Son tres amigas inseparables que se deleitan compartiendo sus aventuras y secretos.
Pero su última apuesta será la más arriesgada de todas: cada una debe acostarse con cualquier hombre que las otras dos escojan para ella… y luego relatar todos y cada uno de los jugosos detalles.
Atrevida Alice
Capítulo 4
Adaptación de Krizia
El beso de Jasper dejó a Alice sin aliento, su boca se fue
apoderando lentamente de sus sentidos hasta que la cabeza empezó a darle
vueltas. Las manos de él vagaron por su cuerpo, excitándola cada vez más. Y las
bragas seguían estando en algún sitio entre los muslos y las rodillas.
No acababa de creerse que él le hubiera provocado un orgasmo allí
mismo, en el laberinto.
Que la hubiera acariciado entre los muslos y penetrado con los
dedos hasta que ella se había corrido sobre su mano. ¿Es que había perdido su enloquecida
cabeza? No, no lo había hecho. O tal vez sí. No le importaba, porque aquella
noche estaba haciendo realidad las fantasías tantos años contenidas.
La pareja del mirador se arregló la ropa, se besó y se marchó
furtivamente. Jasper la apretó contra el seto, ocultándolos a ambos a los ojos
de la pareja. Ella le sonrió, preguntándose qué estaría pensando él de ella.
¿Que era demasiado osada y desinhibida, tal vez?
No, a juzgar por la expresión hambrienta de su rostro, la forma en
que sus manos continuaban vagando por su espalda y su respiración jadeante, lo
dudaba.
El pene, todavía endurecido, descansaba contra su cadera. Ella se
había corrido, pero él no.
Y deseaba tenerlo dentro, ahí fuera, en el club, igual que la otra
pareja. ¿Se atrevería a sugerírselo?
¿Y si se negaba?
¡Acaba de una vez Alice! Él acababa de penetrarla con los dedos, tenía el pene tan duro
como el acero, y no había tenido ningún reparo en casi follársela antes de que
oyeran las voces, de modo que ¿por qué iba a dar marcha atrás ahora? ¿Acaso no
era ese su fin de semana de fantasía?
De modo que debería ir a por él.
—Jasper —dijo ella, asiendo las solapas de su chaqueta—, ¿has
disfrutado viendo a esa pareja?
Él sonrió de oreja a oreja.
—Me encanta ver a otras personas practicando sexo, Alice.
— ¿Y también te gusta practicarlo al aire libre, pensando que
cualquiera podría verte? —Ya estaba, lo había dicho. Ahora sabría si su
intuición sobre él era acertada. ¡Dios, esperaba que sí!
Él levantó la mano y se la pasó por el pelo.
— ¿Quieres follar aquí fuera?
—Eso no es lo que te he preguntado.
—Quieres saber si me va el exhibicionismo.
— ¿Es así?
— ¿Te va a ti?
Maldición, se lo estaba poniendo difícil.
—Yo he preguntado primero.
Él se rió.
—Sí. Soy un voyeur y un exhibicionista. Si deseas tener sexo a
plena vista, Alice, estoy completamente a favor.
Al oír esa respuesta, su mente lanzó un sonoro ¡sí! Él era su
media naranja perfecta en tantos aspectos que no acababa de creérselo.
—En ese caso, la respuesta a tu pregunta es que yo también soy una
exhibicionista. Me excita pensar que cualquiera podría pillarnos follando. La
idea que la gente pueda vernos hace que me arda el clítoris.
A él se le oscureció la mirada al oír aquella confesión. Miró a su
alrededor y luego la cogió de la mano.
—Conozco el sitio perfecto.
La llevó de regreso por donde habían venido, a través del
laberinto, hasta el edificio principal. No había nadie fuera. Bueno, todavía
no. Se dirigió hacia las puertas dobles, pero en vez de entrar, se desvió hacia
una de las esquinas laterales, a unos ocho metros del lugar por donde habían
abandonado la fiesta.
Antes de que ella pudiera preguntar a donde iban, él la obligó a
darse la vuelta y la aplastó contra la pared de ladrillo, le levantó el
vestido, le rompió las bragas y cubrió la boca con la suya.
Absorbió la exclamación de sorpresa de ella y le introdujo la
lengua al mismo tiempo que sumergía el miembro en su interior.
