Descubrir que la muerte gusta de ti, siempre será
peligroso. Aceptar ser su confidente, puede ser peor. Porque la verdad de las
novelas, usualmente, no es como se cuenta en el papel.
Elise, enamorada de la vida y deslumbrada por quien menos
debía, descubrirá su propia historia en los ojos transparentes que la
encontraron sin buscarla.
Oportunidades y elecciones. Recuerdos y miedos. Ambos,
Muerte y Elise, revivirán lo que no creyeron pudiera darse. El cambio de las
decisiones, no quiere decir que todo saldrá bien esta vez.
No hay finales felices, sólo finales, que a veces… Pueden
continuar eternamente.
FANTASMAS
Original de Sissy
Era casi el medio día cuando Elise finalmente despertó. -¡Vaya!-, pensó –En verdad que me cansó la caminata de anoche, hacía mucho que no me
levantaba tan tarde; pero valió la pena. Edward valió la pena.- Aseveró
complacida con una suave sonrisa creciéndole por el rostro.
Recordar la cita la hizo sonreír aún más. Reconocer las
emociones que le causaba tener a Edward a su lado era placentero. Hablar con
él, oírlo reír; darse cuenta cómo, debajo de todo ése ánimo contenido -y a
pesar de sus palabras a medias y sus respuestas extrañas-, había un ser suave y
cálido…
Analizándolo un poco más, Elise reconoció también que Edward
a veces parecía demasiado viejo, demasiado maduro para su juventud. Y concluyó
que eso, era seguramente porque él cargaba con mucho sufrimiento a cuestas y el
comprenderlo, le apenó grandemente a Elise. Ella quería verlo feliz, siempre.
-Mi gentil Edward,
el caballero Edward… ¿Cómo fue todo? ¿Qué te lastimó tanto?- Se cuestionó
ella, mientras suspiraba y dejaba los hombros caer a la vez. Necesitaba verlo
pronto y hacerlo sonreír; le extrañaba nada más despertar.
El domingo pasó lento sin Edward, tanto que, luego de
regresar de comer donde Marita y Ralph y en vista de que el clima no iba a
calentar mucho por la tarde; se negó a
salir con el grupo de amigos y volvió a montarse el pijama para dedicarse a
mirar películas viejas. Sin darse cuenta del cuando, se quedó profundamente
dormida y no despertó ya hasta la mañana siguiente. Curiosamente, el televisor
estaba apagado y ella no logró recordar cuándo se había encargado de eso.
Al regreso del trabajo, el lunes por la noche, revisó con
ansia su contestador que destellaba, esperando noticias de alguien que ni
siquiera le había pedido su número.
El primero de tres mensajes era de su madre, que la echaba
de menos. Elise se dijo que la llamaría tan pronto como pudiese, ya que había
olvidado hacerlo el día anterior. El segundo era del hospital, la urgían a que
pasara a recoger sus análisis y hablar con ella... -¡Por ningún motivo!-, torció el labio desdeñosa, -¡Ahí no regreso para nada! Me estoy tomando
sus pastillas, ¡¿qué más quieren de mi?!- El tercero era de Lucca, preguntando
si había dejado un libro suyo olvidado ahí. -¡Sinvergüenza!
–E hizo una mueca de enfado- Si tengo tiempo
y ganas, lo buscaré éste fin de semana… Eso sí, espérame sentado querido-,
y con otro gesto de desdén, dio por terminada la conversación mental con su ex.
No había nada más…
Nada de Edward.
¿Por qué habría de haberlo? Y se enfadó consigo misma por
no haber hallado el modo de darle su número telefónico.
¿Y si el silencio era porque él se había molestado por lo
del beso? Quizá por eso no había hecho el intento de buscarla otra vez… ¡Oh, por
Dios! Pero si había sido una inocentada, ¿no podía ser tan mojigato, o sí? Sin ánimo de sentirse culpable por haber sido
cariñosa con Edward, cesó el diálogo consigo misma y luego de ponerse ropa
cómoda, se dispuso a llamar a casa. Más tarde, después de cenar algo sin mucha hambre en realidad, cayó
rendida en su cama, tal como la noche anterior.
