Son tres amigas inseparables que se deleitan compartiendo sus aventuras y secretos.
Pero su última apuesta será la más arriesgada de todas: cada una debe acostarse con cualquier hombre que las otras dos escojan para ella… y luego relatar todos y cada uno de los jugosos detalles.
CAPITULO 11
Final primera historia
Final primera historia
Adaptación de Krizia
Bella
tenía una cita con Jacob aquella noche.
Cuando
Jacob la llamó por la mañana, aceptó salir con él, convencida de que estaba completamente
equivocada en cuanto a su reacción emocional hacia Edward de la noche anterior.
Al
principio pensó en negarse. Tenía documentos que terminar y cosas de última
hora para la facultad. Tenía que averiguar qué hacer con su carrera. Y después
de pasar un fin de semana salvaje con ambos hombres, lo último que deseaba era
más caos. Hubiera sido agradable disponer de tiempo para pensar.
Sin
embargo, las persistentes dudas en cuanto a Edward la mantuvieron despierta
toda la noche.
Edward
quiso que se quedara a dormir con él.
Dios,
eso era lo que deseaba ella también. Quería acurrucarse contra él y dormirse
envuelta en la comodidad de sus brazos. Pero le respondió que no, por segunda vez, si contaba la noche del trio
donde él también se lo había pedido.
Le
dijo que tenía cosas que hacer.
Y
él reaccionó bien. Dijo que lo entendía. La llevó a su casa y le dio un beso de
buenas noches que la excitó y la humedeció una vez más. Estuvo a punto de
invitarlo a entrar y pedirle que se quedara con ella.
No
quería que se fuera.
Maldición.
Pero
ella lo dejó partir. Y luego no pegó ojo en toda la noche porque seguía
llevando encima su olor, y recordaba tan vividamente sus caricias y sus besos,
que se pasó la noche sufriendo por él.
Aquella
noche descubriría si sentía lo mismo por Jacob.
Sabía
cuál era el problema. Su sequía sexual había durado tanto tiempo que aquello
era como la primera lluvia en el desierto; estaba simplemente recuperando el
tiempo perdido.
Disfrutar
de un mano a mano con Edward fue algo sensacional y confundió con emoción lo
que en realidad fue sólo un sexo grandioso.
Apostaba
a que aquella noche iba a suceder lo mismo.
Jacob
le dijo que irían al casino de la ciudad. Estaba muy nerviosa por eso, ya que
nunca se había podido permitir ir allí sola, de modo que no había estado. Se
puso una falda corta de color negro y un top plateado y ceñido, que le había
cogido prestado a Rose unas semanas antes. Se apartó el pelo y se puso unos
pendientes falsos de cristal. Incluso volvió a ponerse los tacones de aguja.
Estaba
vestida para matar. O mejor dicho, para joder.
Cuando
Jacob llamó al timbre, corrió hacia la puerta, con un hormigueo de
anticipación. Él arqueó una ceja y lanzó un silbido al entrar.
—
¿Estás segura de que quieres que salgamos esta noche? —preguntó, revisando cada
centímetro de su cuerpo.
Ella
se rió y giró sobre sí misma, mareada de entusiasmo.
—
¿Te gusta?
Él
asintió.
—Demonios
sí. Estás buenísima.
—Gracias.
—Él también estaba condenadamente bueno con aquellos pantalones negros que se
ajustaban tan bien a su elegante culo, y una sencilla camisa blanca que se le
pegaba al cuerpo.
Fuera
cual fuera el aroma que desprendía, tanto si se trataba de colonia como si era
sólo su propio olor, penetró en sus sentidos como un llamamiento a sus
feromonas. Era tan caliente y sexy que no la sorprendió en lo más mínimo.
—
¿Estás lista?
¡Oh,
sí! Estaba lista. Su cuerpo estaba a punto de dispararse como un cohete.