A ella no le dio tiempo a reaccionar ni a pensar, sólo a
zambullirse en la gloriosa sensación del miembro de él introduciéndose hasta la
empuñadura en su coño. Él se retiró y volvió a empujar, embistiéndola con
fuerza y determinación.
¡Dios, aquello era muy emocionante! Las puertas se abrieron y era
posible que alguien girara la esquina y se los encontrara. Jasper ni siquiera
se detuvo; simplemente continuó follándola.
Ella le deslizó las manos por dentro de la chaqueta, buscando la
piel de su abdomen, deseando tocarlo. Su vientre, tenso y musculoso, se
estremeció bajo sus manos inquisitivas, pero no vaciló ni una sola vez; siguió
embistiéndola implacablemente, chocando contra su clítoris en cada ocasión.
La emoción de lo prohibido y la posibilidad de ser descubiertos
junto con las embestidas de Jasper contra su clítoris, fueron demasiado. Lo
rodeó con los brazos, por debajo de la camisa, le clavó las uñas en la espalda,
y arqueó las caderas, tensándose al llegar al orgasmo.
Él gimió y se derramó en ella, estremeciéndose mientras se
presionaba contra ella, manteniéndola pegada a la pared del edificio,
sujetándole las muñecas con las manos. Si alguien doblara la esquina en ese
momento, mientras ambos llegaban al orgasmo, nada podría separarla de Jasper.
Nada.
Jadeante y alborozada, era incapaz de mover un solo músculo, de
modo que se limitó a apoyar la frente en el hombro de él. Una vez más, había
sido como vivir la experiencia desde fuera de su cuerpo. ¿Y si de verdad había
salido alguien? Recordó haber oído que se abría la puerta de vez en cuando,
pero en aquel momento no le dio importancia.
Echó la cabeza hacia atrás y buscó la cara de Jasper. Él le estaba
sonriendo.
—Eres atrevida —declaró él, rozándole los labios con los suyos.
Ella suspiró en su boca. Al menos no estaba arrepentido. Todavía.
Claro que no les habían pillado, y eso ayudaba.
Se limpiaron con el pañuelo de Jasper. Gracias a Dios que llevaba
uno. Se disculpó y fue a arreglarse al aseo de señoras, luego empezó a buscar a
Bella y a Rose. No tardó mucho en encontrarlas, ya que ellas la interceptaron
de camino a la mesa y la escoltaron hasta el vestíbulo del club.
— ¿Y bien? —preguntó Rose.
—Tienes el pelo revuelto y los labios hinchados —señaló Bella,
observándola—. Y tienes esa expresión.
— ¿Cuál?
—Esa sonrisa de me
acaban de echar un polvo. ¡Santo
Dios! ¿Lo habéis hecho ahí fuera?
Alice intentó no reírse. Quería de verdad a sus amigas. En su
lugar, encogió un hombro.
—Puede.
Rose asintió, con una ancha sonrisa.
—Lo has hecho.
Ahora sí que se echó a reír, ya que tratándose de Rose, aquello
era un elogio.
— ¡Vaya, gracias!
Bella enlazó su brazo con el de Alice y la llevó a un lado del
vestíbulo para que nadie pudiera oírlas.
— ¿Vas a contarnos los detalles?
De ninguna manera. Ni siquiera podía entender lo que acababa de
pasar, mucho menos compartirlo con nadie. Excepto con Jasper.
Miró a su alrededor para ver si alguien había entrado en el
vestíbulo. No había nadie más que ellas tres.
—Ahora mismo no puedo. ¿Lo entendéis?
Bella miró a Rose.
—Quiere estar con Jasper.
—La estamos monopolizando —dijo Rose.
Bella asintió.
—Vete. Nosotras esperaremos, pero después del fin de semana
queremos saber los detalles.
Alice sonrió.
—Os quiero chicas.
Se dio media vuelta y estaba a punto de volver al salón de baile
cuando Jasper salió por la puerta. La vio, le sonrió, y se dirigió hacia ella.
—Creía que te habías escapado.
Ella sacudió la cabeza.
—No, es que me han entretenido.
—Entiendo. ¿No podían esperar a saberlo con pelos y señales?
Rose pasó a su lado y se encogió de hombros.
