Seguidores

martes, 6 de septiembre de 2011

Traicion Imperdonable- Capitulo 9 (Cunning Angel)

Edward y Bella conforman un joven matrimonio, padres de la pequeña Nessie son testigos de cómo un engaño termina por devastar lo poco que les quedaba

¿Se puede salir adelante después de una traición imperdonable?



Capítulo 9
Original de Cunning Angel

Cuatro Años Atrás

________________________________________


Él se retiró dándole unos minutos, el olor a alcohol nunca antes le molestó tanto como en ese entonces, fuerte y perturbador. Se sentía asqueada, avergonzada, inmunda. Y entonces lo supo…

Ella podía hacerlo, eso no tenía porque terminar así. Ya no se trataba de la niña aterrada y débil. Ahora era una mujer, una mujer casada y con la capacidad de salir adelante; debía ser fuerte, no por ella, ni siquiera por Edward, eso se trataba de algo de ambos, el hijo de ambos, un pequeño angelito que no tenía voz ni voto, un ser frágil que no contaba con la capacidad de defenderse, por mucho que le aterrase la idea no podía dañarle, su temor no podía cegarle al punto de asesinar al fruto del amor entre mi esposo y ella.

Porque ella había pensado eliminar a ese pequeño ser, a esa persona que de seguro a estas alturas ya poseía sentimientos y necesidades.

¡¿Habría notado el rechazo?!

Miles de ideas y posibles teorías se abalanzaron en su mente, pero una sobre el resto. Debía salir de allí.

Se levantó de la camilla con torpeza y tomó sus cosas. A duras penas se vistió y salió de ese infierno con el corazón a punto de salir desbordado por su boca.

Entonces corrió, con el alma puesta en ellos huyó, de sus temores, de su dolor, del miedo que le provocaba la situación…siguió corriendo, no esperó el maldito ascensor y subió por las escaleras con la adrenalina colapsando con furia sus venas.

Necesitaba llegar pronto a casa, a su hogar. ¡Necesitaba un abrazo de su esposo!

Deseaba contarle todo, explicarle, y maldita sea… sólo hablar.

Finalmente llegó a la puerta que indicaba su fin, o tal vez el principio. Con serias probabilidades de sufrir un ataque de ansiedad introdujo la llave en la puerta sólo para encontrarlo vacío.

A tientas buscó el interruptor, y comprendió que al ser invierno, un día como ese no debía extrañarle que oscureciese temprano. Con las luces encendidas se dirigió a la cocina, dispuesta a tener al menos una cena digna para hablar con Edward.

Observó el calendario, dieciséis de octubre… Hora, siete con treinta PM.

Edward no tardaría en llegar. Pensó esperanzada, mientras se dedicaba a preparar los pormenores.

Una fuerte clavada en su parte más íntima la obligó a soltar la loza que planeaba poner sobre la mesa, desparramando trozos de porcelana por todo el piso de la cocina.

Imposibilitada de moverse inhaló profundo.

Esto no podía estar pasándole…por mucho que se lo mereciese.

A duras penas avanzó hacia el baño, casi a gatas, agradeciendo con todo su corazón que se encontrase cercano a la cocina, sino le hubiese sido imposible llegar hasta allá, el dolor punzante en su zona baja se acrecentaba con cada segundo que pasaba.

Traspasó aquel portal como si tratase de un cambio de vida, y lo era, en toda la expresión de la palabra. Aquel maldito y minúsculo objeto como lo era la insignificante puerta del baño lo significó, el antes y el después, la vida y la muerte. Porque no fue hasta que ingresó al maldito baño que un líquido caliente comenzó a correr entre sus piernas, y no hizo falta comenzar a bajar con desesperación sus pantalones para saber que era sangre, pese a que de todas formas lo hizo, con la ingenua esperanza de que tal vez… estaría equivocada.

Como si se lo mereciese, como si aquel pequeño no se hubiese salvado de tener a la más insegura e ineficaz de las madres.

¡Cómo si la naturaleza no se hubiese encargado de terminar lo que ella no se atrevió a hacer!

Y, en efecto, fue Dios mismo quien se apiadó del pequeño ser que venía en camino, y le liberó del suplicio que significaría venir al mundo con una madre neurótica y dispuesta a jugar a ensayo y error con la crianza de un niño.