En
el casino no había demasiada gente, ya que era lunes, de modo que fueron pasando
de una mesa a otra. Aprendió a jugar a los dados y a la ruleta, incluso jugó
unas manos de blackjack, el cual no tardó en descubrir que no se le daba nada
bien. La que más le divirtió fue jugar a las tragaperras porque podía
entretenerse más sin perder todo su dinero.
Por
muy generoso que fuera Jacob, ella se negaba a desperdiciar el dinero. Por eso
le gustaba jugar en las tragaperras. Él estaba entretenido en una mesa de dados
y parecía estar acumulando bastantes fichas, de modo que buscó una máquina y metió
veinte dólares. Ganó, cosa que la alegró tanto que continuó jugando.
—
¿Te diviertes?
Ella
se dio media vuelta, con una ancha sonrisa, creyendo que era Jacob.
—En
realidad…
No
se trataba de Jacob. Se le congeló la sonrisa y luego desapareció del todo
cuando se enfrentó a la mirada de su ex marido, Mike.
El
corazón le dio un vuelco, los nervios se le pusieron en tensión. Una cascada de
recuerdos, todos desagradables, cayó sobre ella, y de pronto volvió a ser la
tímida ama de casa.
Mike,
alto, rubio oscuro, guapo, el chico de sus sueños. Sí, vale, el error más
grande que había cometido en su vida. Todo el entusiasmo y la diversión de los
que había estado disfrutando, desaparecieron en un instante.
—
¿Qué haces tú aquí?
Él
se apoyó contra la máquina en la que ella estaba jugando y se quitó un
padrastro, una costumbre que a ella siempre le había molestado.
—Estoy
jugando, querida. ¿Y tú?
Fregar los suelos, imbécil. ¿A ti qué te parece que estoy
haciendo?
—Tengo
una cita.
—Al
parecer tu cita te ha abandonado, porque no lo veo por aquí.
Tranquila, Bella. Está intentando irritarte a propósito. Le dedicó una sonrisa de satisfacción.
—En
realidad sé exactamente dónde está.
—
¿Quién es?
—Está
en la mesa de los dados. Justo ahí. —Señaló con la cabeza la mesa en la que
estaba Jacob. Este levantó la vista justo cuando ella miraba en su dirección. Le
guiño un ojo y tiró los dados.
—
¡Ah! Black.
—Sí.
—La
otra noche te vi con él en el club.
¿Mike
estaba en el club la otra noche? Ella no lo había visto, pero claro, dejando
aparte los primeros cinco minutos, estuvo tan inmersa en Edward y Jacob que no
lo habría visto aunque lo hubiera tenido delante de las narices.
—
¿De verdad?
—Sí.
Estabas con Cullen y con Black.
Ah.
De modo que la había visto. Se preguntó hasta que punto lo habría hecho. Una pequeña
llamarada de triunfo empezó a parpadear en su interior.
—Entonces
era yo. Es gracioso, no te vi por allí. Claro que estaba bastante ocupada con mis
citas.
Mike
abrió mucho los ojos.
—
¿Estabas allí con los dos?
Ella
apretó uno de los botones de la máquina, sin hacerle caso.
—La
verdad es que sí.
—Un
poco putita, ¿no es así, Bella?
Ella
ni siquiera desvió la mirada de las luces que parpadeaban en la máquina.
—Eso
es como si el cazo llamase negra a la sartén, ¿no Mike?
—Antes
eras una buena chica.
El
desagrado en el tono de su voz era evidente, pero ya no poseía el poder de
herirla.
Apartó
por fin la mirada de la máquina y arqueó una ceja.
—Sigo
siéndolo, Mike. Una chica muy buena.
—No
puedo creer cuánto ha cambiado la chica dulce con la que me casé.
Ella
lanzó un bufido.