—Teníamos curiosidad, pero Alice no nos quiere contar nada, de
modo que me parece que vamos a tener que ser pacientes. Divertíos. —Le guiñó un
ojo a Alice, y Bella y ella volvieron al salón de baile.
Alice se giró hacia Jasper.
—Lo siento. Me secuestraron.
Él se rió.
—Eso es lo que estoy a punto de hacer yo. Coge tus cosas y
salgamos de aquí.
Aquello le pareció muy buena idea. Entró en el salón de baile,
cogió su bolso, se despidió rápidamente de Bella y de Rose, y luego se reunió
con Jasper en la entrada.
No había traído coche, ya que él vivía muy cerca del club. La cogió
de la mano y fueron caminando por la ancha calle. Pasearon tranquilamente por
en medio de la calzada, cuyas pintorescas luces estaban encajadas en las aceras
en vez de deslumbrar desde arriba, lo cual le dio a Alice la oportunidad de
fijarse en el vecindario.
Era un lugar agradable, rodeado de casas que respetaban la
privacidad.
Entre cada una de las casas había, además, una alta valla con
setos.
—Nadie puede ver la casa de los demás —dijo él como si le hubiera
leído la mente.
Anduvieron hasta su casa, una residencia de una sola planta y
enorme, al menos según los criterios de Alice. Tenía los ladrillos de color
crema, el tejado de tejas color marrón oscuro y un amplio porche cubierto. A
Alice le pareció precioso. Le gustaba el porche. Era abierto y lo bastante
privado como para que una pareja pudiera sentarse fuera y…
Jasper la atrajo hacia sí y le cubrió los labios con los suyos. El
calor la envolvió, una inmediata acometida de deseo le humedeció las piernas
cuando él la rodeó con sus brazos y apretó sus caderas contra las de ella.
Su erección presionó contra la pelvis de Alice. Le encantó que
pudiera volver a ponerse duro por ella, allí, en el porche delantero. Cuando él
avanzó, con los labios de ambos todavía unidos, hasta que las piernas de ella
chocaron contra el borde de la valla del porche, Alice gimió contra su boca.
Sí, quería que la follara allí mismo.
Él movió lentamente sus labios sobre los de ella, con los ojos
convertidos en una tormentosa mezcla de azul y gris.
—Esta noche van a haber fuegos artificiales aquí fuera. Esto no va
a tardar en llenarse de gente.
— ¿En serio? —Se le desbocó el corazón y su cuerpo empezó a
palpitar de necesidad por sentir su miembro caliente dentro de ella.
—Sí.
Para corroborar su afirmación, Alice oyó el sonido de unas risas y
conversaciones, se dio la vuelta y vio a la gente del club saliendo por las
puertas.
—Se van a lanzar fuegos artificiales desde el parque que hay
detrás del club. Todo el mundo va a salir a la calle para verlos. Nosotros
podemos mirarlos desde aquí.
Y la gente podría verlos a ellos.
— ¿Qué estás insinuando, Jasper?
Él la atrajo hacia sí y le rodeó la cintura con el brazo,
acomodando el pene contra su trasero. Alice oyó que se bajaba la cremallera de
los pantalones; las caderas de él oscilaron contra las suyas y luego le levantó
la parte de atrás del vestido y le bajó las bragas. Ella trastabilló un poco,
antes de que se deslizaran hasta sus tobillos, y luego se deshizo de ellas de
una patada.
—Digo, que voy a follarte mientras vemos los fuegos artificiales.
Se le contrajo el cuerpo de excitación. Se sujetó a la columna de
ladrillo que tenía al lado para apoyarse y separó ligeramente las piernas para
darle acceso.
— ¿Lo deseas, Alice?
Le apartó el pelo, haciéndole cosquillas en la nuca con el calor
de su respiración.
—Sí —susurró ella—. Quiero que estés dentro de mí.
Se sobresaltó con la primera explosión de los fuegos artificiales
que se estaban lanzando desde el parque. Jasper la asió con más fuerza y le
separó las piernas con la rodilla. Los ruidosos aplausos ahogaron el jadeo de
ella, cuando él introdujo su caliente y grueso miembro en ella, deslizándose
con facilidad dentro de su húmeda vagina.
