La aventura de Isla Esme desde el punta de vista de Edward, sin tapujos, sin
pena, solo amor puro.
Ojo: Todos los
personajes y nombres le pertencen a Stephani Meyer, aunque en las noches Jacob
es mio en el dia Edward, y tambien me presta a Ian, a Jared y a Gabe... para los
fines de semana... ahhh
¡¡Maldita
Meyer, porque haces hombres tan irresistibles!!
Original de Kokoro Black
Parte 06
Estaba contemplándola mientras recordaba detalle a detalle cómo me había
dejado seducir por mi muy apetecible esposa. Sonreí internamente.
No tenía remedio… definitivamente Bella tentaba contra todo mi autocontrol y
cordura.
Había caído tan lastimeramente fácil… pero no creo que alguien pudiese
culparme, después de todo, estaba más que desesperado por hacerle el amor a mi
esposa.
Tenía los brazos detrás de mi cabeza y miraba hacia el techo, no podía dejar
de rememorar la noche anterior. Una boba sonrisa luchaba por adornar mi rostro,
pero no me lo permití. Toda la noche había estado expectante buscando sobre su
piel algún recuerdo de mi pésimo autocontrol… pero no apareció ningún cardenal
nuevo. Suspiré aliviado y a la vez con remordimiento; hasta que viera a mi Bella
despierta y me asegurara que estaba bien, no me atrevería a celebrar… si es que
podía llamarlo así.
Bella se removió un poco y fingió seguir dormida. No era tan tonto como para
no percatarme de los movimientos de su pecho cuando cambiaba el ritmo a
consiente, pero esperé a que ella me hablara.
Poco a poco se fue incorporando buscando mi mirada. Se colocó sobre un hombro
para poder verme.
— ¿Estoy metida en un lío? —preguntó suavemente.
—En uno bien grande. —le respondí. Ella no se quejaba de dolor, ni nada
parecido, al parecer estaba bien. Volteé a verla y por fin me permití sonreír
con suficiencia.
Ella suspiró, me atrevería a decir que con alivio.
—Lo siento…no pretendía… Bueno, no sé exactamente que me pasó anoche —sacudió
la cabeza.
—No llegaste a contarme de que iba tu sueño.
—Supongo que no… pero más o menos te mostré de que iba. —dijo con una risita
nerviosa.
—Oh —dije. Mis ojos se ensancharon y luego los entrecerré al recordar a Bella
succionando mí… —Interesante…—necesitaba controlar mis emociones y mis
pensamientos. Eso de que el sexo para los de mi especie es como un frenesí no
era una mentira como muchas veces había pensado. Tenía que ser delicado.
—Era un sueño muy bueno —murmuró.
Uno muy, muy bueno si era la mitad de lo que había sucedido anoche.
— ¿Estoy perdonada?—preguntó al ver que yo no respondía nada.
—Me lo estoy pensando.
La verdad es que Bella había tentando contra su vida seduciéndome como lo
había hecho, rogándome como me había rogado. Pero era tan débil a sus encantos…
tan débil a sus necesidades… tan débil por su exquisito cuerpo. No era culpa de
ella, era culpa mía.
Se sentó examinado a su alrededor. Pero de repente padeció de vértigo. Se
tambaleó y cayó de espaldas sobre las almohadas.
—Whoa… un mareo.
Inmediatamente las rodeé con mis brazos.
—Has dormido mucho, doce horas.
— ¿Doce? —preguntó extrañada.
Empezó a explorarse disimuladamente, como intentando que yo no me diera
cuenta… buscaba lesiones nuevas. Por un momento me enfade conmigo mismo, pero me
calme. Era lógico que ella buscara heridas… después de todo, había pasado la
noche con un monstruo. Pero todo estaba bien, lo había hecho bien. También se
estiró y gimió quedito. Era señal de que se encontraba bien.
— ¿Está todo lo del inventario?—pregunté.
Asintió tímidamente.
—Parece que todas las almohadas han sobrevivido.
Me reí internamente al recordar la escena de su cabello lleno de plumas.
Menos mal que esta vez no había sentido ganas de morderla.
—Desgraciadamente, no puedo decir lo mismo de tu… ehm… camisón. —inclinó la
cabeza hacia los pies de la cama, donde trozos de encaje negro estaban
esparcidos sobre las sábanas de seda.