Ese día llamó a Alice desesperada, Edward no podía verle en esas condiciones, no después de haber asesinado a su hijo. Y decir la verdad no era una opción, para todos los efectos ella había abortado, y no es como si no fuese cierto, mal que mal ella pidió hora en la consulta, ella pagó la cita en esa clínica. Ingresó al maldito sitio dispuesta a darle fin a la vida de… esto.

Fuera como fuese, ya era tarde. Edward no se creería jamás que se había arrepentido a último momento, y después de las tantas veces que le había comentado que no sería capaz de hacerlo, que no podría continuar con su embarazo, creerse aquella historia le resultaría más que fácil, simplemente era de esperarse.

Nunca olvidará que su propia mejor amiga, mi cuñada y casi hermana no dudase un segundo cuando le contó su versión. No la juzgó, claro está, pero ni siquiera le regaló una mirada de escepticismo, maldita sea, ella siempre había sido una pésima actriz.

Y es que era demasiado fácil creer que una persona como ella fuese incapaz de arrepentirse.

¿Era tan endemoniadamente fácil creerla capaz de asesinar a su pequeño, a un ser hermoso e inocente que provenía de ella, un bebé al que no alcanzó siquiera a poner un nombre?

Lo era… Alice quien le conocía incluso antes que su hermano, no vaciló, la persona que obró de forma milagrosa para que dos seres completamente opuestos como lo eran Edward y ella lograran acabar juntos, cuanto más lo haría él, que le había visto dudar y amenazar con acabar con todo esto.

Esa noche, Alice le llamó alegando que no quería pasar la noche sola, ya que Jasper se encontraba en un viaje de negocios, ¡y como agradeció que su cuñado en realidad se encontrase lejos!, no podría sobrellevar esta situación con más testigos, ya se sentía lo suficientemente humillada, como para aguantar un par de ojos más, observándole con fingida lástima, cuando en el fondo todo cuanto sentían hacia su persona era aversión y reproche. Ella lo sabía mejor que nadie, nadie podría odiarle más en este segundo que ella misma.

Esa noche no pudo conciliar el sueño, todo cuanto podía ver era al doctor con expresión serena, mientras una sonrisa angelical baila sobre su rostro. Entretanto, un hermoso niño de ojos tan profundos y verdes como un bosque de jade le observaban con detenimiento, pero no había un ápice de reproche en su mirada, el pequeño angelito la veía con un amor tan profundo y verdadero que sentía su pecho desgarrado en carne viva.

¡¿Cómo podría amarla cuando ella le había matado?!

Continuó vislumbrando al ángel, tan hermoso e inocente. Sus pequeños y casi imperceptibles labios comenzaban a formar un tierno puchero.

¡¿Cómo puede un ser tan cándido y puro como ese hermoso niño nacer de un monstruo insensible como ella?!

Entonces su vista se desvió de esos profundos y tiernos ojitos verdes hacia el angelical doctor, su rostro siempre dulce hoy se mostraba más alegre que nunca, y sólo hasta ese momento reparó en lo que cargaban sus manos.

Sangre… y en ella el cuerpo desmembrado de…su hijo.

¡Quiso morir en ese instante, quiso que el cuerpo mutilado fuese el suyo, que la sangre derramada fuese la suya. Quiso ser ella quien pasase por ese dolor, quiso que el infierno la tragase y poder pagar de una maldita vez sus actos!

Y gritó, gritó desesperada en busca de una salida. Gimió y sollozó hasta que no quedaron lágrimas en sus ojos. Sin embargo, nadie acudió en su ayuda, no lo merecía. No merecía consuelo ni una maldita mano amiga, ella lo que necesitaba era terminar sola. Sí, sola.

Entonces, el escenario cambio demasiado rápido, estaban Edward y ella, ambos en la cama… su cabeza reposando sobre el pecho de él, ahogando en la piel sus sollozos. Aquellas manos sosteniendo las suyas con tanta dulzura mientras el resto de su cuerpo se encontraba rodeado por los brazos de Edward... pero ella no se encontraba ahí, no era más que un espectador de la escena.

Se veía triste, asustada…

— ¿Cariño, por qué lloras? — preguntó él con una paciencia sólo digna de un ángel como su esposo. Cada una de sus palabras destilaban tal nivel de dulzura que no pudo contenerse de correr a sus brazos y pedirle perdón. Se arrodillaría a sus pies de ser necesario, pero él no se inmutó. Su piel atravesó el cuerpo de él, como si se tratase de un fantasma.

