tres amigas…tres deseos secretos…tres oportunidades para hacerlos realidad.
Son tres amigas inseparables que se deleitan compartiendo sus
aventuras y secretos.
Pero su última apuesta será la más arriesgada de todas: cada una
debe acostarse con cualquier hombre que las otras dos escojan para ella… y
luego relatar todos y cada uno de los jugosos detalles.
Adaptado por Krizia
Capítulo 4
CAPITULO PROHIBIDO A MENORES DE 18 AÑOS
—Voy
a vomitar.
Rose
miró furiosa a Bella.
—Nada
de eso. Acabo de terminar de maquillarte y estás a punto de ponerte este pecaminoso
vestido. Si vomitas encima, te doy una bofetada.
Bella
soltó una carcajada.
—De
acuerdo, eso ha tenido gracia. —Dios, eso era lo que necesitaba: dejar que Rose
le quitara el miedo de un plumazo.
—Estás
preciosa —dijo Alice, levantando el vestido que le habían ayudado a elegir—.
Vas a poner a esos tíos más duros que una roca en cuanto entres por la puerta.
—
¡Ay Dios! —El estómago le dio un vuelco y miró a sus amigas con desesperación—.
¿De verdad voy a poder hacerlo?
—Claro
que sí. Eres muy sexy, cariño —contestó Rose—. Ahora ponte ese vestido y veamos
cómo te queda.
Se
puso el traje, logrando tener una breve visión de sí misma en el espejo de la
entrada al hacerlo. Dios, sólo la ropa interior hacia que se humedeciera. Un
tanga de seda negra, liguero, medias, y un sostén negro a juego, diseñado para
elevar sus pechos, pero que no los cubría en absoluto. Los pezones se le
endurecieron hasta convertirse en pequeños puntos.
El
vestido de fibra elástica era negro y ajustado, y se adaptaba a su cuerpo como
una segunda piel. Alice se apresuró a subirle la cremallera. Apenas podía
respirar, pero sabía que era culpa de los nervios y no de la ropa.
—Deberíamos
dedicarnos a esto —dijo Rose, exhibiendo una sonrisa de satisfacción.
—Estoy
de acuerdo —contestó Alice—. Mírate, Bella.
Bella
se volvió y quedó frente al espejo. Estaba claro que sus amigas eran unos
genios.
Alice
le había echado el pelo hacia atrás y se lo había recogido arriba, dejando caer
unos mechones por el cuello y las mejillas. Un toque de desaliño, de aspecto
increíblemente seductor.
Rose
la había maquillado de una forma que no resultaba exagerada, pero que
decididamente resaltaba sus ojos. Brillaban como fuego.
El
vestido se ceñía a sus pechos, el sujetador daba la sensación de empujarlos
casi por encima del corpiño, que los sujetaba lo bastante como para que a ella
no le pareciera que iban a saltar. Los estrechos tirantes de diamantes falsos
eran sólo de adorno, ya que el corpiño era lo bastante ajustado como para
mantener el vestido en su sitio. La cintura se entrecruzaba para caer luego por
las caderas, haciendo susurrar la tela cada vez que ella se movía.
Se
sintió endemoniadamente seductora. Nunca había sido de las que se arreglan o se
sienten atractivas. Pero esta noche sí.
—Gracias.
Sois increíbles.
—Lo
sabemos —bromeó Alice, guiñando un ojo—. Ahora será mejor que nos vistamos.
Tú
ve a buscar unos pendientes. ¡Ah, y una pulsera! Nada más. Y esos zapatos que
hacen que tus piernas parezcan kilométricas. Estoy condenadamente celosa y me
gustaría ser más alta. Esta noche voy a tener que llevar zapatos de estilete
sólo para poder competir.
Bella
se echó a reír y fue a buscar su joyero en cuanto Rose y Alice la dejaron para
ir a vestirse.
Aquello
volvía a ser como en el instituto, todas ellas reunidas para arreglarse antes
de un baile. Con la diferencia de que aquella era su casa y hacía ya mucho
tiempo que habían dejado el instituto, aunque era una noche importante.
