo eso encubría la ambición de
unos cuantos y excusaba el derecho de proclamar ataques.
Edward siempre estuvo ahí.
Los recuerdos de los peores sitios en los que él había rondado
y el monstruo gigantesco en que se había convertido en ellos, lo abrumaron de
inmediato por la vergüenza y asco que siempre sentiría por sí mismo. Ni
siquiera un ente como él, pudo librarse de ser afectado por la demencia en
lugares perdidos como aquellos.
Sólo la Bella de su mente conocía sus pecados y
atrocidades. Y su recuerdo lo había ayudado a intentar redimirse una vez más y
retornar a América. Intentar ser de nuevo, aquél Edward de ella; y no, El Devorador de Monstruos…
Tardó una década en poder acercarse de nuevo a una
población sin perder el control. No había vuelto a matar a nadie
voluntariamente, pero el vampiro en él, se rebelaba contra su búsqueda de paz
interna y resurgía, sediento. Aún así, eventualmente, lo logró.
La ciudad dónde actualmente residía, había manchado su
record de nuevo… Pero no había podido controlar la furia que le habían
provocado las acciones de esos malditos al intentar acabar con la deliciosa
niña que caminaba a su lado; la criatura de risa alegre que le había traído a
Bella una vez más a su lado.
Y fue, justamente esa risa en la que él estaba pensando,
la que lo trajo de vuelta al momento presente, a la conversación que mantenía
con Elise.
Luego de contestar al comentario de ella y reír un poco juntos,
decidió que no quería recordar más esos oscuros días y que prefería dejar fluir
la magia de Elise por su mente, cubriéndola con el bálsamo de su contagiosa
felicidad.
El tiempo pasó volando para ambos luego de eso y pronto
fue muy tarde para sólo caminar. Además, le era evidente la palidez en Elise.
¿Por qué se le veía sí? ¿Acaso era algo de ella? Su corazón se notaba esforzado
de nuevo…
Sentados en una banca del parque, Edward notó de repente
que ella se había quedado callada por demasiado tiempo ya, mientras lo miraba a
los ojos. ¿La había deslumbrado de nuevo? Lamentó tener ese efecto en ella, no
quería que el depredador la cortejara por ningún motivo y suspiró apenado.
-¿Elise?
A ella sólo se le dilataron un poco más las pupilas con
su voz.
-Elise, ¿qué piensas? ¿Estás cansada ya?
Él decidió tocarla para aumentar el estímulo, y con un
leve roce de sus fríos dedos, acarició su mano…
La temperatura inesperada la ayudó a recuperar la
voluntad de su mente y se sonrojó profusamente al captarse perdida en sus
ensoñaciones por los ojos azules. Ella parpadeó visiblemente e inició una
amplia sonrisa abochornada, aún con los párpados cerrados.
-Discúlpame, Edward. No estoy cansada –mintió-, es que no
sé qué me pasa que me pierdo a veces cuando te miro. Es… muy extraño, además de
vergonzoso…- Remató la confesión con una contagiosa y traviesa risa. Aún así,
era evidente en su expresión que lo afirmaba limpiamente, sin ánimo de parecer
una fresca, y resultó aún más encantadora en su develación.-
-Sí… Lo he notado, Elise… -rió él en respuesta.- Es sólo
que especulo demasiadas cosas cuando te quedas así. Y créeme que no eres a la
única que le avergüenzan sus pensamientos.
-¡Par de bobos que somos los dos, Ed! Dame un pellizco la
siguiente vez que me pase por favor, ¿de acuerdo?
Los dos rieron ampliamente de la idea y se miraron con
alegría. Y con ése gesto, Elise aceptó que Edward le gustaba demasiado,
desconociendo dos cosas trascendentales para semejante sentimiento. La primera,
lo peligroso e imposible de su situación. Y la segunda, el cuanto en realidad
Edward necesitaba de su calidez.
-Edward, ¿te gustaría ir a un club a tomar algo y oír
música? Digo… Es que ya es un poco tarde y tengo que ver qué hacer con mi auto…
Él suspiró ante la mirada esperanzada, y Elise supo de
inmediato que él no accedería.
