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martes, 5 de noviembre de 2013

Salvaje, Perversa y atrevida- Cap 2


Tres amigas…tres deseos secretos…tres oportunidades para hacerlos realidad.
Son tres amigas inseparables que se deleitan compartiendo sus aventuras y secretos.
Pero su última apuesta será la más arriesgada de todas: cada una debe acostarse con cualquier hombre que las otras dos escojan para ella… y luego relatar todos y cada uno de los jugosos detalles.
MAYORES DE 18

Capítulo 2

Adaptación de krizia

Cuando Bella llegó a La Bella Italia, su restaurante italiano favorito, divisó a Rose en su sitio de siempre, en el rincón de la barra. Ya tenía, un margarita esperándola. Rose la saludó con la mano, haciendo tintinear los colgantes de plata de varias pulseras.

— ¿Dónde está Alice? —gritó Bella por encima del alto volumen de la música. Se sentó en el asiento de madera, frente a Rose.

Les encantaba La Bella Italia, especialmente por los mortíferos margaritas, pero también porque podían hablar de sus intimidades sin que nadie las escuchara disimuladamente. Siempre estaba abarrotado y con ruido, por lo que nadie podía oír lo que decían a menos que se sentara prácticamente encima de ellas.

—Vendrá más tarde. Tenía que encontrar a alguien para que la sustituyera en la tienda durante la comida. No tardará en llegar —Rose bebió un sorbo de su margarita y cogió una rodaja de limón para mordisquearía—. Bueno, ¿qué pasa?

—Voy a esperar a que llegue Alice. No quiero tener que contar esto dos veces.

Rose arqueó una de sus perfectas cejas castañas.

—Vaya. ¿Tan importante es?

—Es… interesante. —Bebió un largo sorbo de su margarita, estremeciéndose con la quemazón del tequila. Se le llenaron los ojos de lágrimas y masticó una rodaja de limón para absorber el alcohol.

—Estás acabando conmigo, Bella —dijo Rose, dando golpecitos con las uñas en el contrachapado de la mesa—. Sabes que odio esperar. Dame una pista.

—Oh, oh. Vamos a esperar a Alice.

—Que llega tarde, pero ya está aquí. Lo siento. Apártate, Rose. —Alice se sentó juntó a Rose y le sonrió a Bella—. Hoy Casey estaba enferma y normalmente es ella la que hace el turno de la comida, de modo que he tenido que esperar a que llegara Jolene.

—Podríamos haber hecho otros planes, Alice —dijo Bella—. Tu tienda es importante. No tenías por qué dejarla.

Alice levantó la mano para pedirle al camarero un margarita y luego se dirigió a Bella.

— ¿Bromeas? Tú eres importante. Cuando una de las ABC convoca una reunión es que se trata de algo serio.

—En eso tienes tazón, cariño —intervino Rose—. Yo he cancelado una cita para hacerme la cera para el bikini por ti.

Bella puso los ojos en blanco, pero sonrió de oreja a oreja al mirar a Rose y Alice. Aquellas dos eran completamente opuestas. Rose con todo su brillo y su hermosa melena de pelo rubio platino, Alice  con su maravillosa piel de alabastro y su pelo negro. La una todo elegancia, la otra suave y sutil. Rose era una diseñadora de interiores y Alice regentaba una cafetería. Sus dos mejores amigas en los últimos veintiocho años. ¿Dónde estaría sin ellas? Desde el jardín de infancia se las conocía como las ABC; eran inseparables, compartían todas las alegrías, tristezas y secretos, y se daban consejos cuando era necesario. Y ahora mismo, ella necesitaba que la aconsejaran de verdad.

—Tengo un problema.

—Nos lo imaginábamos —dijo Rose—. De modo que suéltalo.

— ¿Conocéis a los veterinarios para los que trabajo? —preguntó después de dar un par de tragos de su margarita para reunir valor.

—Edward Cullen y Jacob Black y —dijo Alice.

—También conocidos como Tío Bueno y Tío Buenísimo —añadió Rose.