— ¡No sé que hacer, Edward! — interrumpió su otro yo con evidente desesperación.

— Tranquila amor, sea lo que sea que te esté afectando lo superaremos juntos. — afirmó él con tono sereno.

— No, Edward, esto es demasiado grande, no creo que pueda superarlo. Yo… no estoy lista Edward ¡No lo estoy! — dijo nuevamente la otra Bella, y no fue hasta ese entonces que comprendió todo… Estaba reviviendo el momento en que le confesó a Edward lo de su embarazo.

— Bella, me estás asustando, dime que es lo que está sucediendo.

— Tengo que solucionarlo, tengo que impedir esto antes de que sea demasiado tarde— comenzó a decir, con tono tenso y del todo irracional. Quiso abofetearse ahí mismo, gritarse que estaba siendo una idiota insensible y egoísta, de ser posible haberse amarrado a la maldita cama, ¡lo que fuera necesario, con tal de evitar la muerte de su pequeño!

— ¿Qué es lo que debes impedir? Amor, por favor, explícame que te está preocupando, me estás asustando, no puedo adivinarlo Bella, necesito que me digas que pasa.

— Estoy embarazada, Edward. — una sonrisa enternecedora y orgullosa se situó en su rostro, su semblante se mostraba colmado de emoción, pero al parecer ella había preferido no verlo, ya que su otro yo se mostraba inmerso en sus propias inseguridades y miedos. Si, eso era típico de ella.

— ¿Estás segura, amor? — preguntó su esposo, y sólo ahora reparaba en lo esperanzados y brillosos que se veían las verdes esmeraldas que tenía por ojos.

— Sí, lo estoy, ayer me lo confirmó el médico.

— Tranquila cariño, todo estará bien. — No sólo había arruinado el momento, sino que en ese momento ella ya había optado. Ahora lo sabía, mientras aquel hermoso ángel se mostraba rebosante de dicha, Bella ya comenzaba a maquinar una a una las posibilidades que tendría para evitar que "aquello llegase a mayores", o mejor dicho, para darle fin a su embarazo.

— No, Edward. ¡No estará bien y lo sabes! ¿Y si no soy una buena madre?

— Lo serás, amor. Serás una madre maravillosa.

— No, Edward, no puedo.

Ese día su conversación no quedó sellada, pero sabía que Edward la respetaba tanto que prefirió callarse todo, a sabiendas de las opciones que ella barajaba le respetaba demasiado, y él era consciente de que el cuerpo era suyo, y por ende ella decidiría por ambos.

¡Cuan equivocados estábamos!

Ella, cegada por su egoísmo, y él… por ser tan comprensivo.

Despertó empapada en sudor, sorprendida por haber conseguido dormir y asqueada porque ni eso merecía, aún cuando se tratase de tormentosas pesadillas.

Durante toda la mañana se sintió molesta, se odiaba, la sola idea de observarse en el espejo le provocaba nauseas. Odiaba su propio reflejo, odiaba su voz, a sus padres por concebir una aberración como ella, al mundo por permitir su existencia y también odiaba a Edward. Sí, le odiaba por ser tan bueno, por hacerle ver más poca cosa de lo que ya era, por amarla aún siendo una vil basura.

Los días pasaron y no pudo retrasar más lo inevitable, Alice había insistido en llevarla al hospital para ver su estado, pero se negó, ni siquiera era merecedora de eso. Sería afortunada si la vida se encargaba de castigarla, no merecía una segunda oportunidad.

En cuanto vio a Edward supo que las cosas podían ser aún peores. En cuanto vio sus profundos e inocentes ojos verdes, la imagen de aquel niño que no llegó a nacer le caló hasta los huesos obligándola a apartar la vista.

No podría hacer eso… Se limitó a besarle, al menos de eso modo no vería el brillo en la mirada…

De esa forma se pasaron las siguientes semanas, ignorándolo de forma milagrosa. Evitándole el máximo posible, Edward no lo notó, y si lo hizo… no dijo nada.