—
¡Por favor! ¿Y de qué me sirvió eso, Mike? Te fui fiel, me quedé todas las
noches en casa esperándote. ¿Dónde estabas tú? Saliendo con otra mujer,
follándola a ella en vez de a mí. Bueno, pues ahora soy yo quien se acuesta con
otros hombres en vez de contigo. —Apretó el botón de devolución del dinero,
esperó a que se imprimiera el justificante y lo arrancó de la máquina—. Y deja
que te diga algo: ahora mismo estoy disfrutando del mejor sexo de mi vida.
Todos esos años desperdiciados con un hombre como tú.
¡Ojalá
hubiera sabido lo que me estaba perdiendo!
Esperó
a que le contestara, pero él se limitó a mirarla fijamente, con la cara roja.
Entonces se dio cuenta de que se había quedado mudo. Por primera vez en su vida
había conseguido que el bastardo fuera incapaz de hablar. Era el momento de
entrar a matar.
—En
cualquier caso, ¿qué vieron en ti todas esas chicas que te tiraste mientras
estuvimos casados?
Él
parecía a punto de estrangularla. Ella agitó el recibo delante de su cara, con
expresión triunfante.
—Me
gustaría quedarme a charlar contigo un poco más, Mike, pero ahora tengo una
vida en la que no hay sitio para ti.
Se
alejó sin mirar atrás, se acercó furtivamente a Jacob y se apoyó en su hombro.
Él le rodeó la cintura con un brazo y le plantó un beso ardiente en los labios.
Esperaba
que Mike estuviera todavía mirándola.
—Te
he visto hablando con tu ex —dijo Jacob cuando ella interrumpió el beso. Reunió
sus fichas y se apartó de la mesa, llevándola hacia la ventanilla de cobros.
—Es
un imbécil —declaró ella, entregándole el recibo al empleado.
—
¿Te ha causado algún problema? —preguntó Jacob, metiéndose en el bolsillo la importante
cantidad de billetes que le entregó el cajero.
Bella
le devolvió lo que había ganado en la máquina tragaperras, a pesar de los
intentos de Jacob por impedírselo.
—Ninguno.
Me las he arreglado muy bien.
—Me
lo imagino. —La rodeó con un brazo y se dirigieron a la salida. Él había
aparcado su coche al final del aparcamiento. Aquello estaba aislado, rodeado por
un semicírculo de árboles y a oscuras. En cuanto llegaron al coche, él la hizo
volverse, la empujó contra la puerta y su boca cayó sobre la suya.
Se
quedó sin aire cuando él le introdujo la lengua y devoró sus labios con un beso
lleno de pasión. Ella busco sus brazos, sintiendo el ardiente y duro músculo
bajo la camisa. Él le separó las piernas con la rodilla, metiendo el muslo
entre ellas.
Su
cuerpo respondió con una explosión instantánea, se le humedeció el coño y se le
contrajeron los pezones al rozar contra su pecho. No era capaz de evitar su
reacción ante él. Era irresistible y ella no podía hacer otra cosa que dejar
que su cuerpo respondiera.
¿Lo
deseaba? ¡Demonios, sí! Sin embargo, mientras las manos de él vagaban por su
cuerpo, acariciándole los pechos, pellizcándole los pezones, y volviéndola loca
de deseo, una parte de ella reconoció que la reacción que estaba experimentando
era pura y simplemente física.
Deseaba
a Jacob. ¡Oh, Dios! Lo deseaba siempre.
Pero
eso era lo único que sentía. Lo único que iba a sentir siempre. Se dio cuenta,
de manera instintiva, de que Jacob Black era demasiado para ella. Aunque era
maravilloso, atractivo y condenadamente excitante, no era la clase de hombre
con el que podría mantener una relación.
El
tipo de relación que ansiaba.
El
tipo de relación que quería.
La
relación que deseaba con Edward.
¡Oh,
Dios!
Edward.
Jacob
separó la boca de sus labios para llevarla a su cuello y le lamió el punto en
el que le latía el pulso, haciendo que se le pusiera la piel de gallina.