Bella estuvo a punto de escupir su bebida; le dio un ataque de tos que le llenó los ojos de lágrimas. Alice abandonó su asiento y se apresuró a darle palmaditas en la espalda hasta que consiguió volver a respirar.

— ¿Estás bien, cariño? —preguntó.

Bella asintió y utilizó la servilleta para limpiarse la cara.

—Estoy bien —graznó—. Por Dios, Rose, la próxima vez avisa.

Rose enarcó una ceja.

— ¿Qué he hecho?

—No importa — ¿Cómo iba a poder soltarlo?

— ¿Y bien? —preguntó Rose, volviendo a dar golpecitos con las uñas.

—De acuerdo —dijo Bella con un suspiro—. No puedo creer que haya pasado, pero me pidieron que saliera con ellos. O algo así.

—Te pidieron que salieras con ellos. —repitió Rose. Los golpecitos cesaron.

Alice volvió a su sitio para coger su margarita y dar un sorbo, con sus ojos color ámbar como platos.

— ¿Los dos?

— ¿Al mismo tiempo? —puntualizó Rose.

—Sí. Más o menos. Creo. No estoy realmente segura, pero sí, creo que eso hicieron. —En esa ocasión se terminó el margarita y luego le indicó por señas a la camarera que pusiera otra ronda.

— ¿Cuándo? ¿Cómo? Quiero saberlo punto por punto —exigió Rose, con los ojos brillando de excitación.

Bella les hizo un resumen de su extraña conversación con Edward y Jacob, agradecida por el ambiente ruidoso y la música atronadora.

— ¡Mierda! —exclamó Alice cuando Bella terminó—. Chica, deberías ir a comprar un billete de lotería, porque estás de suerte.

Bella se encogió de hombros.
—No lo sé. Esto es demasiado extraño. Creo que ni siquiera me había dado cuenta de su interés.

— ¿Cómo demonios no ibas a darte cuenta de que dos macizos querían meterse en tus bragas? —preguntó Rose, echándose hacia atrás cuando la camarera trajo otra ronda de margaritas—. Cariño, ése es el sueño de cualquier mujer.

—El mío no —Bella cogió la bebida y dio unos sorbos. Verdaderamente necesitaba un montón de cócteles. Aquella había sido una semana infernal. En realidad llevaba dos años siendo un infierno. Los últimos dos días fueron sólo el remate. Un remate muy bueno.

—Tonterías. Dos tíos importantes, ricos, triunfadores, endemoniadamente calientes y lo bastante atractivos como para derretirte la ropa, te han dicho que quieren salir contigo. Y por «salir» entienden desnudarte, lamerte por todas partes y follarte hasta que caigas rendida, cariño.
¿Y vas a decirme que no sueñas con eso cada vez que te masturbas?

Siempre se podía contar con Rose para los detalles gráficos.

—Bueno, tal he vez he fantaseado un poco con acostarme con más de un hombre. Pero eran fantasías. Y no viene a cuento, ya que de todas formas, Edward y Jacob no dijeron nada sobre un trío.

—No necesitaban decirlo —intervino Alice—. Tú sabes que lo tienen en mente. Apuesto a que no les importaría participar.

— ¡Oh, Señor! —Bella se puso la cabeza entre las manos—. No puedo aceptar.

—Sí que puedes. Me gustaría estar en tu lugar. ¿Quieres que nos cambiemos?

Bella levantó la cabeza y posó sus ojos suplicantes en Rose.

—Desde luego. Ve tú en mi lugar.
Alice se rió disimuladamente.

—Se los comería a los dos y luego los escupiría como hace con todos sus hombres.
Rose agarró una rodaja de limón y la agitó delante de Alice.

—Sí, pero luego me lo agradecen. —Mordió la rodaja y sonrió de oreja a oreja mientras la masticaba.

Bella se rió.

—En serio, Bella, ¿qué tienes que perder? —Preguntó Alice—. Hace siglos que no tienes una cita. Y se trata del club de campo. ¿No es miembro Mike?

—Sí.

Rose se echó a reír.