No hubo noticias de su hombre de ojos azules hasta el
jueves, cuando ella ya estaba francamente preocupada por su silencio; y al
verlo afuera de su trabajo, esperándola con una pequeña sonrisa gacha y torcida,
ella no pudo sino sonreír ampliamente al notarle, tan adecuado en su mesurada
personalidad, plantado a la puerta del edificio. Sin pensarlo de nuevo, lo
abrazó feliz y le besó largamente y con gran ternura la mejilla. Luego se colgó del brazo de su amigo y le
reprimió en silencio, con la mirada, por su ausencia.
-Lo lamento Elise, no fue mi intención preocuparte. –Fue la
respuesta a la muda acusación y Elise no indagó más, respetando a su querido
amigo.-
Después de esa sincera y breve disculpa, ambos se
encaminaron hasta un merendero cercano, para que Elise tomara algo de comer.
Una vez más, Edward pasó de alimentos y se encargó de la cuenta.
* * *
Edward había vigilado a Elise un par de noches esa semana
antes de decidirse a presentarse de nuevo con ella. El motivo de su indecisión,
era el temor a su naturaleza misma. Elise le había devuelto a Bella en sus
mejores momentos, en la felicidad cuasi plena que habían vivido con ella hacía más de una centuria. ¿Era válido usarla
para no sentirse tan muerto? ¿Tan vacío? Temía a las respuestas de esas
preguntas.
Mirar el dormido, relajado y pálido rostro completamente
ajeno a su presencia en la intimidad de su habitación, le causó un sentimiento
de culpabilidad en su malsano hábito voyerista. Bella había amado ésa
vergonzosa curiosidad suya, pero Elise no era Isabella. ¿Por qué volvía ahí, a
ése dormitorio? No existía la excusa de estar obsesionado con ella, de estar
cimbrado en su pétrea existencia a causa del amor. No. Lo que lo había motivado
a vigilar su sueño había sido la curiosidad y la culpabilidad, pero, y ahora…
¿Qué razón podía dar de semejante actitud?
Sólo le quedó aceptar que era egoísmo puro.
Él había cerrado su mente por tanto tiempo al recuerdo de
Isabella, que cuando regresó con tan avasalladora fuerza, no pudo simplemente respirar
sin ella de nuevo. Se sofocaba de angustia cada vez que el fantasma en su mente
desaparecía. Y sólo sentía paz, cuando sus ojos marrón chocolate le miraban
otra vez; gracias al afecto de Elise.
Ella era la fuente del regreso del calor a su cuerpo.
Cada vez que Elise lograba hacerlo misteriosamente
reducir la velocidad de su pensamiento a través de sus risas y su dulzura, él
se encontraba de nuevo transportado al pasado, al lado de Isabella. ¿Cómo
renunciar a eso? ¿Tendría la fuerza para dejar ir a ambas?
No.
Abatido por no encontrar una solución a esa imperiosa necesidad,
se le ocurrió que, quizá si se permitía ver lo suficiente a Elise, podría
guardar el calor de Bella para que le durase por algún tiempo más. ¿Pero cuanto
podría ser eso? Elise se daría cuenta eventualmente que algo estaba mal con él.
Que era, diferente. ¿Y si algo salía mal? ¿Y si por algún descuido lastimaba a
la niña pelirroja? No se lo perdonaría jamás. No. La chiquilla era un ángel,
como lo había sido su amada Bella. ¿Cómo era que un condenado como él se había
topado dos veces con un pedazo de cielo, cuando éste le estaba vedado? Qué
broma tan amarga y qué castigo tan enorme le imponían. -Y aún así, es poco, por todo el mal que he hecho…-, pensó. -Quizá, ese Dios sabe que esa es, la más
justa de mis puniciones, perder dos veces mi felicidad.-
Él sabía que nunca volvería a verla. Bella, su ángel,
había vuelto al paraíso y ahí, nunca habría cabida para él. Volvió a desear
poder llorar, pero hasta eso le estaba negado. Jamás podría lavar su
sufrimiento. Sería mejor marcharse. Aunque le doliese hacerlo; tanto, como la
primera vez.