Le
metió la mano por debajo de la falda, abarcando su sexo. Ella estuvo a punto de
correrse.
Aquello
tenía que parar. ¡Se sentía culpable!
Le
plantó las manos en el pecho y lo empujó, al principio con suavidad y luego con
algo más de firmeza.
—Para,
Jacob.
Él
le acarició el clítoris y ella luchó contra las sensaciones. Estaba cerca, tan condenadamente
cerca, que estuvo a punto de correrse, de olvidar sus principios y dejarse
llevar.
Pero
no podía. No podía, maldición. Malditos escrúpulos.
—Jacob,
por favor, para. —Le sujetó la muñeca y le apartó la mano de la falda.
Él
levantó la cabeza y la miró, con expresión de desconcierto.
Y
en aquel momento, ella supo exactamente por qué. Porque estaba jadeando, sus
pechos subían y bajaban contra el torso de él, y le temblaba todo el cuerpo. Y
aunque el pene que se movía contra su muslo estaba duro, en los ojos de él
había algo que indicaba que no estaba tan alterado por aquello como ella. Un
distanciamiento que no había notado antes.
Algo
que no estaba presente en los ojos de Edward. Con Edward había sexo, era un
Dios del sexo, pero ella podía mirarle a los ojos y verle el alma con toda
claridad. Cuando estaban juntos, él se involucraba totalmente.
Jacob
no sentía ninguna clase de emoción. Era, simple y llanamente, lujuria. Entre él
y ella no existía la conexión emocional que había con Edward.
—
¿Qué pasa, Bella? Estás tan condenadamente a punto que puedo notar como
tiemblas.
—Lo
sé. Dios, lo sé. Lo siento. No puedo hacerlo.
—Podemos
irnos a mi casa sí este sitio te molesta. No había pensado que aquí no tenemos intimidad.
Ella
negó con la cabeza.
—No
es eso. Yo… Ni siquiera sé por dónde empezar.
Jacob
suspiró y se apartó, poniendo distancia entre ellos. Ladeó la cabeza y la
observó.
—Es
por Edward.
A
ella se le ensancharon los ojos.
—
¿Cómo lo has sabido?
—Él
dijo casi lo mismo respecto de ti, anoche.
—
¿Sí? —No pudo evitar la sonrisa que asomó a su cara. No quería ponerla,
simplemente apareció. Se sintió muy mal por ello e intentó borrarla, pero no lo
consiguió.
—Sois
de los que se enamoran. Lo lleváis escrito en la cara y da náuseas.
Le
estaba tomando el pelo. Lo notó en la media sonrisa de sus labios y en su forma
de mover la cabeza.
—Lo
siento, Jacob.
—No
lo sientas. —La atrajo hacia sí y la abrazó, depositando un beso en su cabeza.
Permaneció
callado unos segundos y luego susurró—: Envidio vuestra capacidad para amar.
Iba
a preguntarle qué quería decir con eso, pero él la apartó y le dirigió una
ancha sonrisa.
—Voy
a llevarte con Edward. Puede que le haya mencionado que tú y yo teníamos una
cita esta noche, y seguramente ahora mismo esté destrozando su casa por culpa
de los celos.
—No
habrás sido capaz.
Jacob
se encogió de hombros.
—
¡Oye, soy un cabrón! Lo sabe todo el mundo.
Edward
iba de un lado a otro de su salón, bebiéndose lo que le quedaba de cerveza y mirando hacia el bar para escoger otra
bebida.
No
era una buena idea. Por la mañana temprano tenía una operación. Además, el
alcohol no había llegado a rozar siquiera la irritación que llevaba toda la
noche consumiéndole, maldita sea, más que toda la noche, desde el principio,
cuando Jacob le mencionó de pasada, al salir de la clínica, que aquella noche
iba a recoger a Bella.
Lo
cual explicaba por qué no se quedó en su casa la noche anterior; abandonó su
cama, se fue a su casa y quedó con Jacob para esta noche. Puede que incluso le
hubiera llamado nada más entrar en casa.