—Mejor aún. ¿Y no se moriría al verte andando por allí con Edward y Jacob? Me refiero a morirse de celos de verdad.

— ¡Por favor! A Mike no le importaba lo que yo hacía cuando estábamos casados. ¿Por qué iba a importarle ahora?

—Porque siempre pensó que le pertenecías. Sabes que todavía lo piensa —contestó Rose—. Y verte feliz lo mataría. Ese asqueroso bastardo tramposo quiere que sufras y languidezcas por él. Creo que deberías ir sólo por restregárselo y demostrarle que has seguido adelante. Que tienes una carrera y dos hombres a falta de uno, para ocupar su lugar.

Valdría la pena ver la cara de Mike mientras ella se divertía con Jacob y Edward. No es que fuera mínimamente vengativa. En el divorcio aceptó lo que le correspondía legalmente, y nada más, para mayor irritación de su abogado. Sólo quería que aquello terminara, olvidar la vergüenza, el bochorno y la humillación pública que Mike le había causado con su descarado engaño. Pero le gustaría mostrarle, aunque sólo fuera una vez, que había logrado una vida aceptable sin él, y que era capaz de conseguir otro hombre. Puede que incluso dos.

—Me encanta cuando sonríes así —declaró Rose—. Es una sonrisa malvada. Me recuerda a los viejos tiempos.

Bella no podía evitarlo. En realidad había empezado a imaginar toda clase de situaciones, desde la llegada al club de campo hasta lo que pudiera pasar después. ¿Pero sería capaz de llevarlas a la práctica en caso de que cenar y bailar llevara a algo más con Edward, con Jacob, o incluso —que Dios la ayudara—, con ambos? No se le había ocurrido que ellos pudieran estar pensando en algo así, hasta que Rose lo mencionó. Ella no era una mujer de mundo. Carecía de experiencia en esa clase de sexo pervertido. No es que no hubiera fantaseado con él. Pero la fantasía era una cosa y la realidad algo completamente distinto.

—Yo vendería mi alma por una noche de pasión con dos hombres como Edward y Jacob — dijo Alice con un suspiro—. O incluso con uno de ellos. El sexo lleva siendo prácticamente inexistente en mi vida desde, ya sabes.

 Demasiado tiempo.

Alice miró fijamente su margarita como si fuera una bola de cristal. Bella sabía que estaba pensando en Bobby. Deslizó una mano hacia Alice.

—Lo echas de menos.

—Sí. —Alice sonrió—. Aunque ya es hora de seguir adelante. Ha pasado mucho tiempo.

—Y Bobby te daría de patadas en el culo si sigues muriéndote de pena más tiempo — añadió Rose, colocando la mano encima de las de Alice y Bella.

Los ojos de Alice brillaron con lágrimas no derramadas. Bella sabía lo mucho que había amado a su marido. Perderlo por culpa del cáncer fue un duro golpe. Pero Alice era una de las mujeres más fuertes que conocía y lo resistió bien. Siguió adelante, porque aquello era lo que Bobby hubiera querido que hiciera. Sin embargo, tenía razón, ya había pasado mucho tiempo.

Tenía que empezar a vivir de nuevo.

—De modo que me parece que vas a ser la única que va a conseguir algo por ahora —dijo Alice con una sonrisa.

Rose arqueó una ceja.

—Cariño, yo siempre consigo algo. Aunque admito que la cosecha está siendo bastante escasa últimamente.
—Eso es porque sigues rechazando a todo aquél que te propone matrimonio, y a aquéllos a quienes aceptas, los plantas en el altar en el último minuto. Si te limitaras a lanzarte encima de Emmett McCarty, cosa que deberías haber hecho hace quince años, tu sexo y tus penas de amor estarían perfectamente atendidos —bromeó Bella, sabiendo que eso irritaría a Rose, aunque por otro lado, necesitaba que alguien se lo dijera. Llevaba desde el instituto enamorada de Emmett. Y todo el mundo lo sabía, incluido Emmett.

 Pero por la razón que fuera, con el único que Rose se negaba a tener algo que ver, era con él.