—Vaya… ese me gustaba —dijo.
—A mi también.
— ¿Hay más bajas? —preguntó tímidamente.
—Voy a tener que comprarle a Esme una cama nueva —confesé, mirando por encima
del hombro el resto de lo que se supone era la cabecera.
Ella siguió mi mirada ya que la escuché exclamar sorprendida.
—Hmm… cualquiera pensaría que yo tendría que haber oído eso. —musitó
frunciendo el ceño.
—Parece ser que no eres nada observadora cuando tu atención está puesta en
otras cosas.
—Estaba un poco absorta —admitió, sonrojándose.
Su rubor era tan dulce. Amaba verla reaccionar así. Toqué su mejilla y traté
de grabarme esa hermosa reacción de su cuerpo. Suspiré.
—Voy a echar de menos esto, mucho.
Me miró preocupada y yo la miré tranquilo. Estaba en paz conmigo mismo.
— ¿Qué tal estás?
No pude evitar reírme. Bella tenía cara de niño cachado en infraganti
cometiendo una travesura.
— ¿Qué? —preguntó frunciendo el ceño.
—Pareces sentirte culpable, como si hubieses cometido un crimen.
—Me siento culpable.
—Sedujiste a tu demasiado dispuesto marido. No es un pecado capital.
Me falto agregarle el "Muy" demasiado "y desesperado" dispuesto marido. Ella
se abochornó y sus mejillas se tiñeron de carmesí.
—La palabra seducción implica cierta cantidad de premeditación.
—Puede que esa no fuera la palabra apropiada —concordé.
— ¿No estás enfadado?
¿Cómo podría estar enojado de algo que moría por hacer? Algo que había gozado
y disfrutado. Su calor, su sabor, su olor, su… no, definitivamente no estaba
molesto.
Le sonreí tenuemente.
—No estoy enfadado.
— ¿Por qué?
—Bueno… — ¿Cómo explicárselo? Ella estaba bien. Yo me encontraba de
maravilla. La cabecera había sido la única víctima. —No te he hecho daño, al
menos. Esta vez fue más fácil controlarme, canalizar mis excesos — mis ojos
apuntaron al pobre cabecero—Tal vez porque tenía una ligera idea de que
esperar.
Una preciosa sonrisa se extendió por su cara.
—Te dije que era cuestión de práctica. —reprochó sonriente.
Puse mis ojos en blanco. Esa mujer no tenía remedio. Pero a pesar de sus
disparates y locuras… la adoraba. Su estomago rugió y me reí de mi hambrienta
humana.
— ¿Hora de desayunar para los humanos? —pregunté.
—Por favor —dijo, saltando de la cama. De nuevo al levantarse se tambaleó en
un intento de recuperar el equilibrio. En segundos ya estaba sujetándola antes
de que se estampara.
— ¿Estás bien?—pregunté realmente preocupado.
—Si en mi próxima vida no tengo mejor sentido del equilibrio, pediré un
reembolso.
Mi bella esposa no tenía remedio. Le sonreí de nuevo y la solté suavemente.
Una vez estableció el equilibrio fue hacía el closet y sacó unos jeans, ropa
interior y una blusa. La vi vestirse con más gusto que el que debería. Cuando
terminó de cambiarse, ya tenía ganas de desvestirla de nuevo y someterla a mi
cuerpo… pero ella tenía que desayunar. Me resigné a sonreír y a ponerme el
pantalón con pesadez. Traté de recoger un poco el desastre que había hecho
mientras ella iba a la cocina y preparaba su desayuno. Tomé del suelo el sexy
camisón hecho tiras. Suspiré al recordar a Bella fundida en el, como si fuese
una segunda piel. Gruñí con la mandíbula apretada… esa mujer me excitaba a
sobremanera. Me obligué a respirar. Una vez medio recogido el cuarto alcancé a
Bella en la cocina.
Se encontraba cocinando unos huevos, con semblante impaciente. De hecho, los
huevos no estaban bien cocinados cuando ya los había sacado de la sartén y
vilmente aventado en el plato.
— ¿Desde cuándo comes huevos con la yema casi cruda?
—Desde ahora.
— ¿Sabes cuantos huevos has comido sólo durante la semana pasada? —agarré el
cubo de basura que estaba debajo del fregadero y le mostré el bote repleto de
carteras de huevo.