De
cualquier forma, sabía lo que eso significaba: ella no sentía nada por él.
Lo
cual le molestaba. Bueno, lo cierto era que dolía. No se había metido en
aquello para que volvieran a hacerle daño. Sin embargo, ¿no se le había
ocurrido que de todos modos sucedería? Cerró su corazón al amor después de que
su ex se lo pisoteara, dejando un tocón marchito y seco tras ella.
Después de eso, utilizó a las mujeres
únicamente para el sexo.
Y
además se le daba condenadamente bien era un maestro. Jacob era condenadamente
seductor. Se fijó en él, y aprendió del mejor.
Pero
en algún momento, se dejó la puerta abierta, y en el transcurso del año
anterior, Bella se coló sin hacer ruido.
Ahora
tendría que volver a cerrarla.
Puede
que después de todo, se tomara otro trago.
Cuando
sonó el timbre, frunció el ceño. Mierda. ¿Quién demonios llamaba a ésas horas
de la noche? Se acercó a la puerta y miró por la mirilla; se llevó un gran
sobresalto al ver a Bella.
Entreabrió
la puerta y la observó con cautela.
—Hola
—saludó ella, con las mejillas enrojecidas.
—Hola.
Creía que esta noche salías con Jacob.
El
rubor de sus mejillas se intensificó.
—Lo
sé. Me dijo que lo sabías. Acaba de dejarme.
—
¿Por qué?
—
¿Puedo entrar o quieres que hablemos aquí fuera?
—
¡Oh! Lo siento. —Se apartó para dejarla entrar. Maldición, tenía un aspecto muy
sexy con aquella falda negra, ajustada y el exiguo top. Llevaba el pelo
ligeramente recogido y unos cuantos bucles castaños se habían escapado del
pasador. Cerró los puños para no estirar la mano y tocarla—. Siéntate. ¿Quieres
beber algo?
—No,
gracias. —Se sentó en uno, de los sofás del salón, tan peligrosamente cerca del
borde que corría el riesgo de caerse en cualquier momento.
Y
parecía sentirse muy incómoda.
Lo
cual sólo podía significar una cosa: había ido a decirle que no quería volver a
verlo.
¡Qué
considerado por parte de Jacob que le permitiera hacerlo sola! Claro que, a lo
mejor, ella quería hacerlo sin que él estuviera presente. Eso sería típico de
Bella. No quería que Jacob anduviera por allí con una sonrisa victoriosa,
mientras ella rechazaba a Edward.
—
¿Por qué estás aquí, Bella?
Ella
levantó la cabeza, con los ojos desorbitados por algo parecido al terror.
—T…
tengo que decirte algo.
Supuso
que debía comportarse como un caballero y facilitarle las cosas, pero en ése momento
no se sentía amable precisamente. En su lugar, se sentó en el sofá de enfrente.
—Claro.
Cuentame.
Estiró
las piernas y descansó los brazos en el respaldo del sillón. De ninguna manera
iba a demostrarle hasta que punto le afectaba su rechazo. Cuando ella se lo
dijera, él se limitaría a actuar como si no tuviera demasiada importancia y se
despediría de ella. Lo más probable era que Jacob la estuviera esperando en el
coche.
Dímelo
y acaba de una vez, Bella.
—
¿Tienes algo que decirme?
—Estoy
enamorada de ti, Edward.
Él
tamborileó con los dedos el respaldo del sofá.
—
¿Y?
Ella
enarcó una ceja.
—
¿Y?
Cuando
las palabras que ella acababa de pronunciar penetraron en su cerebro, dejó los dedos
quietos y se inclinó hacia delante.
—
¿Qué acabas de decir?
Ella
tragó saliva y él se quedó mirando el movimiento de su garganta.
—He
dicho que estoy enamorada de ti.
Aquello
no era lo que se había preparado para escuchar. En absoluto.