—De momento el sheriff Emmett McCarty no está en mi punto de mira —dijo Rose, indignada—. Y francamente, no es mi tipo.

Bella miró a Alice, y luego las dos se volvieron hacia Rose, estallando en carcajadas.

— ¿Que no es tu tipo? ¿Que no es tu tipo? ¡Y una mierda! Claro que lo es. Prácticamente babeas cada vez que te cruzas con él.

—No babeo.

—Sí que lo haces —insistió Bella, contenta porque el tema se hubiera desviado hacia otra persona.

—De acuerdo, puede que necesite sexo. Lo que no quiere decir que se me haya pasado por la imaginación que necesite a Emmett McCarty, ¿entendido?

—Entendido —dijo Bella, aunque intercambió una mirada intencionada con Alice. Oh, sí, a Rose le pasaba algo con Emmett.

—Me parece que todas necesitamos un buen revolcón —declaró Rose—. ¿Sabéis lo que quiere decir eso, no?

Bella casi tenía miedo de preguntar. Rose tenía esa mirada en los ojos. Y cuando Rose tenía aquella mirada, eso significaba problemas.

— ¿Qué quiere decir?

—Necesitamos hacer una apuesta.
— ¡Mierda! —susurró Alice.

— ¡Doble mierda! —añadió Bella.

—Cobardes. Sabéis de sobra que eso es lo que necesitamos. Y otra ronda —Rose se incorporó en el asiento y buscó con la mirada a la camarera en la barra, que ahora estaba atestada de gente, frunciendo el ceño al no verla—. Enseguida vuelvo. Id pensando.

Cuando se hubo marchado, Bella miró a Alice con desesperación.

—Odio cuando hace eso.

Bella asintió.

—Yo también. Sólo Dios sabe con qué apuesta nos va a salir. Soy demasiado mayor para estas tonterías.

Sin embargo, ambas soltaron una risita, como hacían en el instituto, ante la idea de tener que aguantar una apuesta. Aunque fuera algo alarmante, siempre se habían divertido. Por lo general, la instigadora era Rose. Si algo tenía, era imaginación.

Cuando Rose volvió, acompañada de una camarera ligeramente irritada, tenía aquél destello especial en sus ojos.

—Ya lo tengo. Y los margaritas también.

— ¿Qué tienes, qué? —preguntó Alice.

—Pues la apuesta, desde luego.

— ¿No somos algo mayores para eso? Creo que ya hemos dejado atrás el instituto. —Alice dirigió una mirada esperanzada a Bella.

—Alice tiene razón. A nuestra edad no podemos andar llenando de papel higiénico la casa de nadie.

—Por todos los demonios, sabéis perfectamente que no estoy sugiriendo eso —dijo Rose—. Y tenéis razón, ya hemos pasado la edad de tirar huevos y papel higiénico. Pero ya ha sido lanzado el guante, he sugerido una apuesta y sabéis de sobra que ahora no podéis echaros atrás.

Alice masculló por lo bajo algo sobre que algunas personas nunca terminaban de crecer.

Bella gimió. Necesitaba consejo y compasión, no una maldita apuesta. A veces se preguntaba por qué se molestaba en pedir ayuda, cuando lo único que conseguía a cambio era introducir más caos en su vida, ya de por sí caótica.

—De acuerdo, ¿de qué se trata?

—De sexo.

Bella esperó, pero Rose no dijo nada más.

— ¿Ya está? ¿Sexo?

—Bueno, ¿y qué más? —preguntó Alice.

—No hay más, idiotas. ¡Dios! ¿No es eso lo que queremos? Un fin de semana de sexo desenfrenado y sin inhibiciones.

—Me parece bien —dijo Alice—, pero para eso no necesitamos una apuesta. Por cómo están las cosas, al menos para mí, necesitamos un milagro. ¿Dónde sugieres que vayamos a buscarlo?

Rose se removió en el asiento.

—Aquí es donde entra la diversión. Cada una de nosotras tiene una oportunidad. Tenemos que disfrutar de un fin de semana de sexo tórrido. Sin ataduras, por supuesto. No es que tengáis que buscar y encontrar al hombre de vuestros sueños, ni nada parecido. Sólo tenéis que tiraros a alguien.