Le
alegraba que ambas hubieran accedido a ir con ella. Por supuesto, en cuanto les
dijo que Edward y Jacob las habían imitado también, Rose declaró que no iba a
perderse esa noche ni por todo el dinero de la cuenta corriente de Bill Gates.
Y Alice se volvió loca de emoción.
Bella
seguía teniendo ganas de vomitar.
—A
lo mejor lo entendí todo mal —les dijo a Rose y a Alice, poco después, en el
coche—. Es posible que sólo quisieran montar todo este follón porque son
encantadores y deseaban darme la enhorabuena. Probablemente ni siquiera estén
interesados en mí… de esta forma.
Rose
se volvió en su asiento y enarcó una ceja.
-¿Estás de broma, verdad? ¿Cuántas
veces tenemos que repetírtelo? Estás buenísima.
Ellos
están buenísimos. Ambos quieren echarte un polvo. Y ahora cierra la boca, o
haré que Alice pare el coche, iré atrás y te daré una bofetada.
No
pudo evitarlo. Empezó a reír al imaginar a Rose trepando por la consola central
del coche con su estrecho vestido, y peleándose con ella. Y una vez que empezó
a reír, no podía parar. Rose empezó a reírse y luego se les unió Alice. Cuando
llegaron a la entrada principal del club de campo, se había relajado lo
bastante como para dejar de hiperventilarse.
Pero
ahora ellos estaban allí, y ella tenía que salir del coche y entrar como si
supiera lo que estaba haciendo. Como si fuera una mujer de mundo que hacía
aquello continuamente.
De
acuerdo. Una mujer de mundo. Ni siquiera tenía una cita; llevaba sin tener una
cita desde… Mike.
—
¿Por qué acepté esta estúpida apuesta? —preguntó Bella, mientras salía del
vehículo.
—Porque
estás desesperadamente necesitada de sexo —susurró Rose, echándose el chal por
encima de su ajustado vestido rojo.
—Como
todas —añadió Alice, poniéndose al otro lado de Bella.
Esta
la miró, la presencia de Alice era tranquilizadora. Rose era toda relámpagos y
fuego.
Alice
era serenidad y sentido común. Sólo con mirarla se sentía mejor.
—Voy
a perderte en cuanto crucemos esa puerta —dijo Bella, mirando el vestido de
seda color crema que se pegaba a las curvas de Alice como una segunda piel—.
Estás condenadamente guapa.
Alice
sonrió de oreja a oreja.
—Estoy
muy nerviosa por estar aquí. Demonios, cariño, nos hemos esforzado mucho.
Esta
es nuestra ocasión para divertirnos. Y tu oportunidad de brillar, para librarte
de los restos de Mike y de todo el trabajo duro que has llevado a cabo. Vete a
presumir de atributos. —Empujó a Bella, y Rose y ella se colocaron justo
detrás.
Bella
hizo acopio de valor, cogió aire y cruzó las puertas del club, percibiendo los
ánimos de sus chicas a la espalda.
Podía
hacerlo. Lo haría. Lo quería y lo necesitaba. Aunque aquella noche no sucediera
nada más, al menos iba a divertirse todo lo que pudiera.
El
Forks Centre Club era lo más de la ciudad. Sus miembros eran la élite y eso se notaba.
Elegante, de buen gusto, aunque endemoniadamente lujoso, desde los suelos de
mármol hasta las lámparas de araña, pasando por las manillas de cobre de las
puertas y el revestimiento de madera oscura de las paredes. Todo en él hablaba
de dinero, dinero, dinero.
Bella
se sintió fuera de lugar. Sabía que Mike frecuentaba el club, pero aquello no
era para ella. No era chica de fiestas. A ella le iban los vestidos playeros o
los vaqueros, las camisetas ajustadas y nada de zapatos; sentarse en una
mecedora ante la puerta, bebiendo un té helado y observar las estrellas como
una niña. No disfrazarse y convertirse en quien no era.
Se
paró en seco y se dio media vuelta.
—No
puedo hacerlo.
Rose
la miró con determinación.
—Sí
que puedes.
