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jueves, 27 de enero de 2011

Traicion Imperdonable- capitulo 5 (Cunning Angel)



Edward y Bella conforman un joven matrimonio, padres de la pequeña Nessie son testigos de cómo un engaño termina por devastar lo poco que les quedaba

¿Se puede salir adelante después de una traición imperdonable?



Original de Cunning Angel

Capítulo 5

El ruido de loza cayendo al piso le despertó. Abrió sus ojos sólo para encontrarse a su esposa con sus manos cubriendo su rostro mientras la taza de café yacía derramada sobre el piso quebrada en cientos de pedazos.
Un hilo de sangre comenzó a correr por sus manos y no pudo contener el impulso de protegerla.
Corrió hacia ella y quitó las heridas manos de su rostro. Ella le observó asombrada, pero a diferencia de lo que él pensaba no lo alejó.
Sus miradas se encontraron y se reconocieron. Se quedaron observándose por un par de minutos.
Los preciosos orbes de su mujer le negaban toda respuesta que él anhelase conocer, eran una verdadera muralla escondiendo cualquier emoción que pudiese ella sentir bajo ese manto de indiferencia.
Ella continuaba usando su camiseta de dormir. Obviamente este lucía en ella mil veces mejor, ya que aquel atuendo dejaba muy poco a la imaginación. La extrañaba…
Bella no tenía idea de la falta que le hacía.
Su vista bajó desvergonzadamente por aquel cuerpo, deleitándose de forma soberbia ante tal magna vista.
Ella notó la forma descarada en que se la comía con los ojos y lo que le hizo enloquecer de deseo.
Un precioso rubor le inundó sus mejillas, el mismo que le era ajeno hace más de tres meses.
Aquellos destellantes luceros achocolatados se negaban a levantar la vista, demostrándole que se sentía tan incomoda como él. Sólo que en su caso la incomodidad y nerviosismo eran producidos por las abrasadoras ansias que tenía de poseerla, en cambio ella…
Bella debía encontrar este momento patético y absurdo, claro está, si é le era completamente indiferente. Aquel ángel no lo amaba y él no podía culparla por eso.
Después de todo, no se puede forzar al corazón ¿no?
No podía obligarla a que lo amase.
Sin contenerse más deslizó un mechón rebelde de su cabello marrón y lo ubicó tras su oreja. Al instante su respiración se aceleró y por un instante su corazón volvió a la vida.
Tal vez no tendría su amor, pero al menos su cuerpo seguía deseándolo. Recién reparo en lo cerca que estaban.
En un acto de estupidez y valentía se acercó hacia ella, temiendo que en cualquier momento su mano colisionase con ímpetu contra su rostro.
Pero aquello no sucedió, por el contrario fue Bella quien terminó por eliminar los centímetros que los distanciaban y posó los dulces y tiernos labios contra los suyos.
Sabían tan dulces como él los recordaba, su roce era suave y cálido. No había perdido esa nota de inocencia con el correr de los años y él no podía sentirse más agradecido por eso.
Sus bocas se reconocieron al instante, degustando con la lengua la esencia del otro, probándose, coqueteándose, entregándose…
Absorbió su labio inferior disfrutando del placer de una caricia, lo succionó y lamió hasta dejarlo rojo e hinchado. Por un segundo abrió sus ojos sin romper el beso y observó a mi esposa.
Los ojos de su mujer se encontraban apretados, evitando que se escapasen traicioneras lágrimas…
Bella estaba conteniendo el llanto. Sin embargo, no había tenido la fuerza para romper el beso. Pues bien, Edward tampoco la tenía.
Como si se tratase de un joven atrevido se aventuró a ir más lejos, recorriendo con sus manos la cintura de su esposa, aquello que le correspondía por derecho hoy le parecía de lo más irreal.
Deslizó sus manos por las suaves y esbeltas piernas. Comenzó a acender hasta la zona donde comenzaba a cubrir su camiseta. Con osadía introdujo msu mano bajo la prenda acariciando con devastador deseo aquellos muslos.
Le necesitaba tanto…
Desvió su mano hacia el exquisito trasero de ella, lo acarició con tanta ansia que creyó que estallarían ambos de placer. Su esposa poseía un cuerpo escultural y perfectamente formado a pesar de haber dado a luz. No solo era hermosa, sino que todo el cuerpo de aquel ángel estaba hecho de una forma tan sublime que cada vez que hacían el amor no cabía duda de que estaban hechos el uno para el otro, la armonía con que sus cuerpos encajaban era gloriosa.
Dispuesto a tomarla ahí mismo en la cocina liberó sus exquisitos glúteos y dirigió su mano hacia la cálida zona de su cuerpo, la misma que cierta parte de su anatomía pedía a gritos sentir.
Todo su ser suplicaba aquel contacto, pero como no la suerte no estaba de su lado y Dios… hace bastante tiempo que había dejado de creer en él. Todo se fue a la basura en cuanto el agudo llanto de su hija los sacó de aquella burbuja en la que se encontraban sumergidos.
Y, cómo si se tratase de dos extraños, se separaron al instante, cayendo en el devastador mundo de la realidad.
