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martes, 20 de marzo de 2012

Traicion Imperdonable- Epilogob(Cunning Angel)

Edward y Bella conforman un joven matrimonio, padres de la pequeña Nessie son testigos de cómo un engaño termina por devastar lo poco que les quedaba

¿Se puede salir adelante después de una traición imperdonable?

Epílogo (Final)

Original de Cunning Agel


 — ¡Nessie! ¿Cuántas veces tendré que decirte que no juegues a la pelota? ¡Mira tu vestido! Lo has ensuciado todo.
— Bella, no es para tanto. Sabes perfectamente que la niña lo hará de todas formas. — intercedió su esposo.

— Aún así, no pierdo las esperanzas. — confesó Bella en un suspiro

— Lo siento mamá, no lo haré más— susurró su pequeña, mientras se escondía tras el enorme cuerpo de su padre.

— Ve a cambiarte corazón, yo me encargo de mamá— confesó él mientras le guiñaba el ojo con complicidad.

— A veces pienso que ustedes se confabulan en mi contra— admitió mientras se giraba hacia el lavavajillas, y continuaba con su cometido, el que se había visto abruptamente interrumpida, cuando su pequeña de siete años ingresó a la cocina, dejando un horrendo camino de fango.

— Tú piensas demasiadas cosas— susurró su esposo en el oído de ella, llevándose el lóbulo de la oreja hacia su boca, y succionando tenue, tierno y seductor. Bendiciéndole con el calor de su aliento, desvalijando su compostura, y estremeciendo de placer su humanidad.

Las fuertes manos de él se ciñeron a la cintura de Bella, atrayéndola con súbita fiereza a el cuerpo de él y dejando en claro el estado en que se encontraba.

— Te deseo, cuando estás molesta y cuando estás feliz, cuando te sonrojas y cuando frunces el entrecejo. Te amo tanto que aún no termino de creer que me hayas permitido formar parte de tu vida.

La sinceridad que destilaban sus palabras le provocó deseos de llorar, nunca terminaría de comprender cómo fue que terminó mereciendo a un hombre tan perfecto a su lado.

— No sabes lo feliz que me haces— confesó girándose dispuesta a besarle, pero en ese instante apareció su preciosa princesita interrumpiéndolos, para variar.

— ¿Qué tal me veo? — preguntó Nessie con evidente molestia, y es que ella odiaba usar vestidos.

— Te ves sobrenatural, pareces una diosa amor— se adelantó su esposo, para al segundo separarse de su lado y correr a los brazos de su hija, hija de ambos. Porque si bien Edward y Renesmee mantenían una buena relación, Emmett la había criado desde los cuatro años, y aunque jamás intentaría quitarle el lugar a Edward, Nessie lo amaba como un padre más.

El comenzó a dar vueltas con Nessie aún entre sus brazos, hasta que el claxon de un Volvo los hizo detenerse.

— ¡Ya llegó! — gritó eufórica su pequeña, y la sonrisa en los labios de su tierno marido no desapareció. Cómo adoraba que fuese tan consciente y comprensivo. Amaba a su hija como si fuera propia, y no la celaba en absoluto, alivianándole a ella una carga que le sabía imposibilitada de sobrellevar.

La puerta se abrió y no necesitó girarse para adivinar que su pequeña saltaría emocionada a los brazos de Edward.

— ¡Papá! — dijo su hija, y por primera vez en cuatro años su corazón no se estremeció al oír como su musical y aterciopelada voz le decía "mi niña", aquella palabra que sólo guardaba para ella. Y que desde hace ocho años, al nacer aquella pequeña compartió con ella.

Se giró para unirse a la fiesta que mantenían los tres en esa sala, y lo que observó de seguro hubiese hecho llorar al más insensible de los hombres. Su esposo y Edward acostados sobre la alfombra, con su adorado diablillo caminando sobre ambas espaldas.

— Mira mami, soy la reina, observa como mis súbditos se rinden ante mi autoridad. — afirmó, con falsa soberbia. Y sí, por extraño que pareciese, la convivencia entre ambos era pacífica. Edward se quedaba con Nessie los fines de semana y festivos, también solían disfrutar juntos las vacaciones de invierno y cierta parte de las de verano.