Ella
sacudió la cabeza.
—No
puedo. Esta no soy yo. Tú me conoces, Rose. Esta no soy yo.
—Bella,
mírame.
Se
volvió hacia Alice.
—No
puedo Alice. Por favor. Tú lo sabes.
Alice
asintió.
—Lo
sé, cariño. Él te hizo daño. Hizo que creyeras que carecías de valor, pero es
él quien es una completa mierda. Llevas ese vestido como si hubieras nacido
para andar con él. Y puede que no te sientas a gusto llevándolo, pero tienes el
mismo aspecto que un millón de dólares.
—Pero
ésta no soy yo, Alice. Sabes que no lo soy. Me siento como un fraude.
Alice
le cogió las manos con dedos cálidos y reconfortantes.
—
¿Sabes una cosa? A veces está bien hacer el papel de princesa de cuento de
hadas. Sólo por una noche.
—
¡Bella! ¡Justo a tiempo!
¡Oh,
Dios! La voz de Jacob. El corazón estuvo a punto de estallarle en el pecho.
Echó una mirada de pánico a Rose y a Alice, quienes mostraban una ancha
sonrisa. Los dedos de Alice la soltaron y se echó hacia atrás. A Bella no le
quedó más opción que darse la vuelta.
Vaya
amigas que eran, abandonándola en su momento de necesidad.
Jacob
se acercó a ella, vestido con un traje gris oscuro, camisa gris claro y corbata
azul oscura de seda. Se le desorbitaron los ojos.
—
¡Vaya! —Exclamó con una ancha sonrisa—. Estás increíble.
En
vez de estrecharle la mano, le rodeó la cintura con uno de sus fuertes y
cálidos brazos, y la acercó hacia sí para abrazarla. ¡Oh! También era
condenadamente firme; todo su cuerpo era puro músculo, notó al sujetarse
instintivamente en su bíceps. Al último hombre al que se había agarrado era
Mike, y él no era tan musculoso. Sin embargo, se notaba que Jacob ejercitaba su
cuerpo. Y por el amor de Dios, olía tan condenadamente bien que casi se le
doblaron las rodillas.
No
se trataba de ningún tipo de colonia. Olía sólo… a hombre.
Verdaderamente
necesitaba sexo. Si se sentía tan bien sólo con que un hombre la rodeara con un
brazo, no iba a poder sobrevivir a una noche de sexo de primera.
Cuando
él se retiró, la observó con una mirada muy distinta a las que le dirigía en el
trabajo.
—Tienes
un aspecto… ¡Maldición, Bella! Me he quedado sin palabras.
Ella
notó que le subía el rubor por el cuello ante el elogio.
—Gracias.
Tú también tienes un aspecto estupendo.
—Vamos
a la fiesta. ¿Quiénes son tus amigas? —Apartó la mirada y les dedicó la
amistosa sonrisa de Jacob Blck a Rose y
a Alice.
Lo
cual significaba que ella tenía que recuperar el habla.
—Estas
son mis mejores amigas, Rose Hale y Alice Brandon.
Él
les estrechó las manos.
—Me
alegro mucho de que hayáis venido. No sé si Bella hubiera venido de no ser con vosotras.
—Oh,
yo creo que sí —dijo Alice.
—La
fiesta está en pleno auge. ¿Puedo escoltar a tan encantadoras damas al salón de
baile?
—Cariño,
tú puedes acompañarme a donde quieras. —Rose le guiño un ojo y deslizó el brazo
en el de Jacob, indicándole a Bella con la cabeza, que hiciera lo mismo por el
otro lado. Ella obedeció y sujetó la mano de Alice para tener apoyo. Entraron
en el salón de baile en el que había un ruido tremendo, ya que estaba tocando
un grupo.
Y
estaba a oscuras. Menos mal que era Jacob quien las dirigía. A Bella le costaba
bastante andar por culpa de los estúpidos tacones altos que Rose había
insistido que se pusiera porque «hacían que sus piernas parecieran
kilométricas». O algo parecido. Sus piernas no parecerían tan atractivas cuando
se rompiera una y acabara escayolada.