—Qué raro —dijo después de tragar un bocado—Este sitio está cambiando mi
apetito, pero me gusta estar aquí. Aunque tendremos que irnos pronto, ¿no?, para
llegar a Dartmouth a tiempo. Wow, si hasta tenemos que encontrar un sitio para
vivir y todo…
¿Dartmouth? ¿Era en serio?
Me senté a su lado.
—Puedes dejar ya de fingir acerca de la universidad, ahora que ya conseguiste
lo que querías. Y no habíamos llegado a ningún acuerdo, así que no hay nada que
te ate.
Resopló entrecerrando sus ojos.
—No estaba fingiendo, Edward. No me paso el día tramando cosas, como alguien
que conozco. ¿Qué podemos hacer para agotar hoy a Bella? —dijo, tratando de
imitar mi voz.
Eso me robó varias carcajadas.
—De verdad que quiero un poco más de tiempo como humana —se inclinó para
acariciar mi pecho desnudo. —Aún no he tenido suficiente.
Esa caricia me hubiera provocado taquicardia… claro, si mi corazón latiera.
Sexo. De eso se trataba todo. Le dirigí una mirada dubitativa.
— ¿De esto? —pregunté, tomando su mano y moviéndola hacia mi bajo vientre. —
¿El sexo ha sido la clave todo este tiempo? —Puse los ojos en blanco — ¿Por qué
no pensé en ello antes? —dije sarcásticamente —Me hubiese ahorrado unas cuantas
discusiones.
—Sí, probablemente —contestó riéndose.
—Eres demasiado humana —repetí.
—Lo sé.
El principio de una sonrisa tiró de las comisuras de mis labios hacia
arriba.
—Así que... ¿vamos a ir a Dartmouth? ¿En serio?
—Probablemente me echaran después del primer trimestre.
—Seré tu tutor — mi sonrisa se dio el lujo de expandirse. —Te va a encantar
la universidad.
— ¿Crees que podremos encontrar un apartamento a estas alturas?
Hice una mueca de culpabilidad. Habíamos comprado una casa a solo unas
cuadras de la universidad. Había tenido la esperanza de que la cordura regresara
a Bella y aceptara asistir a mi lado.
—Bueno… la verdad es que… ya tenemos una casa allí. Sólo por si acaso, ya
sabes.
— ¿Has comprado una casa?
— Las propiedades inmobiliarias son buenas inversiones.
Levantó una ceja.
—Así que estamos listos para ir.
—Tendré que preguntar si podemos quedarnos tu coche "antes de" durante un
tiempo más.
—Sí, que el cielo no permita que no me encuentre protegida contra
tanques.
Sonreí burlonamente.
— ¿Cuánto tiempo nos podemos quedar? —preguntó.
—Vamos bien de tiempo. Unas semanas más, si quieres. Y así podríamos visitar
a Charlie antes de irnos a New Hampshire. Podríamos pasar las navidades con
Reneé…
Su sonrisa se desfasó por unos segundos. Su mente parecía viajar por lugares
que la confundían. Pero en instantes recuperó el semblante.
—Unas semanas más —acordó. —Y estaba pensando… ¿te acuerdas de lo que decía
sobre la práctica?
Me reí de mi encantadora y seductora esposa. Pero antes de que pudiera
decirle nada, escuché un barco casi en el muelle. La limpieza por fin había
llegado.
— ¿Puedes esperar un momento? Oigo un barco, los de la limpieza deben estar
aquí. Deja que le explique a Gustavo el desastre de la habitación blanca, y
después podemos salir. Hay un lugar en la jungla, en el sur...
—No quiero salir. —me interrumpió. — Hoy no pienso caminar por toda la isla.
Quiero quedarme aquí y ver una película.—dijo con tono contrariado.
Apreté los labios, conteniendo la carcajada que luchaba por
materializarse.
—Está bien, como prefieras. ¿Por qué no eliges una mientras voy a abrir la
puerta?
—No he oído a nadie tocar.
Me puse a escuchar atentamente. Ya estaban aquí. Un pequeño repiqueteo sonó
en la puerta dándome la razón. Le sonreí en señal de victoria y me dirigí al
pasillo.