— ¡Joder, cariño, estás empapada! ¿Te excita saber que toda esa
gente podría darse la vuelta y ver cómo te follo?
—Sí —jadeó ella, aferrándose a la columna.
Le temblaron las piernas mientras examinaba al gentío. Otra
explosión de fuegos artificiales apareció en el cielo nocturno, iluminando el
porche como un foco. Cualquiera que mirara en su dirección, que se fijara con
detalle en la pareja que presenciaba los fuegos desde el porche, se daría
cuenta de lo que estaban haciendo. Ella tenía el vestido levantado por detrás,
las piernas separadas y las embestidas de Jasper hacían que sus caderas se
movieran hacia delante.
¡Oh, sí! Cualquiera que mirara sabría que Jasper le estaba echando
un polvo.
Su coño se humedeció aún
más y el delirio volvió a alejarla de la realidad.
Ahora sólo sentía el placer de lo prohibido, la expectación ante
la posibilidad de que alguien los descubriera.
El cielo estaba inundado de una explosión de colores; cada
ensordecedora explosión retumbaba por su cuerpo mientras Jasper arremetía
contra ella con el mismo ritmo. La multitud lanzaba gritos con cada estallido,
y lo mismo hizo Alice, sin molestarse en silenciar la voz, cuando Jasper se
impulsó fuerte e implacablemente, clavándole los dedos en las caderas.
Él le asió un puñado de pelo y tiró de ella hacia sí.
—Voy a correrme —dijo él con voz tensa y áspera, penetrándola
profundamente—. ¿Estás preparada?
Ella estaba a punto de reventar, pero cuando los últimos fuegos
artificiales estallaron encima de ellos, la cacofonía de sonidos silenció su
clamorosa afirmación. Su cuerpo, sin embargo, respondió apresándole el pene
como un torno y aforrándolo con las fuertes contracciones del orgasmo. Él le
echó la cabeza hacia atrás y se apoderó de su boca; notó cómo calientes chorros
de semen se introdujeron en su interior mientras él movía los labios sobre los de
ella, acariciándole la lengua con la suya con un ritmo frenético que se aquietó
por fin cuando ambos se estremecieron y redujeron el ritmo.
Jasper salió de ella, la giró, la besó con cariño y la acarició
suavemente. Alice suspiró contra él, luego volvió a coger aire, con quedos
gemidos, mientras él la sujetaba contra sí y le acariciaba la espalda.
Los fuegos artificiales habían llegado a su fin y la gente
empezaba a dispersarse.
¿Los había visto alguien follando? No lo sabía.
Sinceramente, le daba igual. Sabía que existía la posibilidad de
que los descubrieran, y aquello era suficiente para aumentar su excitación. Que
a Jasper también le excitara exhibirse era algo inesperado, pero pensaba
aprovecharse de ello mientras pudiera.
—Quizá ahora quieras ver el resto de mi casa —dijo él con una
sonrisa irónica, besándola en la coronilla.
—Claro.
Él abrió la puerta, encendió la luz, y se apartó para que entrara
Alice.
—Antes de que lo preguntes, no, no he tenido nada que ver con la
decoración ni con el mobiliario. Me lo dieron todo hecho. Yo no tenía tiempo
para hacer otra cosa que caer en la cama por las noches, de modo que contraté a
alguien para que se encargara de los detalles.
Ella iba a preguntar, ya que la casa estaba decorada de manera
impecable y perfecta, tanto como para un hombre como para una mujer. Él le
enseñó la vivienda, y fue encendiendo las luces de todas las habitaciones. Las
paredes eran de un color arena claro, los muebles, elegantes y modernos,
algunos tapizados en cuero y otros en telas de brillantes y atrevidos tonos
tierra. Los suelos eran de madera perfectamente pulida; sobre las mesas del
salón y el comedor no había nada fuera de su sitio, como tampoco en la de la
cocina, la cual era enorme, luminosa y estaba provista de modernos electrodomésticos.
— ¡Vaya! —Fue lo único que consiguió decir.
—Parece ordenado porque nunca estoy aquí —dijo él—. Además, tengo
un equipo de limpieza que viene todas las semanas a quitar el polvo.
Ella soltó un bufido.