Una muralla invisible se abrió paso entre ellos y por acto reflejó jaló a Bella hacia el fregadero, puse la mano de ella bajo el agua y sin emitir sonido alguno la mantuvo ahí. Logrando que la sangre dejase de correr y de paso actuando como si lo que acababa de ocurrir no le hubiese afectado de la forma en que lo hizo.
— Iré a ver a Nessie, no te muevas de ahí para que el agua consiga refrescar la herida—
Sin esperar respuesta partió a la habitación de su pequeña convertido en un manojo de nervios.
¡¿Cómo pudo ser tan estúpido?!
Cargó a su hija en brazos y la meció intentando que su llanto disminuyese, pero no hubo caso. Se dirigió a la cocina y Bella se encontraba en el mismo sitio donde él la había dejado. Sólo que había aprovechado de preparar la leche de su nena.
Ninguno de los dos se atrevió a mirar al otro, parecían un par de niños jugando a ser grandes, pero aquello no era mucho peor. Al hacerte adulto los sentimientos pasan a un segundo plano y te dejas llevar por orgullo y el rencor.
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— ¿Cómo? ¿Cuándo?!
— Hace una semana.
— ¿Y por qué no me lo dijiste?
—No te incumbía.
— ¡¿Cómo puedes decirme algo así?!
— ¡Es mi cuerpo Edward!
— ¡Pero es mi hijo de quien estamos hablando! También formaba parte de mí.
— Da igual, ahora es tarde.
— ¿Cómo puedes ser tan fría?
— Siempre he sido igual Edward, sólo que tu estabas tan cegado por el amor que me tenías que te negabas a verlo.
— No puedes estar hablando en serio.
— Nunca he hablado más en serio en toda mi vida.
— Tú…tú no eres la mujer de la cual yo me enamoré.
— ¿Vas a dejarme?
— ¿Eso quieres?
— No, no quiero, pero si tú deseas hacerlo no te detendré...
— ¡Basta ya Bella! ¡Maldita sea!
— Si que lo soy. Soy un monstruo.
— No sigas, no juegues a ser la victima porque no caeré.
— ¿Quien ha dicho que lo soy?
— ¡¿Por qué no me consultaste, Bella?! Esa decisión nos competía a ambos.
— Porque me hubieses detenido, porque soy cobarde. Porque soy lo suficientemente egoísta para reconocer que no lo planeé, yo no pedí este hijo, no estoy lista ni para ser madre ni para compartirte. Soy demasiado joven, no sería la madre que él o ella hubiese merecido.
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Ignoró la barrera que se había levantado entre ambos y depositó a su hija en los brazos de su mujer, su hija.
Mientras Bella alimentaba a la pequeña pudo ver con detalle el rastro de dolor que el tiempo no había logrado curar.
— Deja de hacer eso.
— ¿Hacer que?
— Maldita sea Edward, deja de mirarme de esa forma. — en ese instante agradeció que su angelito se hubiese quedado ya dormida entre los brazos de su madre.
— ¿Puedes bajar la voz? Nessie se ha quedado dormida.
— ¿Crees que no sé que ella duerme? Por favor ¡soy su madre! Por supuesto que sé cuando duerme y cuando no. ¡No soy la incompetente que crees, Edward!
— Yo no he dicho que lo seas, ni mucho menos he cuestionado tus habilidades como madre. Simplemente te pido que bajes el volumen si no quieres que nuestra hija despierte llorando.
Bella salió disparada de la cocina y al instante supo que aquello estaba muy lejos de acabar.
Tal y como imaginó ella sólo había ido a recostar a su pequeña, sus ojos la delataban. Bella venía convertida en una furia. Antes de que llegase se encerró en el baño.
¡Demonios! Estaba necesitando una ducha desde anoche.
Una vez había quitado de su cuerpo todo vestigio de lo acontecido salió, eliminando de su mente todo recuerdo que pudiese hacerlo retroceder.
Ángela…
Cuando llegó a la habitación de huéspedes, para vestirse, el silencio reinaba en la casa. Buscó a Nessie y por consecuencia a Bella.
No había rastro de ninguna de las dos. Demonios… el día recién comenzaba.
Se vistió y dispuso a ir al trabajo, para su fortuna y desgracia, su secretaria no se presentó a trabajar.
Llegó a casa sólo para encontrarse a su mujer sentada en el sofá del salon. Ella vestía un pijama un tanto infantil, de tonalidades rosa, pero aún así se veía increíblemente sensual.
Era doloroso tenerla tan cerca y tan lejos a la vez. Podían estar a solo centímetros de distancia, pero era como si una maldita muralla se levantase entre ambos, manteniéndolos a kilómetros lejos del otro.
Antes de siquiera darle la posibilidad de decir un hola ella se le adelantó. Rompiendo toda mísera oportunidad de entablar una conversación de forma civilizada.
— Nessie no está, la lleve donde mis padres. Así que no pierdas tu tiempo buscándola.
— Bella, vengo recién llegando del trabajo. He soportado todo un maldito día de quejas y reclamos, ¿Podrías darme al menos un segundo para respirar?
— ¿Cómo puedes ser tan cínico?
— ¿Perdón?
— Eres un cobarde.
— Buenas noches Bella. — respondió con la clara intención de dirigirse al dormitorio; pasó de largo la cocina, había perdido el apetito.
Una pequeña mano se ciñó con fuerza a su brazo obligándole a girar. Obviamente no hubiera sido difícil liberarse, pero había comprendido su intención.
— ¿Por qué insistes en mantener ese papel de fingida educación? ¡Deja de hablar con cortesía y discute conmigo! ¡Aclaremos las cosas de una maldita vez!
¿Ella quería hablar? Hablaríamos…