Sólo que en ésta ocasión no mentiría.
Lleno de vergüenza y aflicción, se alistó para ir en
busca de Elise y despedirse de ella. Cuando la vio ahí, dejando el edificio,
ajena a su presencia; aspiró profundamente para llenarse de su aroma, para
guardarlo como un recuerdo más de lo que no podía tener.
¡Qué niña tan dulce era ésa! ¡Qué genuina alma poseía! Y
qué bien se sentía de haberla salvado aquella noche. Al menos, le había ayudado
a hacer trampa y a vencer a la muerte, que tan cobardemente pretendió
reclamarla para sí. Mientras él sonreía, sintiéndose victorioso y feliz por
encontrar otra razón para su inexplicable llegada a esa ciudad, los ojos de
Elise se entrelazaron con los suyos. Fue fácil leer el cariño en ellos, y aún
más fácil fue el dejar que él calor que ella irradiaba lo cubriera mientras lo
tocaba, reclamándolo para sí.
¿Cómo negarse a sentirse amado por alguien, cuando se
está desesperado?
Él, a pesar de todas sus capacidades sobrenaturales,
tampoco pudo hacerlo; y la idea de alejarse de ella se desechó, al primer
contacto de su abrazo.
*************
Elise y Muerte, como se llamaba en privado Edward a sí
mismo, no se separaron ya mucho desde esa noche, convirtiendo ésa aparición
nocturna a la puerta de su trabajo, en una agradable costumbre. No era
precisamente un cortejo romántico de antaño, aunque poco a poco, todos los
amigos de Elise dieron por sentado que eran una pareja; sino más bien, una
relación sin nombre donde el afecto se daba y se recibía, con agradecimiento y
valoración.
Las noches eran efímeras en las largas conversaciones que
mantenían en la cercanía el uno del otro. Edward le hablaba de lugares donde
había estado, tratando de colmarlos con detalles y gente para llenarlos de vida
y magia para ella; y Elise disfrutaba soñando con todos ellos, imaginando a su
adorado amigo viviendo múltiples vidas al adaptarse a cada lugar.
Y mientras ella reía de sus propias palabras, Edward disfrutaba
del regalo de paz que Elise le daba en esos momentos. Así como de los brazos de
Bella que lo procuraban con inmenso realismo, compitiendo sin hacerlo, con los
afectos de Elise.
En medio de esa confianza, surgieron otro tipo de
confidencias que apenaron a la chica del cabello rojo; quien, a pesar de
haberse encargado muy bien de disimularlo, se sintió lastimada al escuchar de
la boca del amigo que ella amaba, cómo era que en realidad, el corazón de
Edward efectivamente seguía unido al de Isabella.
La fuente de esas revelaciones fue su misma curiosidad.
Ella quería curarlo de su dolor, y Edward, absolutamente seguro de lo que
hacía; respondió a sus indagaciones con la mayor honestidad que le fue posible,
sin delatar que aquél amor prohibido suyo, había existido hacía más de un siglo
atrás.
Elise escuchó el cómo una joven de diecisiete años, la
edad que él portaba entonces, se había enamorado de Edward a pesar de las
advertencias que él le había remarcado sobre lo peligroso de ese sentimiento.
También supo del como Edward finalmente había decidido
mandar toda virtud y rectitud al infierno, con tal de estar al lado de Isabella
el tiempo que eso fuese posible. Del cómo tuvieron que marcharse lejos de la
casa del padre de ella, al hallarse ella deshonrada a su vista, por causa de
ese amor.
-¿En verdad el padre de Bella la echó por eso, Edward?
-Sí, Elise. Aquello era una comunidad muy pequeña y su
padre era una figura de autoridad en la localidad. No pudo aceptar lo que él
consideró una ofensa y como yo no pude ofrecerle a Bella matrimonio
eclesiástico, la repudiaron. A ella no le importó nada por amor a mí; y dejó a
su familia, su vida entera para seguirme. Ése fue mi tercer error, el cuál
reconocí muy tarde; pero en ése entonces nada me interesaba más que amarla y
creí que con eso bastaría.