Le abrí a Gustavo, un hombre grueso bajo y moreno y a Kaure, una mujer
delgada, bajita y también morena. Los saludé en portugués y ellos rápidamente
respondieron. Empecé a explicarles más o menos el desastre de la habitación
blanca, diciendo que habíamos tenido una "pelea de alhomadas". Los guié a la
habitación y también les pedí que limpiaran la cocina ya que mi adorada esposa
"Bella", había tenido un apetito voraz. Gustavo sonrió en dirección a Bella y
ella se limitó a sonrojarse. Kaure al percatarse de la presencia de Bella se
asustó. No decía nada, pero su mente recordaba historias de su tribu en donde el
Libishomen, bebía la sangre de mujeres hermosas. Y según ella, yo cumplía todas
las características de ese demonio. Temió por la seguridad de la hermosa Bella y
por un momento quiso advertirle. Decidí intervenir, así que concentré su
atención en mí y los guie de nuevo a la habitación blanca. Asintió tímidamente y
prosiguieron a hacer su trabajo.
Ya cuando se habían encerrado en el cuarto, caminé rápidamente hacia mi
esposa y la envolví en mis brazos.
— ¿Qué pasa con ella? —preguntó Bella rápidamente.
Me limité a encogerme de hombros.
—Kaure es mitad india, de la tribu Takuma. Fue educada para ser
supersticiosa, o también se podría decir para que fuera más cauta, al menos más
que aquellos que viven en el mundo moderno. Sospecha lo que soy, o casi. Aquí
tienen sus propias leyendas. El Libishomen, un demonio que bebe sangre, y se
alimenta en exclusiva de mujeres hermosas.
En eso definitivamente Kaure tenía razón. Bella era una mujer hermosa… más
que hermosa… era simplemente perfecta. "Moría" por volver a hacerla mía. Le
lancé una mirada lasciva.
—Parecía aterrorizada —dijo.
—Y lo está. Pero principalmente está preocupada por ti.
— ¿Por mí?
—Tiene miedo porque te tengo aquí conmigo, a solas —Ahogue una risita, y
clavé la mirada en la estantería. Si supiera que estaba aquí… para simplemente
para amarla y hacerle el amor. —Bueno, ¿Por qué no escoges algo para ver? Eso es
algo humano y aceptable.
—Sí, estoy segura de que una película la convencerá de que eres humano — se
rió, y se puso de puntillas para rodearme el cuello con los brazos.
Yo me agaché para que sus labios pudieran alcanzar los míos, y la rodeé con
mis brazos, apretándola a mi cuerpo y elevándola para dejarla a mi altura.
Estaba desesperado por probarla. Por verla fuera de sí. Por tenerla desnuda
quemando mi gélida piel.
—Película, pfelicula —murmuró, mientras mis labios ansiosos se deslizaban
hacia su garganta y ella enterraba los dedos en mi cabello broncíneo.
Oh, no… la está matando
Kaure gritó. Tuve que soltar a Bella. La supersticiosa Brasileña pensaba que
estaba "comiéndome" a Bella. Nos miraba con terror desde el pasillo con sus
cabellos negros llenos de plumas cargando una bolsa llena de más plumas. Al
comprender la escena y ver que Bella estaba bien, se disculpó apenada y siguió
su camino.
— ¿Estaba pensando lo que pienso que estaba pensando?
Me reí de su "pensando-pienso-pensando"
—Sí.
—Está —dijo, estirándose para agarrar una película al azar —Ponla, y podemos
fingir que la estamos viendo.
Era un viejo musical lleno de caras sonrientes y vestidos vaporosos.
—Muy "luna de miel" —aprobé.
Bella se acurrucó en mis brazos en cuanto sonó la primera canción del
musical. Yo estaba más que encantado de tenerla cerca de mí.
— ¿Vamos a volver a la habitación blanca? —preguntó distraídamente.
—No sé… Ya he destrozado el cabecero de la otra cama, sin posibilidad de
reparación alguna. Puede que, si limitamos la destrucción a una sola zona de la
casa, Esme vuelva a invitarnos algún día.
Sonrío abiertamente.
— ¿Así que va a haber más destrucción?
Tenía una cara de picardía y de ilusión que no podía con ella. Me reí.
Por supuesto que la abría.
—Creo que sería más seguro si es algo premeditado, en vez de esperar a que me
ataques otra vez.—Recordé su asalto nocturno y mi deseo comenzó a picar. Tenía
que esperar… Gustavo y Kaure aún estaban limpiando.