Era tan extraña esa sensación agridulce que le dejaba él cada vez que iba allí, y desde lo más profundo de su corazón le había perdonado, le deseaba lo mejor. Su parte egoísta se alegraba de que él gozase de tiempo para entregárselo a su hija en un cien por ciento, pero a la vez, le apenaba que no hubiese sido capaz de rehacer su vida, conseguir una mujer, un hogar.

Y sería cínica si dijese que en algún momento no le deseó el mal, por minutos en verdad creyó odiarlo. Pero ese día, viendo la vida con otros ojos, con una perspectiva que sólo es otorgada por el tiempo, enamorada con locura, como ella sabía que estaba, sólo podía sentir pena por el hombre que alguna vez creyó amar. Porque de nada le valía que aún le amase, no cuando todo sentimiento amoroso que profesó por quien antaño llamó esposo, se había visto reducido a cenizas.

— Amor, quítate de encima de ambos, y pídeles disculpas. No se debe tratar así a las personas— la regañó con su tono más serio, por mucho que aquello le causase un poco de gracia, no ayudaría mucho comenzar a carcajearse de lo cómico que se veían ambos. Cuando su pequeña necesitaba ser corregida.

— Déjala, después de todo es igual a su madre, les encanta someter a los pobres hombres a su voluntad— bromeó su esposo. Y al instante la mirada dolida de Edward se entrecruzó con la suya, años atrás la culpa le hubiese corroído, pero ese día no. Había sanado, cada una de sus heridas había sido cicatrizada gracias al hombre que actualmente la acompañaba. Emmett era el único que conocía la verdad, toda su verdad.

A regañadientes su hija se bajó de su "alfombra humana", obviamente no le quedaba otra opción después de la mirada reprobatoria -y "asesina" cortesía de Emmett- que le propinó.

— ¿Estás lista pequeña? — inquirió Edward, mientras se sacudía las pelusas de su ropa e intentaba con torpeza arreglar en algo su enmarañado cabello, y aquello le pareció tan irónico, cómo es que las cosas que hace diez años la enloquecían, ese día le parecían tan burdas. Su cabello rebelde se le hacía tan fuera de lugar, sus facciones marcadas le parecían hoscas en comparación a la sensualidad y ternura que destilaba el rostro varonil y sereno de su actual esposo.

El tiempo… Sólo eso había conseguido insensibilizarla a los efectos que Edward solía causar en ella.

— No olvides las galletas que hiciste, las dejé en un recipiente junto al microondas. — le recordó Bella a Nessie, mientras esta asentía en dirección a su padre.

Corrió como si en ello se le fuese la vida, tomó sus creaciones gastronómicas y corrió a los brazos de Edward.

— Son para Esme y Carlisle, mamá cortó los bordes, porque se me habían quemado, pero no están tan malas papá, Emmett se comió cinco.

Al oír ello Edward le sonrió con ternura a su hija, pero a diferencia de su esposo, pare él era verdaderamente difícil asumir las cosas. Saber que Emmett pasaba más tiempo con su hija era una de las tantas cosas que aún no terminaba de aceptar, y sí, en efecto, las cosas sucedieron de modo sorpresivo. Sin embargo, en su defensa se puede decir que jamás imaginó que el ex novio de su amiga, a quien consoló durantes meses tras su ruptura se convertiría en su futuro, en su pilar, quien le demostraría que se puede volver a amar, a creer, a confiar.

— Ya es hora de irnos, Esme ha de estar esperándonos. Recuerda que hoy Alice irá de visita— respondió risueño, pero fingido, al menos para ella quien conocía a la perfección cada detalle o gesto, ya sea de nerviosismo o molestia.

Su tesoro se acercó a Emmett y le plantó un sonoro beso en la mejilla, mientras este sonreía agradecido. Luego se acercó a ella y se refugió en su pecho, sabía que pese a todo por mucho que ellos lleven la relación lo más saludable posible, su niña inconscientemente se veía dividida, y ella no podía culparla por ello.

— Pórtate bien, tesoro— susurró antes de besar su frente y ver como esta corría al Volvo.

Para ese entonces Emmett había dejado la habitación, para ver el partido y también para darles un poco de privacidad a Edward y a ella.