Pese a que el aborto no trajo mayores consecuencias, no era un misterio para ella, que tener relaciones con Edward sería imposible, por lo que el hecho de no desearlo sólo le facilitó las cosas, nuevamente él no se quejó…

Se levantó de la cama dispuesta a terminar de una maldita vez con esa comprensión y cariño inmerecido. Con la idea en mente de que por fin comprendiese la bestia insensible que tenía por esposa. Y a la vez, para terminar de pagar su falta, jamás conseguiría hacer suficientes cosas para enmendar su error, pero al menos… Podría alivianar la carga.

Sabía que tarde o temprano el terminaría por notar su ausencia, le conocía demasiado, al menos en algo eran parecidos. Ambos dependían demasiado del otro, por ese mismo motivo debía abrir sus ojos, ella no podía permitir que su amor le siguiera cegando.

— ¿Cariño, que haces en el salón?

— Bella… amor, responde. — se encontraba demasiado absorta, en su masoquista labor de evocar el rostro de aquel niño tan hermoso e inocente al que le negó la oportunidad de tener una vida, un futuro…

— Tenía que despedirme, Edward…

— ¿Amor, de qué estás hablando?

— ¿Por que me dejaste solo en la cama? — Su ángel, su esposo, continuaba anteponiéndole por sobre todo… tenía que hacerlo, era ahora o nunca.

— Lo maté, Edward… El niño ya no existe…

— Bella, amor, tienes sueño aún… Estás hablando incoherencias por levantarte a plena madrugada. — él aún no lo comprendía, o no quería hacerlo… pero, en el fondo, algo en su interior le decía que en su corazón… el lo sospechaba desde hace mucho.

— ¡Aborté, Edward! — sus ojos se abrieron con horror, y pudo ver la asquerosa lástima reflejada en ellos… Yo no quería su pena, yo quería su odio, ¡quería lo que merecía, su aborrecimiento!

— ¿Cómo? ¿Cuándo?! — las verdes esmeraldas brillaban con el salino líquido contenido… él no se merecía esto, Edward no merecía el daño que le hacía su egoísmo e inmadurez.

— Hace una semana. — contestó indiferente. Cada palabra que brotaba de mi boca, desgarraba su corazón ya magullado con tormentosa agonía, pero se lo merecía.

— ¿Y por qué no me lo dijiste? — pensó en aquel frágil e indefenso pequeño, con el rostro angelical tal como se mostraba el de su Edward en estos instantes, y aquello me dio fuerzas para decir la gran mentira que soltaría a continuación, pero por sobre todo el hecho de que en algún momento fue una profunda verdad…

—No te incumbía.

— ¡¿Cómo puedes ocultarme algo así?! — sus manos se adhirieron a su cabello, como intentando arrancárselo. Edward se encontraba desesperado, en algún momento las lágrimas abandonaron sus ojos, y comenzaron a correr como caudales.

¡Le estaba haciendo tanto daño!

— ¡Es mi cuerpo, Edward! — debes dejarme, Edward, por favor… Vete, se feliz y haz tu vida, no te convengo, amor mío.

— ¡Pero es mi hijo de quien estamos hablando! ¡También formaba parte de mí!

— Da igual, ahora ya es tarde. — respondió, buscando en lo profundo de su ser un último indicio de valor para continuar con esa sarta de mentiras.

— ¿Cómo puedes ser tan fría? — preguntó su hermoso amado entre sollozos; Eso la estaba matando, pero era lo que merecía, no así su Edward. Sin embargo, era inevitable, sufriría de todas formas, con la verdad o la mentira, y ella optaba por la mentira. De ese modo no se vería atado a la mujer que destruyó su vida solo por el hecho de que perdió a su hijo minutos después de intentar abortarlo. No… por el contrario, tendría la excusa perfecta para partir de cero.

Como si fuese tan simple partir de cero después de perder un hijo…

Entonces lo hizo. Declaró las palabras que terminarían por sepultarle en el infierno.

— Siempre he sido igual Edward, sólo que tu estabas tan cegado por el amor que me tenías que te negabas a verlo.

Pudo ver con claridad la expresión atónita en el semblante de Edward, como rogando a todos los dioses el por favor haber oído mal. Pero no era así, él había escuchado a la perfección, la más grande de las blasfemias, pero el no tenía porque saberlo.

— No puedes estar hablando en serio. — sabía que le costaba creerle, ¡Dios, Edward, déjame, por favor, sé libre , no me obligues a mentirte más!.