—Hay cuatro dormitorios. Dos de ellos están vacíos excepto por
algunas cajas y varias cosas almacenadas. El otro es mi despacho y el último,
el dormitorio principal. —La condujo por el pasillo y fue enseñándole las
habitaciones al pasar por delante de cada una de ellas. Todas eran espaciosas,
la casa tenía por lo menos el doble de metros cuadrados que la modesta casita
de ella.
Bueno, ¿y qué esperaba? En la escala económica estaban
prácticamente cada uno en un extremo.
El dormitorio principal era un completo sueño: totalmente diáfano,
elegante, con un ventanal frente a la cama que iba del suelo al techo, con
vistas a un patio con jacuzzi. Se dirigió hacia las puertas, salió al patio, y
pasó los dedos por el borde del jacuzzi. Echó un vistazo al denso entramado que
le trajo a la memoria el del mirador del club. Cubría dos de los lados, dejando
el otro abierto, pero desde luego el patio trasero ofrecía intimidad
suficiente.
—No se puede ver demasiado a través de esto, ¿verdad?
Jasper se había colocado detrás de ella, deslizando los dedos
sobre los suyos. Se inclinó, presionó un botón, y el motor del jacuzzi se puso
en marcha. Alice retrocedió, chocando con Jasper, cuando el agua empezó a
burbujear en la superficie. Se dio la vuelta y lo miró.
La pasión había envuelto sus ojos en un color oscuro y tormentoso;
una mezcla de un color azul y gris, se pasearon por el cuerpo de ella.
Bobby había sido un hombre de los de sexo una o dos veces a la
semana. Ella lo amaba con todo su corazón, pero no era un hombre demasiado
apasionado. Preocupado por ella, sí.
Cariñoso, desde luego. Pero no demasiado bueno en el terreno
sexual. Que Jasper la hubiera follado dos veces y proporcionado tres orgasmos,
era algo que ya de por sí la tenía asombrada.
Que volviera a desearla tan pronto, era extraordinario.
—Ahora hace demasiado calor para el jacuzzi, pero, ¿qué tal una
ducha?
—No me he traído ropa.
Él la miró de reojo.
—Estarás guapísima con una de mis camisas —dijo.
Pensar en la ropa de él en contacto con su propia piel, le
contrajo los pezones.
—Entonces, vamos —dijo ella con una sonrisa, bajándose el vestido.
Jasper se quitó la chaqueta y la corbata, y empezó a desabotonarse
rápidamente la camisa sin dejar de mirar a Alice quitarse el vestido.
Todavía no la había visto desnuda, a pesar de haber tenido sexo
con ella tres veces. Alice fue deslizando el vestido por su cuerpo, revelando
unos pechos abundantes, una cintura estrecha, hecha para las manos de un
hombre, y unas caderas redondeadas a las que recordaba haberse agarrado
mientras la penetraba. Poseía además unas largas piernas. Un cuerpo perfecto.
El cuerpo de una mujer, no el de ésas que le perseguían por el club, con sus
cuerpos delgados como un palo debido a la última dieta de moda, las que se
machacaban con entrenadores personales para parecerse a la modelo del momento.
No soportaba mirarlas.
Por otra parte, podía pasarse toda la noche comiéndose a Alice con
los ojos. De hecho, llevaba ya mucho tiempo haciéndolo. Su piel era como miel
caliente, suave como la mantequilla, y estaba impaciente por sentirla
completamente desnuda a su lado. Se quitó la camisa, se desabrochó los
pantalones, los dejó caer al suelo, y los apartó de una patada.
La apreciativa mirada de ella al explorar su cuerpo, le sentó bien
a su ego.
No había nada más excitante
para un hombre que una mujer que disfrutaba mirándolo.
—Maravilloso —susurró ella.
Él respiró hondo y dio un paso hacia ella, rodeándola con sus
brazos.
—Si sigues mirándome así, nunca llegaremos a la ducha.
— ¡Como si me importara!
No tenía más remedio que admitir que se le pasó por la cabeza la
idea de tumbarla sobre la cama, pero después de lo que habían estado haciendo
en las horas anteriores, necesitaban una ducha refrescante. La cogió de la mano
y la llevó al cuarto de baño, abrió los grifos y dejó vagar las manos por su
lisa piel mientras el agua se calentaba. Se metieron en el plato de la ducha.