—Eso es sólo una cuestión de tiempo —admitió. Su corazón comenzó a bombear
desatado e irregular.
— ¿Tienes algún problema de corazón?
—Nop. Estoy sana como un caballo. ¿Querías ir a hacer un reconocimiento de la
zona de demolición ahora?
Claro que por supuesto que sí.
—Sería más educado esperar a estar solos. Puede que tú no te enteres cuando
rompo los muebles, pero a ellos probablemente les daría un buen susto.
Hizo un hermoso puchero y frunció sus labios.
—Es verdad. Mierda.
Seguimos viendo la película mientras Gustavo y Kaure seguían haciendo lo suyo
sigilosamente por la casa. Vi a Bella cabecear una que otra vez, se estaba
quedando dormida, pero se obligaba a seguir contemplando el musical. Me preocupé
un poco por su excesivo cansancio. Escuché la mente de Gustavo agradecida de
haber terminado. Fueron cuestión de segundos cuando escuché su voz avisándome
que ya habían finalizado su labor. Me incorporé, sin separar a Bella de mi
cuerpo. Agradecí a Gustavo y le comuniqué que si los volvíamos a necesitar los
llamaría. Él asintió y camino silenciosamente hacia la puerta.
—Ya han terminado.
—O sea, qué ¿ahora estamos solos?
— ¿Qué tal si comes primero? —sugerí. Bella necesitaba de todas las fuerzas
posibles.
Ella se mordió el labio y estuve a punto de desistir de que comiera algo. No
tenía idea lo que ese simple gesto provocaba en mí.
Le sonreí mientras miraba como se debatía por dentro, tomé su mano y la llevé
hasta la cocina. Era obvio que si tenía hambre.
Le cociné yo esa vez. Hice bastante comida con abundante verduras. Necesitaba
que estuviera vitamina y fuerte.
—Esto se me está yendo de las manos —se quejó, cuando terminó su enorme
plato.
— ¿Quieres ir esta tarde a nadar con los delfines? ¿Para quemar las calorías?
—pregunté. Quizás quería hacer un poco de ejercicio para no sentirse tan
culpable por todo lo que había engerido. Nadar era algo muy saludable.
—Tal vez más tarde. Tengo otra idea para quemar calorías.
— ¿Si? ¿Y qué es?
—Bueno… todavía queda un gran trozo de cabecero en la cama…
Quise gruñir. Pero me controlé, ella lo había pedido y yo no podía más que
complacerla. Desesperado la tomé entre mis brazos y silencié sus labios con los
míos mientras corría a toda velocidad a la habitación azul.
Volvería a proclamarla como lo que era… mía.
Ahahahaha se nos viene el siguiente lemmon, y les juro que como
batallo!! Ahahahaha Edward es muy complicado, pero supongo que ese es su
encanto.
¿Aullidos para esta lobita Alpha?
5 comentarios:
HOLA COKA ESTUVO BUENICIMO ESTE CAPITULO RECORDARLO FUE GRACIOSO PERO LO QUE VIENE JEJE VAYA TU SI LO SABES CONTAR JEJEJE SIGUE ASÍ TRAYÉNDONOS SUS PENSAMIENTOS DE EDWARD SON ESTUPENDOS
Muy bueno el capitulo y a pesar de todo nos salio cachondo Edward a pesar q es un poco dificil jaja,me gusta como va la historia,saludos!!!
Ay ese edward siempre tan amoroso...si saben a lo que me refiero!
Jijiji
Ahhhhh que dulce.Es un caballero hasta cuando piensa. Me encantó
Ahora si a comentarlo, ya lo habia leido cuando andaba de vacaciones pero no pude comentarlo desde el celular asi que ahi voy jajaajja
Antes que nada gracias por publicar el capitulo y compartir la historia, me ha gustado mucho ver debate interior de Edward por sentirse tan atraido a ella y al mismo tiempo no querer dejarse llevar para no lastimarla, aunque Bella nos salio mas lista y supo como hacerlo rendirse a sus encantos jajajaja
Sin duda es un hombre complicado pero siempre es un hombre que piensa en el bienestar de su amada porque solo quiero lo mejor para ella, lo bueno que como dijo Bella la practica hace al maestro asi que a darle que hay mucho cabecero aun jejejeje
Gracias nuevamente por compartir la historia y aqui estaremos esperando el siguiente....Besos
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