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— ¿A que te refieres con que tienes un atraso? — en realidad él sabía muy bien lo que eso quería decir.
— Bueno, por lo general soy regular, aunque no lo sé. Tal vez podría ser sólo un error; de todas formas me haré un test para salir de dudas— dijo nerviosa la muchacha. Él estaba al tanto de que aquello solo podría significar una cosa…
— ¿Qué piensas hacer si el resultado da positivo? — inquirió nervioso. Sin embargo, su voz sonaba calmada y su semblante reflejaba completa seguridad.
— Bueno... yo… no sé, no lo he pensado.
— Estamos hablando de mi hijo, Ángela. — no podía permitir que le hiciese daño a su pequeño, o pequeña. No perdería a un hijo por segunda vez.
— No permitiré que cometas una locura ¿me entiendes? —le susurró en la oreja mientras sus brazos la atraían súbitamente hacia su cuerpo. Ella jadeó por la sorpresa y él por su acto involuntario.
— No puedo dejarte hacer eso, no cometas un error, Ángela… no lo hagas. — él musitó contra la tibia carne de su cuello.
— No me prives de esta nueva oportunidad que me da la vida. — gimió mientras sus manos recorrían con hambre su entrepierna, quitó la falda de forma torpe y sentó de forma descuidada a Ángela sobre su escritorio. Arrancó sus bragas negras y se posicionó entremedio de sus bien torneadas y tentadoras piernas.
— Te necesito— susurró antes de bajar sus pantalones y rozarle su intimidad con su excitado sexo. Deslizó sus boxers y tomó el condón que había comprado hace unas pocas horas en la farmacia de la esquina y sin pensárselo dos veces se introduje en ella.
Ángela se aferró a su cuello con aquellos largos y delgados brazos. Las hermosas piernas rodeaban su cintura mientras él la embestía con ímpetu. Su cavidad lo recibía en todo su esplendor y disfrutó de un orgasmo del que ni siquiera había gozado la primera vez que la había hecho suya.
Comenzó a temer por el extraño sentimiento que se estaba formando en su corazón. Cada vez sentía más lejana a Bella, pero por otra parte Ángela lo confundía en demasía.
Y ahora que había vuelto a deleitarse con su cuerpo se sentía más dependiente de ella, como si fuera una droga. Una especie de adicción enfermiza. Mientras más se sumergía en su piel más la necesitaba.
— ¿Qué clase de hechizo me hiciste? — Preguntó en un hilo de voz mientras la penetraba una y otra vez sin darle tregua. Ella sonrió complacida y aumentó la presión en sus piernas, meciéndose contra su sexo.
— Me vas a matar— gimió preso del éxtasis antes de tocar por segunda vez el cielo en sus brazos. Se dejó caer rendido descansando su cabeza en su hombro, sus manos apoyadas en el escritorio, rodeando su cuerpo, impidiendo que se escapase de su control. Formando una verdadera prisión con su cuerpo.
Estuvieron así un par de minutos, esperando que la respiración retomara su curso normal. Descansando en los brazos del otro y en el confort que aquello les proporcionaba. Él no amaba a Ángela, pero estaba seguro que no sería difícil enamorarse de ella.
¿Quería que ésto sucediese?
¿Permitiría que sus sentimientos llegaran tan lejos?
— Tengo que irme— la dulce voz de su secretaria interrumpió sus cavilaciones. Salvándole de tomar una decisión precipitada.
— ¿Quieres que te lleve?
— Edward, preferiría que no. Mira, seré honesta contigo, llevó meses enamorada de ti. Sin embargo, no soy ciega, y es obvio que aún sigues enamorado de tu mujer, y ya es suficientemente horrible cargar con el remordimiento de haber cedido a mis impulso, no una ni dos, sino tres veces.
— ¡Tres malditas veces! Yo te amo, sé que eso no me justifica, pero al menos es una excusa mucho más válida, pero tú… Edward podrás ser mi jefe y te respeto por eso, pero no puedo negar lo que es obvio. Tu has estado conmigo por necesidad, no sé que clase de problema estarás atravesando en tu relación con tu esposa, pero está claro que lo nuestro no ha sido más que deseo desenfrenado, al menos por tu parte.
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IMPOSIBLE, una ola de alivio le embargó cuando despertó con su cuerpo impregnado de sudor, pero no se debía sólo a la pesadilla que acababa de tener. Sino al frágil y delgado cuerpo que yacía entre sus brazos.
Sus mejillas se encontraban sonrosadas, producto de la alta temperatura que envolvía a sus cuerpos.
— Te amo— susurró en su oído, antes de remover los mechones castaños del rostro de ella.
Presionó su cuerpo desnudo contra el de su esposa y envolvió su cintura con mayor fiereza, como si su vida dependiese de eso...No quería perderla…
Ella se estremeció entre sus brazos, pero lo hizo de forma inconciente ya que se encontraba profundamente dormida.
Lo sabía porque hablaba en sueños. Ella murmuraba su nombre, se sintió un idiota por no haberse percatado de eso antes. Sabía que su ángel le llamaba en sueños, pero eso pertenecía a tiempos pasados, sumido en sus propios recuerdos y resentimientos se cegué a tal punto que se negó a ver lo que era obvio…
Ella lo seguía amando…
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Chicas recuerden este capitulo es gentileza de Cunning Angel para su deleite.