En la mente de Edward los recuerdos sucedían con suma
claridad. En la edad de la inocencia, aquello había sido un gran escándalo;
pero para un inmortal, la doble moral humana, le fue irrelevante. Ellos habían
sido felices, vivido al máximo su unión; mudándose de aquí a allá cada vez que
era necesario y disfrutando de su amor. Todo fue perfecto, hasta que Bella
empezó a darse cuenta que se hacía mayor, y que él en cambio, permanecía
inmutable. La preocupación de ella, provocó que le pidiese una y otra vez que
la convirtiera, pero Edward se negó. No quería condenar a su amada a ser un
monstruo como él, a perder su derecho al cielo. No. Él la amaría siempre, vería
la belleza de ella en cada arruga y en cada pliegue de su rostro y cuerpo. Nada
importaría nunca, nada, más que su amor.
Sólo que aquello, no fue suficiente. La vida misma los
alcanzó, y tuvo que dejarla para que ella viviera todo a lo que tenía derecho…
Lo cuál fue su cuarto y último error.
Era una lástima que no pudiese contarle las omisiones también
a Elise, pensó Edward, pero aún así; sabía que ella era capaz de no juzgarlo y
aceptar sus razones. Y efectivamente, a pesar de encontrar incomprensible la
serie de eventos relatados a medias por Edward. Elise aceptó calladamente que
esa carga era parte de la esencia de su querido amigo.
Inocentemente, Elise pensaba que Bella aún existía por
ahí, casada con alguien más, viviendo su vida, ajena al sacrificio de Edward; y
cuando expresó esa idea en voz alta, nuevamente, Edward le sorprendió.
-No Elise. Bella… Se casó, fue madre y… llegado su
tiempo, falleció.
Elise lo miró con ojos desmesurados, -¿¡QUÉ!?-.
-No comprendo Edward. ¡¿Cómo que ella está muerta?! ¡¿Qué
sucedió?!
-Nada anormal Elise. Ella… Simplemente, enfermó y murió.
Elise entró en shock al oírlo afirmar con dolorosa
resignación esa cruel conclusión. Le fue imposible no sentirse empática con
Isabella, con Edward. Llenarse de aflicción al repasar dichos eventos en su
mente y alma. Ahora entendía por qué
Edward deambulaba como fantasma de aquí a allá. Efectivamente, su corazón
estaba roto más allá de reparación. Y aceptarlo, lastimó aún más a Elise.
La muerte no tenía explicación, ni reparos. Simplemente
ocurría, y ya. Incómoda y rabiosa, ella se retorció en los brazos de Edward,
donde se hallaba escuchando la confidencia. Y separándose de él, se vio
llorando a causa de sentimientos encontrados, chocando entre sí en su interior.
Edward la observó con calma y embargo. ¿Ella lloraba por
él? ¿En verdad podía ella ayudarlo hasta en eso? Ángel… Dulce ángel Elise…Y
deseó consolarla, aún más de lo que ansiaba quedarse en el abrazo imaginario de
Bella, que se encontraba viviendo en su mente.
-Shhh… Elise… No llores… Yo… No lo hago. No quiero que
padezcas por esto, no es justo.
Elise se limpió las mejillas con un gesto suave y lo miró
compungida desde su lugar. ¿Cómo explicarle a Edward lo que toda esa historia
implicaba para ella? Ése, no era el momento para acumular pesares. No. Además,
nada de eso sería para ella. Ya no.
-Está bien, Edward. No te preocupes, sólo… Sólo… Es que
yo soy así. –Y le sonrió sincera.- Gracias, por confiar en mí, por… Mostrarme
tu alma…
Los ojos de Edward se quedaron atónitos ante la selección
de palabras de ella. ¿Alma? No… Purgatorio eterno era lo que existía en su
interior. Un monstruo condenado a deambular sin paz, nunca.