— ¡Caramba! —Exclamó Alice, mirando boquiabierta los chorros de
agua que salían por tres lados—. Es asombroso.
Elevó los brazos y él ajustó el caudal hasta convertirlo en un
masaje, luego se apartó para ver cómo cerraba ella los ojos y dejaba que el
agua cayera sobre su cuerpo. Parecía una diosa, con el pelo empapado, cayéndole
sobre los ojos, el maquillaje corriéndose por sus mejillas, y sin preocuparse
por ello. Poseía una valentía que a él le resultaba increíblemente atractiva.
Cuando abrió los ojos y se lo encontró mirándola fijamente,
sonrió.
—Lo más probable es que ahora parezca un mapache.
Él se rió y le limpió las manchas de rímel de los ojos.
—Estás hermosa. Me gusta que no hagas aspavientos por el hecho de
que te vea con el maquillaje corrido.
Ella se encogió de hombros.
—Estoy empapada. No puedo hacer nada para evitarlo.
Él cogió el jabón y la lavó, deslizando las manos por sus hombros
y su espalda, masajeándole los músculos con los dedos. El cuerpo de ella era
fuerte, sin duda porque trabajaba para vivir, cosa que no hacían las mujeres
del club. Ellas se pasaban el tiempo dándose caprichos y sin preocuparse por
nada. No reconocerían un día de trabajo honrado aunque lo tuvieran delante de
las narices. Sin embargo, Alice sí, y él la admiraba por lo que había hecho con
su vida.
Después de perder a sus maridos y sus esperanzas de futuro, la
mayoría de las mujeres se hubieran rendido. Ella no. Ella había salido adelante
sola y había tenido éxito.
Ella se recostó en él, rozándole el miembro con las nalgas. Aquél
volvió a la vida y él sacudió la cabeza.
—Algo se está moviendo ahí atrás —Dijo ella, moviendo el culo
contra la creciente erección.
— ¿De verdad?
—Sí. Decididamente estoy notando algo.
Él le permitió tomar la delantera, sin esperar realmente que
quisiera volver a tener sexo, pensando que debía estar demasiado dolorida
después de haberlo tenido tres veces aquella noche.
Sin embargo, ella se inclinó hacia delante, apoyó las manos en la
pared de cristal de la ducha, separó las piernas y lo miró por encima del
hombro de tal manera que hizo que la polla le diera un brusco tirón.
De acuerdo, estaba claro que, o no estaba demasiado dolorida, o
simplemente no le importaba.
— ¿Vas a follarme o te vas a pasar la noche contemplándome el
culo?
Él exhibió una sonrisa ladeada.
—Lo estoy pensando. Ambas son buenas opciones.
—Entonces haz las dos cosas. Mírame el culo mientras me penetras.
Quiero volver a correrme.
¡Joder! Su sinceridad pudo con él. Le separó las nalgas y le
arponeó la vagina con el pene, deslizándose en su humedad, suave y lentamente,
con la esperanza de no estar haciéndole daño.
¡Hacerle daño, ja! Ella retrocedió hacia él de golpe, empalándose.
—Fuerte —ordenó ella, con la cabeza inclinada y las manos apoyadas
en la mampara de cristal—. Fóllame fuerte. —Se metió una mano entre las piernas
para acariciarse el clítoris—. Necesito correrme otra vez, Jasper.
Él se contagió de la urgencia de ella y le introdujo profundamente
el pene, proporcionándole lo que ansiaba. Sería un verdadero placer para él
darle todo cuanto quisiera, sobre todo si tenía que ver con su pene.
Las manos de ella resbalaron por el cristal mientras se movía
hacia atrás con salvaje abandono. Lo único que Jasper podía hacer era aguantar
mientras ella lo aprisionaba con la vagina y movía el trasero contra él. Era
Alice quien llevaba la voz cantante, y él la dejó apoderarse de su miembro,
sujetándose a la puerta de la ducha como punto de apoyo, y elevando las caderas
para hundir profundamente la polla en su resbaladizo sexo.
—Sí, así —dijo ella, con un ronco susurro que estuvo a punto de
acabar con él. Se le tensaron los testículos y supo que estaba a punto de
derramarse dentro de ella, pero apretó los dientes y se contuvo, deseando que
ella se corriera primero.