-Sabes, Elise… Es que, no soy muy bueno para estar en
lugares tan ruidosos como tu Rêve. No me malinterpretes, me gusta mucho la
música, pero no la distorsión. Además, no bebo mucho en realidad. Es una regla
que he aprendido. Cuando siempre estás de paso, no es bueno tomar de más. –Y la
miró como contándole un gran secreto.- Espero lo tengas en cuenta cuando tú
estés de viaje, ¿sí?
¡Qué adorable hombre!, pensó Elise mientras sonreía.
Siempre preocupado por ella…
-Entonces, ¿eres de lugares más tranquilos, Edward?
Él elevó la vista a lo lejos y buscó la mejor forma de
responder sin falsear mucho.
-No exactamente Elise. Yo percibo la música con mucha
fuerza, y eso me permite liberarme de mis pensamientos y sólo sentirla. Cuando
estoy solo, es magnífico, pero temo a esa exarcerbación estando rodeado de
otros.
Ella no podría jamás comprender el alcance de la
confesión sin conocer la verdad de Edward; y evidentemente no lo hizo, porque
simplemente rió y contestó juguetona.
-¡Oh! ¡No me digas que te vuelves todo un groupie! No
puedo imaginarte así.
Él torció los labios con paciencia y sorna.
-No… Definitivamente, no Elise. Quizá algún día te lo
muestre… Tocando al piano. Así no temería por ti.
-¿Temer? ¡Vamos, hombre! –Ella soltó una risotada, pero
luego mordió el anzuelo a través de la sonrisa que le dedicaba Edward.- ¿Sabes
tocar? ¿Eres bueno?
-Eso no lo sé. Tendrás que juzgarlo por ti misma. Yo
tampoco conozco tus gustos en música.
-De acuerdo… Pero si empiezo a conocerte, creo que eres
tan bueno como lo estás resultando en muchas otras cosas.
-Elise… No soy bueno… Recuerda eso siempre, por favor.
La seria respuesta descolocó a Elise por su incongruencia
en la inocente charla. ¿Qué era lo que él cargaba? ¿Por qué se despreciaba
tanto a sí mismo? Tenía que estar errado, alguien tan noble como él no podía
ser malo, y lo miró con ternura. Ansiosa por consolarlo.
-Edward… Déjame juzgar eso a mí. El pasado no es el
presente y lo que sea que te molesta, tienes que aceptarlo. Quizá puedas
incorporarlo a ti, reconociendo que ha sido parte de tu crecimiento, o quizá
tengas que simplemente perdonarte; pero no vivas a la sombra de tus recuerdos.
No vas a encontrar la paz, si sólo lo usas para abrumarte.
Edward la miró en blanco. ¿Cómo era posible que esa
niña…? Ese bebé humano, ¿supiera tanto de la vida? ¿De él? De nuevo las sombras
de sus atrocidades saltaron a su mente, con el monstruo sentado sobre ellas,
reinando; y del mismo modo lo hizo el recuerdo de la joven Bella, llorando
desesperada cuando la abandonó… Y cuando regresó a su lado para el fin… No. No
habría paz para él, nunca. ¡Ojalá pudiera llorar! Quizá se habría convertido en
río ya de tanto hacerlo.
Con la cabeza gacha, caída por el peso de sus
reflexiones, la miró de lado. ¡Pobre niña! ¡Dulce niña! Qué enorme fe tenía en
las personas, a pesar que dos de ellas habían estado a punto de matarla unos
días atrás.
En medio de esa renuencia, Bella reapareció de pronto en
su mente, mirándolo con dulzura y él la observó atónito. ¡No podía ser!
-Elise… Eres demasiado ingenua.
Aquella aseveración la irritó un poco. Sí, quizá sí lo
era, pero lo prefería a siempre esperar lo peor de todos.
-Y tú estás siendo muy cascarrabias, ¡jovencito! –Le
contestó con burla- Ambos tenemos mucho por delante y celebro que seas tan
analítico, porque eso te ayudará a la larga… Sólo que déjame informarte que, de
momento, estás haciendo un muy mal uso de esa facultad.
Ella soltó una sonora carcajada para rematar su
afirmación y Edward no pudo sino imitarla. ¡Jovencito!, y rió con más ganas.