¡Mierda!
Bella
observó las emociones que cruzaban la cara de Edward, resistiendo el impulso de
sonreír de oreja a oreja. Dedujo que se había preparado para oír algo
completamente distinto.
—Me
amas.
—Sí.
—
¡Demonios! —Parpadeó, se pasó los dedos por el pelo y alzó la vista hacia ella
otra vez—. Me amas.
—Sí
—repitió ella, riéndose en esta ocasión—. Te amo.
Él
se levantó, cruzó los dos pasos que le separaban de ella, la cogió de las manos
y la puso en pie.
—Me
amas.
Ella
asintió.
Él
sacudió la cabeza.
—
¡Pensaba… Joder! Da igual. —Se agachó y unió los labios con los de ella. El
beso fue conmovedor, cargado de tanta emoción y sentimiento que se le llenaron
los ojos de lágrimas. Él extendió los dedos sobre la piel desnuda de su espalda
y la acercó más.
Ella
deseó fundirse con él.
Él
se separó, con una mirada cargada de emociones que ella no supo cómo
interpretar.
—Llevo
enamorado de ti desde el primer día que apareciste en la clínica, Bella. No
quería enamorarme. Me juré que no lo haría. Y después de este fin de semana, entre
Jacob, tú y yo, no estaba seguro de lo que querías, pero sí de lo que quería
yo. Te deseaba a ti. No quería volver a compartirte jamás.
El
corazón de ella se iba aligerando con cada palabra.
—Soy
mujer de un solo hombre. Este fin de semana ha sido una experiencia, una
fantasía hecha realidad. No voy a negar que disfruté como una loca. Sin
embargo, no quiero volver a repetirla.
Él
sonrió.
—Yo
también disfruté, pero puedo hacer realidad tus fantasías de muchas formas diferentes.
Ella
levantó las cejas.
—Estoy
segura de que sí.
—Y
apuesto a que tienes unas fantasías verdaderamente salvajes.
De
algún modo sabía que estaría dispuesto a explorarlas todas con ella. No podía
esperar.
—La
verdad es que sí.
Sus
dedos trazaron un ardiente sendero, lento y sensual a lo largo de su espalda,
se deslizaron bajo su falda y se detuvieron justo en la separación de las
nalgas.
—Dime
una ahora mismo.
Ella
miró a su alrededor y luego sonrió.
—Siempre
he tenido la fantasía de estar inclinada sobre el sofá con la falda levantada…
La
sonrisa de él causó estragos en sus sentidos. Era diabólica y estaba cargada de
promesas.
—Creo
que podemos arreglarlo. —Se puso detrás del sofá y la inclinó sobre él.
Ella
meneó el trasero y luego extendió las piernas.
—Me
gusta esta fantasía tuya, Bella.
Ni
siquiera la había tocado aún y ya estaba empapada. Notó sus manos en el
dobladillo de la falda y sus nudillos acariciándole los muslos. Le levantó la
falda tan despacio que le entraron ganas de gritar y el clítoris le palpitó de
expectación.
Lo
que no se esperaba era que le apartara las bragas y le deslizara la lengua
directamente en el coño. Lanzó un grito y aferró los cojines del sofá. La lamió
y arrastró la lengua hasta rodearle el clítoris.
Ese
hombre hacía maravillas con la lengua y sexualmente era una sorpresa constante.
Le metió la mano entre las piernas para acariciarle el sexo, tirándole del
clítoris hasta que ella se contorsionó contra su mano.
—Córrete
para mí, Bella —la animó él, instándola a tener un orgasmo con la misma tranquilidad
que si le estuviera pidiendo que le pasara la sal. Ella se tensó, gritó y se
estremeció contra su lengua y sus dedos.
Dios,
estaba tan preparada para llegar al orgasmo, tan excitada sexualmente por culpa
de Jacob, que Edward la llevó al borde en cuestión de segundos. Jadeó y cerró
los ojos, pensando que debería sentirse culpable por permitir que un hombre
terminara con lo que otro había empezado.