No tardó demasiado. La vagina de ella lo atrapó, se le tensó el
cuerpo y el pelo le cayó por el hombro. Empezó a estremecerse y a gritar.
— ¡Me estoy corriendo, Jasper! ¡Oh, Dios, me estoy corriendo tan
fuerte…!
Y él también, se dejó ir y se movió contra ella, asiéndole con
fuerza las caderas y lanzando un chorro de semen mientras las contracciones del
orgasmo femenino exprimían su miembro con fuertes pulsaciones, hasta que creyó
que se le iban a doblar las piernas debido al intenso placer.
—Santo Dios, estoy agotada —declaró ella cuando por fin se
tranquilizaron.
Se separó de él, se dio
media vuelta, le echó los brazos al cuello y le plantó los labios en la boca.
Lo besó suavemente con movimientos tan lentos que él empezó por fin a notar el
agotamiento de la noche.
Él cerró los grifos, salió de la ducha, cogió dos toallas y le entregó
una. Se secaron y Alice además se secó el pelo hasta que se transformó en
suaves bucles. Él la oyó suspirar varias veces mientras se movía por el cuarto
de baño. Eran unos hondos suspiros de satisfacción.
Le gustó el sonido. Pero ella estaba cansada. Y él también. La
llevó a la cama y se metieron en ella. Jasper se dio cuenta de que nunca había
llevado a su cama a una mujer. Al menos para pasar la noche.
Parecía adecuado tener allí a Alice. La atrajo hacia sí y ella le
puso una pierna encima de la cadera y le apoyó la cabeza en el hombro. Al cabo
de unos minutos estaba dormida.
Sí, era una buena sensación. Perfecta. Podría llegar a
acostumbrarse a tenerla cerca.
Una noche con ella y ya se sentía cómodo teniéndola en su cama
toda la noche. La idea era aterradora, pero cuando algo estaba bien, estaba
bien.
Alice era la mujer
apropiada para él.
3 comentarios:
Ahiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiii!!!
Aliceee!!!!!!!!!! Woooowwwwwwwwwwwwwwwwww!!!!!!!!!!
Fue un capitulo muy intenso y super candente, quien viera la carita de angel de Alice y al sobrio Jasper!!!
Me encanta que la lleve a la cama, no solo para follarla, si no para dormir literalmente con ella... Me encanta la confianza y este lazo que se formo en ellos... pero la verdad si me da un poco de miedo, que tal si el no se enamora de ella... o si ahi alguna otra mujer de esas flacuchas que se entrometen en todo assshhh!!!
Me encantaría que ellos formaran una familia, imaginen que bellos nenes tendrían!!!!! Estoy muy emocionada por lo que va a pasar en el siguiente capitulo ya que por fin ha ocurrido lo que tenia que ocurrir... entonces ahora que pasara... se seguirán viendo, como es una relación con este tipo de fetichismo!! estoy super emocionada y a la expectativa!!!!
excelente capitulo nena!!
un fuerte abrazo
Nancy Q.
wow con el capitulo, con el friaso que esta aqui en mi ciudad y aun asi hace falta una ducha fria jaja, esta super hot este capitulo, muy intenso para los protagonistas, la primera cita y las cosas se pusieron muy interesantes jajaja pero con un guapo abogado llamado Jasper yo tambien me apunto jajaja la pareja perfecta con los mismos gustos, espero que no quede en una sola noche apacionada y ya, Alice necesita una pareja y Jasper es el indicado jiji
Esperando con ancias el proximo capitulo...
Gracias Krizia por un capitulo mas de esta apacionante historia y gracias Coka por publicar. :D
Saludos
Maty
Capítulo candente perfecto para estas noches frías jejejeje
Quien viera a estos dos tan seriecitos y con carita de no romper ni un plato y terminaron siendo todos unos voyeurs y exibicionistas que disfrutan de unas candentes citas y vamos que lo gaxaron a lo grande en esta primera cita, me encanto que al final Jasper la llevo a su cama para dormir juntos y que ella fuera la primera a la que llevaba porque como dijo el cuando algo esta bien simplemente se siente bien.
Ahora esperemos que no sea solo esta noche y que puedan quedar para mas citas y puedan conocerse mas.
Gracias Krizia ...Besos
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