Tenía más de doscientos años de edad, pero Elise había acertado de nuevo. Él siempre
sobreanalizaba las cosas.
-¡Andando! -Dijo Elise poniéndose de pie con ligereza.-
Que vayamos o no a otro lado, de todas maneras tengo que recuperar mi auto.
Él la miró aún riendo torcidamente de sus chistes
privados y se puso de pie a su lado, completamente erguido e imponente; superando con ello a Elise por
varios centímetros y notando como ella registraba por primera vez, su verdadera
fisonomía y no el desgarbo con que se conducía normalmente para mezclarse con
las personas. –Bien- pensó, -Ella tiene que darse cuenta de algún modo
que soy mucho más de lo que se observa…- Y decidió que le permitiría al
seductor monstruo mostrarle, sólo eso, a Elise.
¡Dios mío!, tembló Elise por dentro al
registrar el sutil cambio en la apariencia de Edward, sintiéndose terriblemente
impresionada por el bello hombre que caminaba a su lado. Su mente desconectada
sin haber caído si quiera en el encanto de sus ojos…
Luego de avanzar algunos bloques en completo y ajeno
silencio, siguiéndolo mansamente, notó que se habían detenido y que Edward la
estaba mirando con risa traviesa desde su majestuoso aspecto. Ella simplemente
le correspondió, embelesada, hasta que el alegre sonido se filtró hasta su
mente.
-Dime, Elise… ¿Te pellizco ahora?
La mandíbula se le cayó al instante, mientras que el
bochorno la incendiaba vorazmente y la reacción vino espontanea. La libre y
ruidosa carcajada de ella fue acompañada de un dulce y cariñoso beso a la
mejilla de Edward.
Edward lo había visto venir con la velocidad que él era
capaz de percibir su entorno, pero no lo creyó posible. Que alguien estuviese
dispuesto a tocarlo voluntariamente, era inconcebible. Y para su asombro,
aunque se hubiese podido retirar a tiempo y esquivar ése contacto, no lo hizo;
permitiéndole a ambos ése raro instante de humanidad.
El verla caminar frente a él, percibiendo la danza de su
corazón al ritmo de su risa, fue muy agradable. Y mientras le alcanzaba,
recordó un momento en que se había sentido vivo, hacía mucho. La imagen de
Bella acurrucada en sus brazos se apareció brillante como un rayo de sol en su
memoria. Ellos charlaban, hechos un ovillo sobre el campo de flores y Bella
reía feliz, con su mano descansando sobre su pecho mientras que él la
acariciaba con suma delicadeza. Su Bella, su frágil humana. Su amor.
Elise viró a verle, aún riendo, y él le devolvió la
sonrisa, agradecido por el segundo de calor que le había regalado con su amada.
Para cuando llegaron al estacionamiento, la camaradería
entre ambos había aumentado a pasos agigantados, pero el sentimiento de paz se
le había pasado por completo a Edward, acallado por su sentido de
responsabilidad.
-¿En verdad vas a rechazar mi ofrecimiento de nuevo
Edward?
Le preguntó Elise, fingiendo estar ofendida.
-Sí. Sabes bien cómo me siento al respecto de que andes
cruzando la ciudad a media noche, sola. Será en otra ocasión.
-¿Y cómo vas a regresar a casa?
-Del mismo modo que siempre.
-Eres demasiado anticuado a veces, Edward.
-Lo sé.
Era absurdo, pero aceptó su decisión. Ahora, tenía que
asegurarse de verlo pronto. La idea de pasar tantos días sin saber de él, la
angustiaba.
-Edward, ven a comer conmigo a casa mañana. No estés solo
en ésta ciudad.
-Te lo agradezco Elise, pero aún me estoy instalando y
tengo muchos pendientes por resolver.
-¿Estás seguro que no necesitas ayuda?
-Sí. Estoy acostumbrado a esto, gracias de todas maneras.
-¡Oh! Está bien…
Esto, no está funcionando, pensó ella. ¿Por qué siempre le
daba la impresión de que no lo iba a volver a ver o saber nada de él en cuanto
se despidieran?
-Edward… -agregó ella dudosa- Dime una cosa. ¿Te
molestaste por lo de hace rato? Quiero decir, ¿te pareció incómodo que te haya
besado por haberte burlado de mí?