Esa noche, fue la primera que el vampiro se quedó ahí, en
el lecho de Elise, con el conocimiento de ella. Nada sucedió, ni siquiera un
beso; sólo un consolador abrazo mutuo, donde Elise se durmió profundamente.
Antes del amanecer, Edward se marchó contemplando con
cariño, el pálido rostro dormido en el lecho. Agradecido profundamente por haber
llorado por él, por enjuagar un poco el sufrimiento de su existencia. Para
cuando el alba roseaba el cielo, sus pétreos brazos ceñían el aire en un delirio
que gozaba por horas gracias a Elise. Mientras el sol reinaba en lo alto, él y
su Bella se amaban una vez más.
Cuando Elise despertó, sola, se apesadumbró. Sólo había
una nota al lado de su cama que recitaba, -“…Gracias… Hasta ésta noche, como cada una.
Edward…”-. Fue
tan grande la nostalgia que su corazón sintió, que tuvo que aceptar que se
había enamorado de quien menos debía. ¿Qué iba a hacer ella ahora?
Antes de dejar su oficina al final de la jornada, Elise
chequeó su imagen en un espejo y se notó rara. El silencio de Edward ese día,
luego de tan monumental vivencia la noche anterior, era completamente normal en
él; pero sumamente perturbador para Elise. Jamás había vivido una relación así.
Era evidente para ella que no eran simplemente amigos, pero Edward no podía
ofrecerle nada más, dadas sus heridas. ¿Qué quedaba por hacer? Ella sabía que él
estaba de paso, que no buscaba anclarse a nada, ni a ningún lugar; pero
entonces, ¿por qué la procuraba con tanta ansia? Aquello iba a ser muy
doloroso, aceptó; pero no iba a negarle el afecto que él necesitaba, a
sabiendas de que no sería correspondido.
Con esa conclusión en la mente, y con algo de retraso en
tiempo, Elise dejó finalmente el edificio. Edward se acercó a ella, contento de
verla, para recibir una más de sus dosis de bálsamo e Isabella. Y Elise lo
besó, como siempre, con largo afecto en la mejilla, dispuesta a dárselo sin
saberlo.
Caminaban ya hacia el merendero, cuando el primer miedo
de Edward se manifestó en la sutil diferencia en el ánimo de Elise.
-Edward, dime algo… -Él la miró con afecto, presto para
responder, pero se descompuso al oír la pregunta.- ¿Cómo es que nunca comes
nada cuando estás conmigo?
¿Cómo responder a eso?
-Elise… ¿Podrías… simplemente acceder… a que no lo haga?
-¿Sin preguntar más, Edward?
-Sí.
Ella suspiró el aire que estaba reteniendo, pestañeando
confundida. ¿No era aquello demasiado extraño? Edward estaba negando una
necesidad natural y, ¿esperaba que ella lo admitiera sin cuestionar?
-Elise, es… Importante para mí, que confíes, que…
Aceptes…
Él le miró serio, profundo, casi hipnótico y aunque Elise
consintió en desechar la duda, no tuvo nada que ver con el efecto que tenía esa
mirada en ella.
A partir de ese momento, Edward supo que ambos caminaban
sobre una delgada línea y nuevamente se maravilló de la enorme casualidad que
lo llevó a esa ciudad, al lado de Elise; prometiéndose honrar de todas las
formas posibles, esa impensable oportunidad.
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Termina por ahora éste
relato. Edward y Elise son ahora confidentes…
¿Qué sucede cuando el
amor y la muerte se encuentran?
¿Se muere el amor?
¿O se enamora la
muerte?
KRIZIA, te he robado
la cita por el impacto que me causó. Tienes que decirme su origen.
Cariños: Sissy
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"Sin ti las emociones de hoy no serían
más que la piel muerta de las de ayer."