No.
El hombre adecuado estaba terminando lo que había empezado el equivocado, y no iba
a sentirse culpable por eso.
Todavía
temblaba cuando él se incorporó, le separó las piernas con los muslos y entró
en ella con un fuerte empujón, pegándola contra el respaldo del sofá. Se sujetó
mientras él se movía con fuerza contra ella, dándole exactamente lo que había
pedido y haciendo realidad otra de sus más secretas e íntimas fantasías.
La
folló sin piedad, sin darle tiempo siquiera a recuperar el aliento, impulsando
su miembro hacia arriba y haciendo que el clítoris rozara contra el sofá, hasta
que su vagina lo asió con tanta fuerza que gritó su nombre, la sujetó por las
caderas y se corrió con una sucesión de estremecimientos. Se derrumbó contra su
espalda con el corazón desbocado.
Cuando
se retiró, le dio la vuelta y le levantó las piernas para que le rodeara con
ellas. La besó otra vez —al parecer le encantaba besarla, gracias a Dios—, con
ternura, y le quitó el pasador del pelo para poder meter los dedos entre los
bucles.
A
ella le encantó su forma de tocarla.
La
llevó así hasta el dormitorio, con los pantalones medio bajados, y se echaron
los dos a reír cuando estuvo a punto de tropezar con ellos varias veces. Cayeron
en la cama y se quedaron allí, mirándose el uno al otro.
—Me
amas —volvió a decir él, con una sonrisa tonta en la cara, que ella estaba
segura que era un reflejo de la propia.
—Sí.
Y tú a mí.
—Tan
cierto como que estoy aquí.
—
¿Y qué vamos a hacer ahora?
Él
se apoyó en un codo y le desató los tirantes del top.
—Ahora
vamos a volver a follar.
—Eso
ya lo sé —dijo ella, riendo—. Me refería a nosotros.
—Lo
iremos viendo día a día —dijo él, apartando la tela y dejando al descubierto
sus pechos—. Tienes una carrera y una vida por delante. No voy a interponerme
en eso.
Y
aquella era una de las cosas que más le gustaban de él. Se daba cuenta de que
necesitaba ser independiente sin necesidad de que ella se lo dijera.
Enamorarse
había sido la cosa más descabellada de aquel fin de semana.
Algo
inesperado, pero desde luego, no por ello indeseado.
Había
obtenido de aquella apuesta más de lo previsto.
No
podía esperar a contárselo a Rose y a Alice en cuanto volviera a verlas. Pero
ahora mismo, un hombre increíblemente sexy estaba desnudándola.
Extendió las manos hacia los botones de su
camisa y empezó a desabrocharlos.
—Bueno,
Edward, ya hemos investigado a fondo mis fantasías, así que, hablemos ahora de
las tuyas…
FINAL PRIMERA HISTORIA
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Tranquila Chikas que no dejaremos de tener calor por estos lados, porque aun falta la fantasía de Rose y Alice, recuerden que el pacto fue entre tres, jejeje...
Gracias Krizia una vez mas...
Chikas comenten, ¿que les pareció el final de esta cálida historia?
La verdad que esta es la primera vez que publicamos con tanto condimento, ha sido un experimento y por lo menos no ha salido mal, opinen sobre que les pareció este tipo de lecturas en el blog, please, se los agradeceria
11 comentarios:
KRIZIA GRACIAS esta historia es mi favorita pero porque se termino soy suuper fans de tus historias las leo aqui y en el otro blogs y simplemente te felicito eres muy buena escritora al igual Que Coka y sissy gracias nuevamente por tan buen trabajo!!!!!!!!! DAMARIS
Me encanto, pero en los capítulos anteriores parecía que Jacob era el que se estaba enamorando y no Edward que paso
Me encanto que edward se quedara con bella son perfectos. Aunque me gustaria que jacob
Tambien se enamorara y encontrara una buena chica. Gracias kricia por tus historias son grandiosas. Les deceo muchas bendiciones a todas coka, Sissy sigan adelante.