El
salón de baile, reconvertido en comedor, estaba abarrotado de mesas
independientes para que la gente disfrutara de la cena con sus familiares y
amigos. Manteles blancos, porcelana elegante y multitud de tenedores. Todo
aquello proclamaba a gritos clase y dinero. Bella miró a su alrededor para ver
si conocía a alguien; de acuerdo, estaba buscando a Mike. Pero no lo encontró y
además estaba demasiado intimidada por lo que la rodeaba como para seguir buscando.
—Hemos
conseguido un rincón, un poco apartado de todo esto —dijo Jacob, indicando varias
mesas junto a las puertas dobles de la terraza.
Ella
asintió, sonrió e intentó concentrarse en recordar cómo se caminaba con
tacones.
La
mayor parte del personal de la clínica estaba allí, recibiéndola con abrazos de
enhorabuena. Lo cierto era que iba a echar de menos trabajar con aquella gente.
La habían ayudado más de lo que podría agradecerles nunca. Empezó a mezclarse
con la gente, asegurándose de acercarse y darle las gracias a cada uno de
ellos. A la única persona a la que no vio fue a Edward.
—
¿Dónde está Edward? —le preguntó a Jacob, una vez que terminó de saludar.
—Probablemente
peinándose —contestó Jacob con una sonrisa arrogante.
Bella
lanzó un resoplido. Dudaba mucho que Edward hiciera algo más aparte de salir de
la ducha y parecer un dios. Seguramente estaría ocupado en otra cosa. Puede que
ni siquiera viniera esa noche. No es que fuera obligatorio que estuviera allí.
Y en cualquier caso, ¿por qué se estaba obsesionado por eso?
Ella
se preguntó si Rose y Alice se sentirían fuera de lugar, pero para cuando Jacob
le hubo puesto una copa de champán en las manos, sus amigas ya estaban
deambulando por allí, mezclándose con algunos empleados y riéndose con los
chistes que contaba Dave, uno de los técnicos veterinarios.
Ah,
sí, Dave, el de los chistes verdes. No tenía nada de raro que se rieran.
Debería haber sabido que no tenía que
preocuparse por sus amigas. Eran capaces de buscarse su propia diversión.
—
¿Hambrienta? Hay muchos entrantes.
La
voz de Jacob por encima de su hombro le provocó un escalofrío en la espalda.
—La
verdad es que no.
—Bien.
Vamos a bailar. —Le deslizó una mano alrededor de la cintura y ella sintió cómo
la ardiente sensualidad del gesto le quemaba a través de la ropa.
Él le dio la vuelta y la cogió de la mano,
conduciéndola hasta la pista de baile.
No te caigas de culo, Bella.
Sacarse los zapatos de una patada en mitad de la pista de baile del Forks
Center Club, probablemente no fuera adecuado.
No era el Whisker's Bar precisamente, y ella
no llevaba vaqueros.
Jacob
la acercó hacia sí y posó la mano en el hueco de su espalda, acercándola con un
gesto íntimo que hizo que su pelvis quedara en contacto con su muslo. Su vagina
respondió con una contracción de reconocimiento.
Oh, sí, un hombre. Algo que llevaba mucho
tiempo sin tener cerca. Él bailó con ella al son de la melodía de una de sus
canciones lentas favoritas.
Aunque hubiera otras parejas bailando, a ella
le pareció como si todo el mundo los estuviera mirando a ellos.
—
¿Estás condenadamente nerviosa, verdad? —susurró él contra su oído.
Ella
echó la cabeza hacia atrás para mirarlo.
—
¿Yo? Nada de eso.
—Tonterías.
Estás más tiesa que una tabla. Relájate, Bella. No nos está mirando nadie.
Este
sitio está atestado. Todos los que están aquí tienen su propia fiesta. La gente
se dedica a comer y beber. No te estás exhibiendo.
Ella
no sabía por qué estaba tan tensa, pero Jacob tenía razón. Al revisar el lugar
se dio cuenta de que nadie les estaba prestando la más mínima atención.
—Lo
siento. Tienes razón.