Él elevó las cejas, sorprendido. Elise era muy directa a
veces y el modo de responder a esa actitud era la de ser honesto con ella.
Además, eso le ahorraría a Elise formar ideas equivocadas. Con quien había
jugueteado ella había sido con el monstruo, de ninguna manera pudo haber sido
un gesto para con él.
-Mira Elise… - Y suspiró para darle espacio para
prepararse.- No se trata de eso, es que… Bueno, no quiero sonar presuntuoso
pero, necesito aclararte algunas cosas…
¡Oh, por Dios! -Pensó ella mortificada.- ¡Es gay! ¡Dios
mío! ¡Es gay y yo lo estoy acosando! Ya decía yo que era demasiado hermoso para
ser real. ¡Oh! ¡Qué gran desperdicio! –Se mordió el labio compungida mientras
se decía todo eso en su mente.-
Edward notó que ella hacía un gesto extraño y deseó poder
terminar con todo lo más pronto posible. Si Elise estaba confundida aún, la
verdad la ayudaría a ubicarse mejor respecto a él, sin necesidad de saber
razones mucho más macabras.
-Elise, ya te he contado en parte los motivos del por qué
deambulo de un lugar a otro…Y bueno, yo… Sigo enamorado de ella, Elise. Siempre
voy a estar enamorado de Bella. No importa el tiempo que pase, o lo que haya
sucedido con ella… Isabella Swan, será siempre lo más preciado para mí.
Elise se choqueó un instante, digiriendo lo escuchado. De
no ser por la solemnidad y seriedad con que Edward había pronunciado esas
palabras, hubiera jurado que estaba leyendo un viejo y absurdo libro romántico
de antaño. ¿Único amor? ¿Para siempre…? ¿Acaso era él tan ingenuo? ¡Uy! Y… ¡¿si
era virgen?! O si la tal Isabella había sido su primera y única… ¿Cómo era
posible que un hombre de ésta generación afirmara semejante disparate? ¿Le
estaba tomando el pelo? Volvió a mirarlo, buscando desesperada por un asomo de
broma en su expresión, pero nada. Edward parecía creer a ciencia cierta lo que
había dicho, y se sorprendió aún más.
-Bueno, en ése caso, lamento terriblemente haberte
importunado con mis acciones, Edward. Yo, simplemente actué por impulso, para
responder a tu sorna y devolverte la burla. Quería que te sintieras un poco
avergonzado como yo. No quiero que te sientas acosado. Es… bueno… Es
simplemente como soy. Si decides seguir siendo mi amigo lo entenderás.
-Elise, lo comprendo perfectamente, y eso es lo que más
me agrada de ti; pero no quiero defraudarte luego, cuando tú también te des
cuenta de que lo que dije es verdad. Yo… El cambio es raro en mí. ¿Puedes tú
también entender eso?
Elise soltó la respiración que había estado sosteniendo
mientras evaluaba el discurso. De acuerdo, si él creía que sólo había un modo…
Ya después descubrirían entre ambos, qué tanto de la balanza se recomponía al
mover las piezas. Y como fuese, ella le debía la vida a Edward. Tenía que
encontrar el modo de aligerar la deuda para con él…
-De acuerdo, extraño. Nada de ideas románticas. Pero aún
así insisto, no te creas solo aquí. Ya tienes una amiga en esta ciudad. ¿Lo
entiendes?
Edward sonrió con amabilidad. ¿Amiga? ¿Alguna vez había
tenido una? No. Aparte de Bella, que le dio todo; sólo hubo mujeres que le
dieron pasión cuando la necesitó para acallar su pensamiento. Quizá era la hora
de empezar a averiguar si podía tener una amiga simple, y llanamente.
Isabella le miró interrogante desde su mente y él se
encogió de hombros para ella. -Espero que
esto sea lo que tú quieres para mí, amor-; le musitó, ahí dentro, con
cariño.
Elise dejó a Edward sobre la avenida principal para que
le fuese más fácil tomar un taxi y al despedirse, volvió a besarlo en la
mejilla con ligereza. Edward dudó un segundo, pero luego la imitó. A fin de
cuentas, eso era lo normal en éste siglo. Así como el quedar en verse con una
amiga, en los días siguientes.