12 comentarios:

Shalom Malakh (juli) dijo...

pos que puedo decir el capitulo esta bastante bien pórque ed y bell se areglaron al final pero que estup... hombre preño a la secre y la sigue posellendo..... bueno los hombres son asi... :P
att.shalom

coki cullen dijo...

totalmente deacuerdo....vale que te haya pillado en mal momento la primera vez..pero no sigas hombre!!!! jajaja bueno parece que se arreglan....me gusta esto....

Lizzy dijo...

Hermoso capitulo aunque un poquitin enredado ya que muchas veces no sabia si hablaba de la esposa, de la amante o de un sueño pero bueno creo que logre entenderlo.
Cuidate mucho y nos leemos siempre...
http://miangelpersonal.blogspot.com/

lauriii!!! dijo...

peo porq le pone el cuerno???, y encima ni siquiera es por amor! peo como dice julibeth los hombres son así!hermoso capi, nena! Besos!

Anónimo dijo...

HOLA SOY ASHLEY,ME ENCANTA MUCHO ESTA HISTORIA, CUANDO PUBLICARAS EL NUEVO CAP, YO QUIERO SABER COMO SIGUE LA RELACION ENTRE EDWAR Y BELLA, COMO TERMIRA ESE TRIANGULO CON ANGELA...
MUY BUENA DEFINITIVAMENTE BUENA...

nydia dijo...

Que bien q se hayan reconciliado pero q pasara cuando Bella se entere de su traicion y q pasara si la secre esta embarazada dios sera un gran lio ...Me encanta esta historia y gracias x escribir...Besos desde Ecuador..Cuidate...

auramont dijo...

me encanta como escribes tienes una sutilesa para narrar las esenas de sexo y enfrentar los poblemas de las relaciones humanas, leo tu fic y mis recuerdos de tiempos pasados me acompañan sentimientos tan conocidos tan desgarradores te felicito me encanta tu manera de escribir con demaciado sentimiento , te invito a leer mi fic el despertar de bella (auramont.blogspot.com) estoy segura te gustara

Leticia dijo...

Que decir... es diferente ver a Edward y Bella es estas situaciones pero me gusta que se hayan recociliado. No puedo esperar para saber como sigue... Besos y gracias por regalarnos estas historias.

Anónimo dijo...

la historia esta buena ojala y no tardes en publicar el proximo cap...........besitos

L dijo...

porfisss porfisss no te tardes mira q ahhh nezezito leer XD lo q zigue plissss !!! gracias exelente tu trabajo

ivonne dijo...

noooooo
esta historia me encanta no puede ser k ahiga embarazado a angela vaya tienen razon en decir k los hombres son asi peero ashhhh y cuando se entere bella

ELIANA dijo...

esta muy bueno...quiero leer el otro capitulo..no te demores esta genial :P