—Entonces
reclínate sobre mí, déjame disfrutar de tu compañía y relájate, nena.
Dios,
era tan atractivo. Su voz era suave y tranquila, y disolvía su tensión.
Su mano le rodeaba el trasero como una manta
caliente, y le permitió que la dirigiera por la pista de baile, mientras
contemplaba sus ojos marrones como el café. Con Jacob siempre se sentía a
gusto.
—Así
está mejor. Ahora ya no tienes tan tensos los músculos.
—Gracias.
Me siento tonta por ser tan asustadiza.
—No
lo seas. Sólo son los nervios por ser la primera vez que estás aquí.
Aunque tu ex marido es socio, ¿no?
Ella
asintió.
—Pero
nunca me trajo aquí.
Jacob
sacudió la cabeza.
—Gilipollas.
Ella
sonrió de oreja a oreja.
—Ésa
es una buena descripción. —En ese momento, Jacob le gustó aún más.
La manera en que la mantenía cerca, pero no demasiado,
no era amenazadora ni inadecuada, ni agresiva en absoluto. Y sus cuerpos se
adaptaban a la perfección. Era alto, con la constitución de una roca. Se le
endurecieron los pezones al pensar en cómo sería estar desnuda mientras se
presionaba contra aquella pared de músculos, poder frotarse contra él, pasarle
las manos por el cuerpo…
—Vale,
ya la has tenido bastante tiempo. Me toca a mí.
Bella
levantó la cabeza de golpe y vio a Edward con la mano extendida.
Volvió la mirada hacia Jacob, que estaba
sonriendo.
—Si
no hay más remedio. —Le besó la mano y la puso en brazos de Edward diciendo—:
Hasta luego, Bella.
—Hasta
luego, Jacob. —Fue al encuentro de los brazos de Edward y aquello fue completamente
distinto. La respetable distancia desapareció.
Edward
la abrazó íntimamente y a ella le dio la sensación de que la temperatura subía
mil grados. Cuando le pasó el brazo por la espalda, descansando la palma de la
mano sobre su piel desnuda, sintió que las llamas lamían todas y cada una de
sus terminaciones nerviosas. Se le contrajo la garganta, se le endurecieron los
pezones, y se le humedecieron las bragas.
Demonios,
encendió su libido a toda velocidad.
Iba
vestido con un traje negro, camisa blanca y corbata plateada; sus ojos azules contrastaban
con su piel bronceada. Nunca se había acercado a él más que lo necesario para pasarse
instrumental o expedientes en el trabajo.
Olía a tormentas y lluvia de primavera.
Deseaba lamerlo por todas partes.
—Siento
haber llegado tarde. La cirugía de hoy se complicó y no tuve más remedio que ocuparme
de ello.
Ella
intentó con todas sus fuerzas encontrar algo coherente que decir.
—
¿Ha salido todo bien?
—Ahora
ya sí. Me alegro de haber terminado a tiempo. No me hubiera gustado perderme esta
noche.
Ella
apartó la mirada, buscando a Jacob. Se encontraba en compañía de Rose y de
Alice, riéndose. Por supuesto, Rose era capaz de capturar la atención de
cualquier hombre y mantenerla durante horas. Posiblemente durante días. Y Alice
era tan hermosa que podía embelesar a un hombre para siempre. En cuanto a
Jacob, era maravilloso por asegurarse de que sus amigas no se sintieran
excluidas.
—Te
pongo nerviosa, ¿verdad? —preguntó Edward.
Ella
apartó la vista de Jacob y la volvió a posar en Edward.
—Esta
noche casi todo me pone nerviosa. Aquí estoy un poco fuera de mi elemento.
—Deja
de preocuparte por Jacob cuando estés conmigo. Y no te preocupes por mí, cuando
estés con Jacob. Somos adultos. Ya resolveremos esto.
—Sin
importar lo que sea.
—Será
lo que tú quieras que sea, Bella. Esta noche no va a pasar nada que tú no
quieras que pase. Limítate a relajarte y a divertirte. Se trata de una fiesta
con los empleados y tus amigos; si de ella surge algo más, que así sea.