—Eso es fácil —dijo Alice, mordiendo un nacho—, de modo que, ¿dónde está la trampa?

Bella sonrió. En las apuestas de Rose, siempre había una trampa.

—Las otras dos tienen que escoger al hombre.

— ¿Qué? — ¿De verdad Rose acababa de sugerir lo que Bella creía que estaba proponiendo?

—Ya me has oído. Nosotras escogemos a tu hombre. Por ejemplo, si le toca a Bella tener su fin de semana de sexo salvaje, entonces Alice y yo tenemos que elegir al tipo que va a recibir los honores.

—Estás de broma. —A Bella se le desorbitaron los ojos—. ¿Y si no nos gusta ese hombre?

Rose sonrió con malicia.

—Cariño, si no puedes confiar en tus mejores amigas para que te escojan un hombre, ¿en quién vas a confiar?

Alice parecía tan sorprendida como Bella. Algunas veces, ésta se preguntaba si a Rose no le faltaría un tornillo. Pero claro, Rose siempre fue la más atrevida de las tres. Bella no debería sorprenderse por esta apuesta.

—No sé, Rose. Esto es bastante subido de tono, incluso para ti.

— ¡Por el amor de Dios, Alice! No estamos hablando de espionaje. Se trata de sexo. Un fin de semana de sexo. Un montón de orgasmos. Con hombres de confianza. Y además nos vigilaremos unas a otras para asegurarnos de que no pasa nada.

Bella miró a Alice y se mordió el labio inferior, con las palabras no pienso hacerlo, en la punta de la lengua. Luego recordó a Mike en todas las noches que se había pasado ella en casa mientras él estaba por ahí follando con todo lo que llevara faldas. Seguro que no había hecho distinciones.
Y durante los últimos años, Bella se había dejado el culo trabajando, mientras su libido languidecía por falta de atención.

Necesitaba un polvo. Y un orgasmo, o varios centenares.

—Me apunto.

Alice arqueó una ceja.

—De acuerdo, si tú te apuntas, yo también.

Rose puso los ojos en blanco.

—Ya era hora. Estaba empezando a verme comprando sombreros de color púrpura y haciéndome socia de un club de bridge. Joder con vosotras, me teníais preocupada.

Bella se echó a reír.

—Todavía no. Estoy lista y preparada.

—Eso es bueno, señorita Bella. Porque tú vas a ser la primera, y este fin de semana — anunció Rose con una sonrisa astuta. La risa de Bella desapareció.

— ¿Yo? ¿La primera?

— ¡Oh, sí! —Dijo Alice—. Y además, creo que ya sabemos con quién.

— ¡Mierda! Me parece que yo también lo sé. —Se había metido de cabeza en aquello y tenía el presentimiento de que lo había provocado. Le ardieron las mejillas al pensar en lo que acababa de pactar. La teoría era una cosa, y la realidad algo completamente distinto. ¿Podría hacerlo?
¿Sería capaz de olvidarse de la vieja Bella Swan y coger lo que tenía justo delante de ella?

—Y además, no se trata tan sólo de un tío. Has ido a encontrar la veta madre, Bella. Vas a tirarte tanto a Edward Cullen como a  Jacob Black.

— ¿A los dos? ¡De ninguna manera! Eso no formaba parte de la apuesta.

—Una pena. Te desean los dos, ¿verdad? Dijiste que ambos estaban interesados. En realidad, tú eres quien lo tiene más fácil. Esos dos ya están listos y preparados para ti.

—Para quedar conmigo, no para follarme. Al menos eso es lo que creo que quieren. ¡Oh, demonios, no lo sé! —Se colocó el pelo detrás de las orejas y las miró fijamente—. ¡Socorro!

—Te estamos ayudando, cariño —dijo Rose—. Es evidente que te desean.

—Para mí no lo es.

—Para eso nos tienes a nosotras —intervino Alice—, para ayudarte con tus problemas sexuales.

Bella la fulminó con la mirada.