— Nunca he hablado más en serio en toda mi vida.

— Tú…tú no eres la mujer de la cual yo me enamoré. — respondió en un hilo de voz después de soltar un largo suspiro.

— ¿Vas a dejarme? — preguntó Bella, evitando sonar demasiado encantada con la idea, pero al parecer no funcionó, y él notó su evidente entusiasmo.

— ¿Eso quieres? — preguntó desconcertado

— No, no quiero, pero si tú deseas hacerlo no te detendré...

— ¡Basta ya, Bella! ¡Maldita sea! — soltó exasperado, y vaya que tenía razón, ella si que estaba maldita, era un maldito demonio. Merecía todo lo que le había pasado y más… Por la sencilla razón de que ella lo había buscado.

— Si que lo soy. Soy un monstruo.

— No sigas, no juegues a ser la victima porque no caeré.

— ¿Quien ha dicho que lo soy?

— ¡¿Por qué no me consultaste, Bella?! ¡Esa decisión nos competía a ambos!

— Porque me hubieses detenido, porque soy cobarde. Porque soy lo suficientemente egoísta para reconocer que no lo planeé, yo no pedí este hijo, no estoy lista ni para ser madre ni para compartirte. Soy demasiado joven, no sería la madre que él o ella hubiese merecido.

Mintió una y otra vez, tantas veces, durante tanto tiempo, que terminó por convertirlas en una verdad al creerlas yo misma. Mintió deseando que él le dejase, mintió intentando expiar de ese modo sus culpas, mintió por que la verdad era imposible de asimilar, mintió por que era más fácil culparse que jugar a ser la victima.

Mintió… y se equivocó.
------------------------------------------------------------------
Otro talentoso capitulo de mi querida Liss (Cunning Ange


10 comentarios:

LISY dijo...

Cunning Angel, he leido tu historia y mereces todo mi respeto porque en verdad que sabes escribir muy bieny la trama es buenisima. Te felicito y te seguire leyando.

Todas las escritoras de el blog son buenas, por algo Coka las invita y escoje como sus companeras de pluma.

Besos y abrazos

LISY

Bell.mary dijo...

Que capitulo tan fuerte, ahora entiendo el porque Bella se comportaba asi con el, ella se sentia culpable y la mejor manera que encontro fue mentirle para alejarlo lo malo fue que se equivoco y eso lo traera grandes consecuencias.
Cunning Angel dejame decirte que escribes fenomenal esta historia me encanta lei todos los capitulos anteriores y en verdad ansiaba seguir leyendola, espero pronto leer otro capitulo........
Besos

nydia dijo...

dios mujer este capitulo esta maravilloso y eso le quedaria corto al fin entendi la aptitud de Bella ,ahora esta pagando las consecuancias de las mentiras....Sigue asi linda....Besos...

Datos Personales dijo...

No encuentro el cap 8!! porfa si alguien me pasa el link... estoy desesperadaaaa llegue hasta el 7 y quiero massss

Lupita dijo...

Woow, qué capitulo tan fuerte y lleno de drama!! Qué mal debe estar pasándoselo Edward y ella también. Gracias por tan maravilloso capitulo, porfa publica pronto el siguiente!!
Chao!

Lupita dijo...

Woow, qué capitulo tan fuerte y lleno de drama!! Qué mal debe estar pasándoselo Edward y ella también. Gracias por tan maravilloso capitulo, porfa publica pronto el siguiente!!
Chao!

Lupita dijo...

Woow, qué capitulo tan fuerte y lleno de drama!! Qué mal debe estar pasándoselo Edward y ella también. Gracias por tan maravilloso capitulo, porfa publica pronto el siguiente!!
Chao!

Lupita dijo...

Woow, qué capitulo tan fuerte y lleno de drama!! Qué mal debe estar pasándoselo Edward y ella también. Gracias por tan maravilloso capitulo, porfa publica pronto el siguiente!!
Chao!

Lupita dijo...

Woow, qué capitulo tan fuerte y lleno de drama!! Qué mal debe estar pasándoselo Edward y ella también. Gracias por tan maravilloso capitulo, porfa publica pronto el siguiente!!
Chao!

L dijo...

no puedo ver los capitulos anteriores me quede en el 3 Y_Y porfis ayudenme!!