Hipólito
Amélie soundtrack:
9 comentarios:
Sissy que alegria!!! amo tus historias son geniales y hermosas con tantos sentimientos a flor de piel que es imposible no adentrarnos por completo en la historia!!!! y ahora eso mismo me pasa con Elise y Edward!!! me datristeza todo el padecimiento de Edward su tristeza por Bella!!! pero kiero que se de una nueva oportunidad con Elise se lo merece y ella se enamoro de el!!!!! me encanta ver como se creo ese lazo tan especial entre ellos y Edward tarde o temprano no podra negar que al final el tambien siente amor por elise!!! me preocupa que la llamen con urgencia del hospital esperemos que no sea nada malo!!! KIssitos y sigue escribiendo historias tan maravillosas Sissy!!!! ♥
Coka! Mi amiga! Qué lindo regalo me hiciste al regresar de mi viaje y toparme con que me publicaste de nuevo! Muchas gracias.
Lizzz, te agradezco mucho tus palabras y el modo en como percibes mis escritos, se siente muy bien que alguien los valore así. Y si, quiero preservar la esencia de Edward, el vampiro que tanto me conmovió. Espero lograrlo a lo largo de toda la trama, honestamente.
Althena, gracias también a ti. Ves como es fácil darse cuenta de que la trama es breve en este fic? Sólo espero darles algunas sorpresas a lo largo del cuento que lo hagan interesante e inesperado y les deje al final, con un buen recuerdo de él.
Y de antemano, dejo cariños a todas. Gracias por sus palabras y ya vieron que sí, que leo todos sus comments, y que por aquí o por el chatter platicamos de todo lo que quieran, va?
Krizia, el cap. tiene mucho de haberse escrito, pero no quise avisarte de la cita final, era una sorpresa. Espero que sí me puedas contar de dónde sal tan bella reflexión, sí? Besos!
Cariños: Sissy
increible este capitulo y la historia me encantaaaa!!! espero que la muerte se enamore! todo es posible si de verdad se quiere, si no se consigue no quisiste lo suficiente!!! espero que todas tengan una grandiosa semana! saludos, ma veronica
sissy esta genial el capitulo... por fin un edward mas abierto, y aun que no lo note todavia, siente cosas por elise y elise bueno ella ya se dio cuenta jajaja k pasara ahora k son mas confidentes??? k emocion y akiereo leer el proximo :D
Hola Sissy te mando un e-mail y cuando lea los capítulos te comento. Casí los he olvidado en la maraña que tengo en mi cabeza entre lo que leo de libros y los que adapto ya no se cual es cual. jajajaj Me volveré
medio loca jajajaj.
Que gusto un capitulo mas de tu hermosa historia Sissy como siempre con tus historias me enamoras, me haces fantasear y me envuelves en un mundo magico encantador donde me gusta perderme...........me encanto el capitulo nuestro Edward como siempre dando todo de el y lastimandose a si mismo llamandose Muerte solo espero que se de una oportunidad con Elise que le transmite tanta paz y ojala ella pueda traer un poco de consuelo y felicidad a la vida de Edward, aunque me preocupa esa llamada del hospital espero que no sea nada malo pero me dejaste con la intriga mas, bueno habra que esperar para el proximo capitulo...... Gracias nena por tus letras...
P.D. a mi tambien me encanto la cita de Krizia en verdad que te deja pensando........
Besos
Querida Sissy. Me emocionan muchisimo todas las reflexiones de los dos personajes. Elise con sus sentimientos a flor de iel por este Edward, tan Edward hasta sus ultimas consecuencias.
No había caido en la cuenta del desfase de 100 años entre la historia de Bella y la de Elise.
Espero que los avances tecnológicos no entorpezcan la historia.
Parece que nuestro querido Edward vuelve a las andadas con su melancolia infinita y su voyeurismo por las protagonistas femeninas, sus queridos angeles como las llama él.
Besos y me quedo super intrigada para saber hacía donde ira la historia.
Sissy, me encanta tu forma de escribir me tienes siempre con los sentimientos revueltos. Me gusta que ellos sean confidentes y muero por saber como reaccionara Edward al saber los resultados médicos de Elise y que va a pasar. Y tambien me encanta la cita de Krizia (espero que gane el amor) porfa no tardes en actualizar. Coka gracias por publicarlo y porfa no te olvides de A la caza del Vampiro y Conflicto Eterno.
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