—La llevó hasta las puertas abiertas de la terraza,
las cruzaron, y luego hizo que le cogiera del brazo y caminó con ella hasta la
barandilla.
Había
luna llena, las estrellas habían salido en masa, y la noche de verano era dolorosamente
bella. Las gardenias suavemente perfumadas poblaban las jardineras bajo sus
pies.
No
podía haber deseado un escenario más perfecto.
Quería
congelar ese momento y no avanzar ni retroceder. Pero Edward le dio la vuelta,
y supo que tenía que corresponder a su amabilidad, prestándole atención.
Allí
fuera iba a pasar algo. Podía notar la anticipación zumbándole por dentro como
una vibración.
Enterrando
una mano en su pelo, Edward la mantuvo hipnotizada.
—Si
esta noche resulta ser algo más que una simple fiesta, entonces iremos paso a
paso.
Cuando
él se inclinó, ella dejó de respirar.
—
¿De acuerdo? —susurró él, con los labios a menos de un centímetro de los suyos.
—De
acuerdo.
Él
presionó sus labios en los de ella, luego profundizó el beso, y que la
condenaran si no estuvo a punto de caerse de sus tacones de aguja.
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Otra vez Krizia nos deleita con esta historia cadenciosa y pasional, nos lleva al limite de las fantasías y nos hace aterriza.
Chikas a disfrutar nuevamente de esta historia, la mas ardiente de este lugar.
Besos!!!
12 comentarios:
Hola nena que alegria entrar al blog y ver publicado un capitulo mas de esta buenisima historia creeme que despues del dia tan estresante que tuve me encuentro que esta agradable sorpresa que me hizo liberarme de toda tension y como no con tremendo capitulo de imaginarme bailando con esos dos sexys hombres a cualquiera se le quita el estres jejejeje ahora si Bella tendra que decidir lo que quiere que ocurra como le dijo Edward y por lo que veo se dejara llevar y disfrutar, se lo merece despues de estar casada con un gilipollas como Mike, asi que vamos Bella a ver que sucede...
Gracias Coka por publicarlo y gracias a Krizia por la adaptacion que esta mas que buenisima...
Besitos para las dos.
krizia excelente tu adaptacion de esta historia, me encanta pero por favor no tardes en subir otro capitulo plis!!!!!
Un capitulo estupendo, se quedo muy interesante. A ver que pasa en el siguiente.Excelente narración de los sentimientos y pensamientos de los personajes.Felicidades Krizia
Ay me dejas ufff que calor.
Una historia diferente, cada capítulo lo subes de intensidad. Me intriga leer como lo resolverás. Dos hombres increíbles. Un ex-marido que nunca la quiso.
Tres amigas especiales.
Actualiza pronto estoy pegada....
Que demás está este capitulo. Gracias Kriszia por darme el mejor regaló de cumple
Que demás está este capitulo. Gracias Kriszia por darme el mejor regaló de cumple
Que demás está este capitulo. Gracias Kriszia por darme el mejor regaló de cumple
Gracias Kriszia, excelente capitulo, Coka, de verdad me vuelve loca el blog
waooo, que ira a pasar con este trió, me encanta gracias Coka y Kriszia
Krizia:
Qué días locos cuando se tiene amigas así de locas! Menudo lío en que se ha metido Bella! Alguien va a salir raspado de éste juego...
Pero mientras tanto me estoy divirtiendo mucho al imaginar a esos dos tipazos, bueno, en lo personal a Edward, hacer de galanes calenturientos. Ja ja ja!
Un beso amiga, y hasta la próxima.
Sissy
krizia k grocerota... lo dejaste en lo mas bueno jajaja, k emocion ya kiero ver que pasa al final de la noche... esta imaginacion mia!! jajaja esta historia no es para solteras definitivamente...
ansiosa por leer el proximo!!!!
exelente krizia y gracias coka por publicarla :D
saludos
maty
hola..
intento leer esta historia pero no consigo cuando entro en el primer capi, me dice que no tengo autorización para leer.. me puedes ayudar, me encantaria leerla desde el comienzo..
desde ya gracias
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