— Hola— saludó nervioso. Y cómo lamentó que justamente ese día después de cuatro años de haber terminado, él aún no fuese capaz de olvidarla, lejos de sentirse orgullosa le provocaba profunda desazón.

— Hola— respondió cortés. Intentando no sonar demasiado alegre, pero tampoco fingir un dolor que evidentemente no sentía.

— Te ves bien…— afirmó mientras hacía un gesto con la mano, haciendo gala de su indumentaria. Claramente su ex esposo tenía un serio problema para improvisar una conversación, sobre todo por que su ropa consistía en un traje deportivo y un delantal, que había utilizado para lavar la loza.

— Gracias — sonrió por educación, y sinceramente ya comenzaba a incomodarle esa costumbre habitual que había desarrollado cada vez que venía por Nessie.

— Edward yo-

— Lo siento, no quería incomodarte, es sólo que en verdad te ves preciosa— confesó interrumpiendo su réplica. Y sí, ella tendría que ser una estatua de hierro para no sentirse mal por el devastado ser en el que se había convertido el hermoso joven que tiempo atrás robó cada uno de sus suspiros.

Se acercó hasta él con lentitud y tomó su mano, sabía que Emmett podía volver en cualquier momento, pero la conocía demasiado para desconfiar de ella. Sobre todo por que sabía a la perfección que para ella, Edward verdaderamente era un asunto superado.

—No nos hagas esto, no te sigas dañando, tienes que seguir con tu vida, por ti, por Nessie.

La mano de él hizo un pobre intento de acariciar su rostro, pero lo esquivó, soltando su mano en el acto.

— No Edward, entiéndelo. Por favor.

— Lo sé— suspiró avergonzado antes de girarse hacia la puerta y reunirse con Nessie en el interior del Volvo…

Y aquello dolió, no por ella, si no por él. Cómo hubiese deseado que él tuviese su final feliz.

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Asi esta historia chicas llego a su final, agradezco a Cunning la oportunidad de darnos esta historia que nos obliga a mirar a Crepusculo desde otra perspectiva, digamosle adios a Cunning y muchas gracias por dejarnos saborear su talento en esta humilde casa... Te queremos!!!!

7 comentarios:

nydia dijo...

OMG me sorprendio este final ,me dejaste sin palabras ,ademas me encantoooo...Gracias nena y sigue asi....

Bell.mary dijo...

Hola me sorprendio este epilogo, cuando habla de su esposo tuve la ilusion de que fuera Edward, pero me sorprendi al ver que era Emmett, un gran final, sin duda nos deja el aprender que a veces los errores que cometemos no tienen vuelta atras ya no se puede reparar algo que esta tan destruido, y creo que asi sucedio con la relacion de ellos, me dio tristeza ver el sufriemiento de Edward porque esta tan solo pero asi es la vida y hay que seguir adelante como le dijo Bella,,,,,,,,
Gracias Cunning me encanto esta historia, fue un final inesperado, siempre queremos verlos juntos, pero ni modo la vida real es asi no siempre hay un final feliz.....
Besos

kdekrizia dijo...

Real como la vida misma, aunque reconozco que me hubiera gustado más el tradicional, pero reconozco que este es mucho mejor.

Anónimo dijo...

Espectacular el capitulo y la historia ni hablar, muchas gracias por compartir su talento y esperando una nueva historia, saludos.
Ma. Veronica

María Lourdes dijo...

Muy bueno el final....de todo esto se deduce que ciertas heridas y ciertos daños perduran en el tiempo y que son insuperables para nuestra desgracia....lo único que nos queda hacer en esos casos es seguir adelante con nuestras vidas, intentando recomponer los pedazos de la misma....me sorprendió saber que el esposo era Emmett; por un momento tuve la ilusión de que fuera Edward...pero bueno, no todo es posible.
Muchas felicidades!!!! Me encantó :)

QuinnCullen dijo...

yo tambien pense q Edward seria el esposo y pensaba¿como lo perdono?pero no al final fue Emmett, creo q nadie se lo esperaba..me podria esperar de Jacob pero de Emmett!!wooww me sorprendiste..se q no es lo tradicional pero igual me gusto la historia!!!

Anónimo dijo...

Me encanto,como decirlo,es realista. A veces hay eridas q no pueden ser sanadas, pobre edward se quedo solo. El amor no lo perdona todo