—No es tan divertido. Ahora mismo tengo un grave problema de sexo. Como por ejemplo, cómo demonios voy a acercarme a ellos. ¿Qué voy a decirles?

—Empieza por aceptar su ofrecimiento de una fiesta en el club de campo, este fin de semana —le sugirió Rose—. El resto lo iremos improvisando a partir de ahí.

—Iremos —A Bella siempre le daba miedo cuando Rose hablaba en plural.
Sin embargo, había estado de acuerdo, de modo que ahora tenía que decirles a Edward y a Jacob que estaba de acuerdo en hacer una pequeña celebración el sábado por la noche. ¿Pero cómo iba a convertir unos cuantos bailes y bebidas en el club de campo en un verdadero ménage á trois?

— ¿Y que pasa si alguna pierde la apuesta? —preguntó.

Rose miró el techo durante un minuto, luego volvió a mirarlas a ellas con una sonrisa diabólica.

—Tendrá que pagar el viaje de las tres a Las Vegas, un fin de semana.
Alice silbó.

—Eso supone un gran agujero en el presupuesto.

—Tú lo has dicho —dijo Bella—. No quiero perder.

—Yo tampoco —declaró Alice.

—Entonces vais a llevarla a cabo. Todas nosotras lo haremos. A jugar, señoras —dijo Rose.


Bella suspiró. La apuesta había comenzado.
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Chikas otro capitulo muy candente de esta que nos promete ser una aventura inolvidable gracias al trabajo adaptativo de Krizia Cullen, para mayores de 18, y esto sin excusa.
¡¡Disfrutenla!!

7 comentarios:

Laura dijo...

Muy bueno el capitulo,yo ya lei esta historia me gusto mucho pero leerla con nuestros personajes favoritas me gusta la idea,salidos y empieza la apuesta jaja....

Bell.mary dijo...

Que buen capitulo, esa Rose es tremenda jajajaja pero es una excelente amiga, pobre Bella iba por ayuda y salió metida en una gran apuesta....aunque la verdad muy suertudota le tocaron dos súper papis así que mas bien salió ganando jajajajaja......
Sin duda esta historia será toda una aventura además que nos hará tomar una que otra ducha fría jajajajaja
Gracias Krizia por adaptarla para nosotras y muchas gracias a Coka por publicarla....Besos nenas cuide se...;-) <3<3<3

Anónimo dijo...

muy bueno esa Ros es terrible pero es verdad entre Edward y Jacob ay que probarlos a los dos a ver con cual quedarse!!!!!

maty dijo...

wow!!! bastante candente... pero opino lo mismo k las chicas Bella es la que mejor le ira jajajja y tambien k embidia de Bella mira que con los 2... yo me conformo con 1 k me presten por una noche jajaja... muy bueno Krizia y garcias Coka por publicar.. con ansia de leer el proximo :d

Vane dijo...

Que bueno ya me imagino el trío. Yo tb quisiera un trío con eso dos

Sissy dijo...

Krizia!
Ja ja ja! No sabes cuanto me he reído con el capítulo y me ha recordado mucho "algo" esa apuesta entre las tres amigas. Tú sabes a qué me refiero, verdad? Bueno, espero que a Bella le salgan las cosas muuuuuy bien, porque la tiene muy interesante, por decir algo.
Qué tremenda la Rose!
Un beso y espero con ansias el siguiente episodio de la aventura!
Besos!

Unknown dijo...

Hola amigas lectoras.
Espero no haberlas asustado con esta historia.
Me gustaría contar con vosotras para poderla disfrutar.
Gracias por vuestros comentarios.
Sissy gracias, si recuerdo esa situación aunque lo mio no fue una apuesta, sino un juego entre amigas que se sentían de alguna manera desencantadas con sus hombres. jajajaj. Aquello fue muy anterior a esta historia. Ojala lo hubiera leido en aquella época hubieramos jugado de una forma mejor y no tan inocente como fue, jajajaj también era muy joven, jajaj. Besos a todas Vanessa de Leon, Maty, Bell.mary,Laura y a todas las anónimas.