Dentro de su cama, Elise repasó toda la salida y todas
las actitudes de Edward. Era una lástima que él tuviese el corazón tan roto y
se mirase a sí mismo con tanto desdén. Deseó mucho poder ayudarle a encontrar
consuelo, y para ello, tenía que empezar por aceptarlo tal y como era él.
Cansada de verdad, se quedó dormida muy pronto. Y se soñó
bailando con Edward al ritmo de una hermosa y conmovedora melodía de piano. Sí,
definitivamente la música lenta era mejor, te permitía estar en los brazos de
alguien y acurrucarte ahí, segura y protegida de todo.
Edward vigiló su descanso brevemente, no sintió la
necesidad de permanecer a su lado para alejar a las pesadillas. Elise sonreía
dormida, por algo que la alegraba en sus sueños.
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Me está gustando mucho
éste Edward, tan complicado como siempre, tan enamorado como siempre. ¿Y a
ustedes?
Besos: Sissy
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“Slepping at Last”--- Creo que todas las conocemos,
¿no? Dulces sueños chicas.
8 comentarios:
DE VERDAD QUE ME INTRIGA ESTE RELATO... FELICIDADES SISSY, HA ESPERAR CON ANSIAS EL SIGUIENTE CAPITULO... SALUDOS!!!
Hola mi querida Sissy tremendo capitulo, me encanto mucho cuando vi ese parrafo donde Elise cree que es gay y pense si supiera te acuerdas cuando lo comentamos en Facebook ansiaba leerlo por completo y como siempre me sorprendes con tu enorme talento..............Adoro a este Edward tan complicado, tan enamorado y que siempre esta queriedo pagar por su naturaleza y por los errores que ha cometido sin duda eso hace que me enamore mas de el.......... estoy intigada por saber que rumbo tomara esta relacion con Elise asi que mi querida Sissy una vez mas me tienes atrapada en una de tus bellas historias............Gracias nena por compartirla y por darte un tiempecito para escribir a pesar de todas tus obligaciones, no hay con que agradecerlo mas que con un simple GRACIAS.....Besos
Woo.. Esta historia está cada vez más adictiva.. Quiero entender qué realmente pasó con Bella y quiero saber qué pasará con Elise.. Es increible cómo logras que sintamos la misma confusión que Elise cuando Edward dice algún comentario o la tristeza de Edward al pensar en Bella.. Es INCREIBLE
Att: Ariana xD
Hola chicas! Qué gusto me da leerlas! Me hacen sonreír de satisfacción al repasar sus comentarios. Uds. saben cómo me costó animarme con esta historia en particular.
Maribel! Ja ja ja! Claro que me acuerdo! Y cómo me reí! Es que joven, imposiblemente guapo y que no quiera coquetear... Pssss! Jajajajaja
Sí, va a llegar el momento en que cuente todo sobre Bella y Edward...
Ay! Edward! Siempre tan masoquista! Aunque no me imagino lo que pude ser enterrar a todo quién amas y seguir solo por la eternidad.
Besos chicas! Gracias por su apoyo!
SISSY magnifico capitulo cada vez estoy mas intrigada sobre que seguira te reitero lo dicho siempre eres una escritora fantastica estoy ansiosa esperando el proximo capitulo
Sissy me alegra muchisimo que publicaras!!!! Amo tu historia y mas poder entender a los protagonistas!!!! Esperemos que pronto conozcamos que fue lo que paso con Bella y ver adonde lo lleva la relacion con Elise!!!! esoerando ansiosa el siguiente cap Kissitos
sissy padricimo el capitulo... por fin lo pude leer no lo alcance en tu blog, pero porfin lo pude leer :D te quedo genial como siempre sissy k emocion que tuvieran una cita bueno mas o menos jijiji... anciosa por leer el proximo :D
saludos...
Este capitulo esta super, muero por saber que pasara con Elise y que fue lo que paso con Bella. Me encanta este Edward (me gustaria poder consolarlo jajajaja) gracias Sissy por tomarte el tiempo y compartir este gran talento, Coka gracias por publicarlo.
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