auuuuuuu!!!! de verdad que con esta historia no hay de otra mas que quedar aullando LITERAL!!!
hayyyymi Jacob yo lo consolare!!!!
en encanto el final!!!!!!!! esta increíble, yo hubiera hecho lo mismo... lo que daría por ser Bella por un solo dia!!! y tener a ese hombre para mi sólita diciendo que me ama!!!!
Un fuerte abrazo.
Nancy Q.
Me encanto leeros,teneis mucho gancho, y como nunca dejamos de pensar en, Edward, siempre nos es muy agradable todo lo que le involucre a el, la historia es fuerte, pero tiene su punto, y a mi me a encantado, y me quede con ganas de mas, lo siento pero asi es,
Un fuerte abrazo.
F.P.
ai dios krisia uf!!! que momentos... me encanto edward y bella juntos.. amo a jacob y supongo que la experiencia que tuvieron los 3 fue increible... pero mi team suiza es mas acercandose a team edward jajaja... me encanto como se dieron las cosas y bien por bella mira k tener un hombre asi para que cumpla todas tus fantacias uf!! jajajja y pobre de jacob... si necesita alguien con kien distraerse pos le paso mi direccion jajaja
ya kiero leer quien sigue Rose o Alice y me imagino que nos tendran en duchas eladas tambien jijij
gracias krisia esta adaptacion esta buenisima y gracias coka por publicar :D
saludos
maty
Hola Krizia excelente final, me encanto como se dieron las cosas y como un fin de semana loco pude ser la puerta para un gran amor.
Me dio gusto por Bella después de estar en una pésima relación merecía esta experiencia y que mejor si termina enamorada y que mejor que de Edward.
Me encanto como fue valiente para poner en su lugar al cretino de Mike, pero quien se creía para venir e insultarla de esa manera, el que fallo tanto en su relación, lo bueno fue que lo dejo sin palabras.
Gracias Krizia por esta mas que excelente historia y aquí estaremos pendientes de las fantasías de Álice y Rose, seguro ocuparemos una que otra ducha jejejee
Besos
Wowww que final! Estuvo genial y muy intenso jajaja. Me encanto TODO. Lo mejor es que hay segunda parte SIIIIIII. Me gusto mucho la parte del Ex, y sobretodo que terminen juntos con Ed hayyyy (Muchos suspiros).
Krizia Muchas Gracias por compartir su talento con nosotras, y Coka gracias por publicar y me encanta todo lo relacionado con tu casita, todo todo es genial
Pao
Ay, Krizia! Tú y tus adaptaciones calenturientas!
Mujer, que me causas cada lío para besarme la temperatura sin poder explicarle a mi marido de razones..! Ja ja ja.
Abrazos amiga. Y espero que las cosas vayan mejor por casa.
Sissy
Jajajaaaaa si Sissy gracias a Dios estamos casadas porque leer semejante historia y después quedar sola en un cuarto nooooooo para morir jajajajaaaa cuando actualizas al igual que coka se les extraña con un buen capítulo!!! Damaris!!!
Gracias a todas por comentar, pero llevo una temporada movidita sin tiempo para casi nada.
Cuando dispongo de tiempo, no tengo internet y cuando no tengo tiempo funciona a la perfección, salvo que el pobre ordenador se ha suicidado y lo tiene un amigo intentando arreglarlo, si no lo tengo fatal espero no perder archivos como la ultima vez que me entro un virus. Estoy en el portátil de mi hija aprovechando que esta wn wl instituto y yo dentro de poco me voy al Festival de cine de Sitges a trabajar un poco.
Leer si las leo desde el móvil, pero los comentarios cuando los subo no aparecn en la página y no se el por qué. Besos a todas.
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